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Opinión

50 años del Golpe y el futuro de las universidades estatales

Por: Diego Verdejo | Publicado: 27.06.2023
50 años del Golpe y el futuro de las universidades estatales Toma de la UC, 1968 |
Las universidades del Estado deben cumplir un rol protagónico. El desafío está puesto en bajar de sus torres de marfil, dejar la sacralidad del aula universitaria para, en articulación con los territorios y sus comunidades, co-construir soluciones a los problemas de la sociedad, desde perspectivas que reconozcan, respeten y valoren la diversidad de conocimientos y saberes que se encuentran fuera de sus paredes.

Se cumple un año más de la Reforma Universitaria de Córdoba en 1918, uno de los hitos más relevantes en la historia de la educación superior en América Latina. En la segunda década del siglo XX, los y las estudiantes de aquella ciudad argentina se organizaron para cuestionar la lógica y el funcionamiento del sistema educativo, que al igual que en muchos otros países de América Latina se caracterizaba por ser elitista, conservador y dominado por la Iglesia católica.

En este sentido, la universidad se encontraba influenciada por el positivismo y la educación tradicional, que se centraba en la memorización y la transmisión de conocimientos de forma dogmática.

La reforma buscó establecer una universidad más abierta, democrática, moderna y vinculada con los problemas de la sociedad, especialmente de los sectores marginados. Lo anterior tendría un correlato evidente con la Reforma Universitaria del 68, donde los y las estudiantes chilenas buscaron mayor participación en la toma de decisiones académicas, la autonomía universitaria y una educación más relevante y comprometida con la realidad social y política del país.

Referenciar estos dos hitos, propios de la historia de la universidad latinoamericana, adquiere especial relevancia en el año donde se cumplen 50 años del Golpe cívico-militar que sumergió a nuestro país en la oscuridad durante casi dos décadas. El proyecto universitario, comprometido con la sociedad y sus grandes problemas, fue destruido con la intervención militar y la fragmentación de la Universidad de Chile en sus diversas sedes regionales.

A medio siglo de ese episodio, escrito con sangre y muerte, aún existen herencias de la dictadura impregnadas en la matriz de las instituciones de Educación Superior. Las universidades del Estado siguen supeditadas a un sistema de financiamiento basado en la competencia y las lógicas de mercado, sometiéndose a procesos de acreditación institucional, que más que asegurar la calidad interna de estas solo reproducen un sistema desigual que consolida las diferencias entre las instituciones dependientes del Estado.

Nuestra sociedad contemporánea se encuentra en un escenario crítico, experimentando problemas de alta complejidad como la crisis medioambiental, las desigualdades de género y la pobreza como problema estructural producto de un sistema que prioriza el rendimiento económico antes que la propia vida humana (entre muchos otros).

En este escenario, las universidades del Estado deben cumplir un rol protagónico. El desafío está puesto en bajar de sus torres de marfil, dejar la sacralidad del aula universitaria para, en articulación con los territorios y sus comunidades, co-construir soluciones a los problemas mencionados, desde perspectivas que reconozcan, respeten y valoren la diversidad de conocimientos y saberes que se encuentran fuera de sus paredes.

Sin embargo, para poder avanzar en este desafío, también es necesario reflexionar y transformar las condiciones materiales en las que se encuentra el sistema de universidades estatales se encuentra. A 50 años del Golpe cívico-militar, lo anterior no es solo una tarea pendiente, sino un deber.

Diego Verdejo
Sociólogo. Magíster en Análisis Sistémico Aplicado a la Sociedad.