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Opinión

Derecho a la vida (libre de violencia)

Por: Natassja de Mattos | Publicado: 03.07.2023
Derecho a la vida (libre de violencia) Imagen referencial derecho al aborto | Agencia Uno
Camila, una niña indígena y rural de 13 años en Perú, embarazada de su padre, es juzgada por un aborto espontáneo. En Reino Unido, Carla Foster es condenada a prisión por realizarse un aborto, dejando a tres hijos. En Polonia, en el mes de mayo, Dorota de 33 años, embarazada, murió habiendo podido ser salvada si se le practicaba un aborto. Los casos de Camila, Carla y Dorota no son casuística, son efecto de un Estado que les falla. En Chile nos acecha ese destino, pues si bien nuestro derecho al aborto es escueto y relativo, podríamos terminar con menos que eso: penalización del aborto, cualquiera sea el caso.

Hace un año la OMS publicó que en el mundo se producen más de 25 millones de abortos inseguros, derivando en la muerte de alrededor de 40.000 mujeres, además de las millones que llegan al hospital por complicaciones. Dicen, también, que existen datos y estudios suficientes para asegurar que la restricción y penalización del aborto no disminuye su práctica.

Hace algunas semanas, un diario conservador en Chile anunció que en 5 años se han realizado más de 4.000 abortos, y a pesar de que lo enuncia para argumentar en contra, entrega una cifra que más bien nos muestra una realidad y clara necesidad común que lleva a miles de mujeres a actuar en las sombras.

Desde la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer en 1981 que la comunidad internacional sugiere legislar en favor de los Derechos Sexuales y Reproductivos de mujeres y niñas para proteger sus vidas. Sin embargo, aún existen grandes segmentos de la población que deciden ignorar las diferentes recomendaciones, acuerdos y consensos internacionales en que se declara que la ausencia del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo es una violación a los derechos humanos, y a la vez un problema de salud pública y autonomía física de las mujeres.

En Chile, a pesar de que hemos luchado incesantes por el derecho al aborto libre, contamos con una de las legislaciones que lo permiten en ciertas circunstancias. La Ley de Aborto en Tres Causales (riesgo de vida del feto, de la madre o violación) es el derecho que, hasta ahora, hemos ganado gracias al esfuerzo de organizaciones de la sociedad civil, diputadas y la expresidenta Michelle Bachelet. Pero hoy se ha reactivado este debate en el Consejo Constitucional, rebosante de Republicanos. Además, una de las Iniciativas Populares de Norma más firmadas es antiaborto.

Ergo, no solo estamos lejos de consagrar en la constitución el aborto libre como un derecho, sino que las tres causales, con objeciones de consciencia y todo, están en riesgo.

Desde donde alzamos nuestros pañuelos verdes entendemos que, en la garantía de este derecho, en parte se resuelve estructuralmente una trama compleja de desigualdades con las que las mujeres ven coartada su autonomía con graves efectos en sus trayectorias de vida desde el punto de vista del trabajo, tanto productivo como reproductivo. Lo anterior impacta directamente en la reproducción de la pobreza y provoca la precarización de nuestras vidas. Entendemos, también, que se nos arrebata algo tan relevante como es la agencia, fenómeno que se amplía luego como un reflejo en la falta de autonomía para la toma de decisiones, tanto en planos personales como institucionales y colectivos.

Desde otro sector se levantan trapos celestes y se autodenominan “provida”. Esta última se refiere a la protección del derecho a la vida del que está por nacer y no tienen ningún pudor en decir que las mujeres que abortan están “matando a sus hijas/os”, aun cuando se trate de la interrupción de gestación de un cigoto, mórula o feto. Es paradojal, pues se trata de un sector que al mismo tiempo parece quitar la mirada a la tramitación de la Ley de Violencia Integral y a los 43 casos oficiales de femicidio calificados y declarados por el Estado el año 2022 (y por descontado las graves cifras históricas). Sin mayores miramientos surge una interrogante para quienes se identifican con ese lado ¿dotan de la misma importancia la protección de derechos y la vida de las/os no nacidas/os y de las mujeres?

En el escenario político actual hago un llamado, a mujeres y feministas: encadenarnos a la normativa que ganamos en la administración de la expresidenta Michelle Bachelet, a proteger el derecho al aborto en tres causales que, aunque escueto, es un justo progreso. No se trata de abandonar la integra impugnación y demanda por la soberanía y autonomía sobre nuestros cuerpos, sino de mirar más allá de nuestro sector y divisar el peligro en el corto plazo. La derogación de la Ley de Aborto en Tres Causales sería un claro retroceso civilizatorio. Debemos blindar lo obtenido, el legado de nuestras madres feministas y, en un futuro, más temprano que tarde, ampliaremos (y venceremos).

Natassja de Mattos
Cientista política feminista especializada en temas de género y activista en La Rebelión del Cuerpo.