Avisos Legales
Opinión

Cincuenta años desaparecidos; las peticiones negadas…

Por: Gloria Favi Cortés | Publicado: 10.07.2023
Cincuenta años desaparecidos; las peticiones negadas… Cuadro de Jorge Etcheverry | Cedida
A través de estereotipos y normas de cortesía institucionalizados por la costumbre social, aparecen sorpresivos e inopinados signos culturales rastreados en el uso cotidiano y protocolar de un lenguaje que configura unas particulares cartas de petición.

respetuosamente expone y solicita”

si lo tiene a bien, ordenar la investigación”

le ruego me disculpe por la osadía de dirigirme a Usted,”

Señor Ministro, perdone pero tengo que contarle a una Autoridad el tremendo dolor”

Éstas exhiben, en una oblicua ingenuidad, las marcas imborrables de su género; fechas, encabezamientos, cuerpo peticionario, saludos del emisor y timbres de recepción. Este anclaje espacio-temporal constituye un testimonio de prueba jurídica para acusar el haber sido escrito en determinadas circunstancias y en un tiempo y espacio real que refiere testimonialmente a la dictadura en Chile entre 1973-1984.

Valdivia, noviembre de 1980

Señorita:

Mónica Madariaga

Ministra de Justicia de Chile

Al Señor Ministro del Interior General Don César Benavides

Santiago, 2 de Abril 1976

Esta reflexión está unida a propósitos más amplios que la generación de una nueva teorización sobre el género epistolar, porque además de realizar un análisis de las marcas distintivas de una modalidad de cartas llamadas cartas de petición, se interrogará sobre la situación ideológica, lingüística y cultural que constituyeron el contexto y las circunstancias de su enunciación y preferentemente sobre el tipo de conducta lingüística que caracteriza a estos documentos en tanto los consideramos como huellas significativas que dan cuenta de signos culturales asociados a situaciones concretas y repudiables en la historia de Chile entre 1973-1984

actualmente recluido en el Campamento Tres Álamos”

reviso día por medio, la morgue, los hospitales……”

vinieron a mi domicilio cuando se velaba el cadáver a retirarlo”

sufrí visitando lugares donde hubiera podido estar detenido”

revisé una a una las listas de presos o fallecidos, sin encontrar ninguna pista”

después de torturarlo y amenazarlo de muerte lo llevaron al Estadio

Nacional”

El yo epistolar; arrasado y desacreditado toma la palabra desde un lugar despoblado, pero a la vez existe en la reciprocidad de un que va creando e instituyendo como receptor obligado en su propio discurso. De esta forma las cartas exhiben las marcas de su género, las formas protocolares de apertura y de clausura, las señales extratextuales (sellos, timbres de recepción, de identidad) que los conectan a un mundo posible para legitimar la relación de intercambio y el reconocimiento de esa relación epistolar.

Valdivia, noviembre de 1980

Señorita:

Mónica Madariaga

Ministra de Justicia de Chile

Al Señor Ministro del Interior General Don César Benavides

Santiago, 2 de Abril 1976

Este anclaje espacio temporal y la nominación de un destinatario empírico que se convierte por su ausencia en una reconstrucción imaginaria, confiere un efecto de presencia que habla por sí misma, testimonia el haber sido solicitado e interpelado para invocar las circunstancias de un presente histórico doloroso.

Sr. Ministro, no quiero que me conteste palabras de consuelo”

que vengo en solicitar al Sr. Ministro conceda libertad a mi cónyuge”

y yo como madre Srta. Ministro pido por favor que venga justicia de Santiago”

En la variedad que adopta la narración en el discurso, es importante marcar -en el Yo peticionario – el uso particular de los clichés del decir social cristalizado en las fórmulas de cortesía:

respetuosamente expone y solicita”

si lo tiene a bien, ordenar la investigación”

le ruego me disculpe por la osadía de dirigirme a Usted,”

Señor Ministro, perdone pero tengo que contarle a una Autoridad el tremendo dolor”

Este Yo textual está anulado por el a quién se dirige, además carece de una identidad que le permita expresar su horror porque debe enmascarar su ira y su dolor con fórmulas de cortesía. Nos conmovemos con el uso, en estas circunstancias, de las formas estereotipadas de la petición para salvar de la muerte, la tortura, la locura. Pero a la vez este lenguaje protocolar va creando una ironía trágica y una turbulencia intratextual que espera aún ser totalmente descifrada, especialmente en el uso de sociolectos y estereotipos lingüísticos dichos en situaciones desajustadas que nos sobrecogen y nos hacen percibir la ironía trágica de estos discursos arrasados, sometidos, humillados y que a la vez auto reflejan y denuncian el contexto de un Poder Espantable.

sin más por el momento y esperando su grata y favorable respuesta”

deben saber muchas cosas y no quieren darlas a conocer por miedo o que se yo”

dejan en la orfandad a un niño y a una mujer en la flor de su vida”

Le ruego me disculpe por la osadía de dirigirme a Usted”

Pero nos interesa hablar del presente vibrante y móvil, pleno de interrogaciones que se despliegan en las cartas de petición y la configuración escenificada en el lenguaje de los torturados, los desaparecidos. Pensamos que estas interrogaciones imperativas, con orientaciones hacia un futuro, son vehículos para expresar los temores, señalar las injusticias, evidenciar la crueldad e irracionalidad y constituyen los discursos subversivos que se filtran desde los mismos códigos y cortesías formales del Poder Institucional

Ruego a la autoridad responda estas líneas para

conocer el paradero de mi hijito de tan sólo diecisiete años”

Solicito a usted, como madre, comprenda el inmenso dolor de la búsqueda de mi hijo en cárceles y hospitales”

Y luego la única y lacónica respuesta:

Por razones de Seguridad Nacional y de acuerdo con los informes y antecedentes de los Organismos pertinentes, no es posible acceder a su petición”

Reconstruimos en este punto, nuestra hipótesis, para confirmar el fracaso de los códigos protocolares del Poder de la época en sus intentos para silenciar los discursos disidentes, porque éstos se escapan, se filtran y subyacen ocultos en las conductas lingüísticas institucionalizadas por la costumbre social. Así, desde este decir subversivo, se utilizan las figuras retóricas y los protocolos de la cortesía cristalizada, para denunciar la violencia, la tortura y la muerte

Ruego a la autoridad responda estas líneas para conocer el paradero de mi hijito de tan sólo diecisiete años”

¿por qué hicieron esto con él cuando su único delito era pertenecer a un Centro Juvenil?

¿por qué cortan así la vida de un niño de 17 años de edad?

¿No nos han dicho Ustedes en reiteradas ocasiones que no habrá persecuciones y maltratos?

El estudio de las cartas de petición en su condición de Crónicas de la Realidad cuya interacción verbal unilateral nos remite sólo a un emisor como agente de la acción, (solicito, pido, reclamo, lloro) mientras el receptor se convierte en el objeto de una acción silenciada, negada y alterada (no accedo a su petición) pero la sola presencia de los elementos deícticos de persona (Yo, Usted, Excelentísimo) designan la propiedad de la lengua para mostrar al contexto extralingüístico que engloba el acto de enunciación y las cartas, por su sola presencia, testimonian la voluntad de interpelar a un y el deseo de respuesta para quién la escribió.

Finalmente, afirmamos, frente a estos sujetos negados, las cartas son huellas obsesivas y voluntariosas de su existencia, desaparecen sus vidas, pero reaparecen en los fragmentos de los discursos epistolares; fantasmas que reconstruyen desde los márgenes, su dignidad e identidad perdida.

Gloria Favi Cortés
Doctora en Literatura Hispanoamericana. Académica de la Universidad de Santiago (USACH).