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Opinión

Las mujeres en el golpe y la dictadura

Por: Natassja de Mattos | Publicado: 11.07.2023
Las mujeres en el golpe y la dictadura Acto de homenaje en el sitio de memoria “Camarín de mujeres” del Estadio Nacional | Víctor Huenante / Agencia Uno
Permítaseme reflotar y recordar los crímenes contra las mujeres de nuestro país en las circunstancias del golpe y la dictadura militar. No se trata de que hombres e identidades diferentes a las mujeres no hayan vivido la misma película de terror, sino de darle lugar en la contingencia al trauma histórico que habita como un fantasma en la experiencia de ser mujeres en Chile.

A la luz de la contingencia en torno a la conmemoración de los 50 años desde el golpe militar, permítaseme recordar a las mujeres. Permítaseme relatar una vez más el horror que vivieron las mujeres en esos años oscuros. Ultrajadas, invisibilizadas, las que lamentan y las que buscan, viven en nosotras, reverberan hasta hoy en nuestras vidas sin importar el año en que nacimos, ni la experiencia o trayectoria de vida acumulada.

Pero antes, he de establecer los mínimos.

A propósito de los desentendimientos en torno al golpe que quebró la democracia chilena a sangre y fuego, declaro que no admito perspectivas, en plural. No es posible someter a diferentes puntos de vista hechos irreparables, hechos de suma cero, que se separan entre la vida y la muerte, entre la materialidad y las cenizas, entre la democracia y la dictadura.

Mucho se ha dicho estos días sobre “relativizar el golpe”, mas déjenme decirles que permitir miramientos sobre los hechos de 1973 y los 17 años posteriores es relativizar la democracia y el contrato social que nos permite vivir a todas y todos en este largo y estrecho territorio.

Por otro lado, las causas del golpe no son otras que las horrorosas y macabras voluntades de un grupo de militares e ideólogos de derecha con el respaldo de ese sector político, como cómplices activos y pasivos. Entonces, frente a los dichos de Carlos Peña, difiero y afirmo que lo que condujo al golpe fueron quienes lo realizaron, sus decisiones y acciones.

No hay responsabilidades de parte de la izquierda, la UP, ni el propio Allende, como dijo Daniel Matamala. ¿Cómo podría ser responsabilidad de estos sectores y personas que estaban en el oficialismo gobernando de acuerdo con un mandato democrático?

Si de repartir responsabilidades se trata, quizás sería interesante comentar circunstancias como el desabastecimiento que vulneró derechos básicos y orquestó gran parte de la inestabilidad económica y el malestar social. O tal vez sobre la polarización producida, en gran medida, por el boicot discursivo y fáctico que satanizó al oficialismo y sus aliados por buscar instalar un sistema político, económico, social y cultural que se consideraba más justo.

Dicho lo cual, permítaseme reflotar y recordar los crímenes contra las mujeres de nuestro país en las circunstancias del golpe y la dictadura militar. No se trata de que hombres e identidades diferentes a las mujeres no hayan vivido la misma película de terror, sino de darle lugar en la contingencia al trauma histórico que habita como un fantasma en la experiencia de ser mujeres en Chile.

La historia de Chile, como la del mundo, ha sido contada por hombres, para hombres y sobre hombres, y la dictadura militar no es una excepción. Desde temprana edad se nos cuenta una historia compuesta por políticos-hombres, militares-hombres, torturados- hombres, asesinados-hombres, desaparecidos-hombres. Pero había también mujeres en esta historia.

No olvidar: Las mujeres torturadas en dictadura en su gran mayoría fueron víctimas, además, de violencia sexual y se calcula que al menos unas 316 fueron violadas. Muchas de ellas perdieron la vida o fueron desaparecidas, y entre estas se cuentan decenas de mujeres embarazadas. Yo me pregunto, ¿dónde se situarán las y los provida respecto de lo anterior?

Es necesario decir mil veces, por muy crudo e incómodo que sea, que hubo manuales de tortura y también ilustraciones sobre lo padecido por mujeres en centros de tortura y otros lúgubres espacios de privación de libertad, en que se explicitaban imágenes sobre cómo violar a mujeres con palos y otros artefactos, y también de cómo inducir que las violasen animales, además de los propios miembros de las fuerzas armadas que las custodiaban.Yo me pregunto, ¿podrá alguien justificar y/o relativizar lo anterior?

Sigan debatiendo, discutiendo, teorizando y declarando al respecto. Por mientras mujeres seguirán buscando restos de sus familiares en el desierto.

Por mientras madres aún empujarán por verdad, justicia y reparación desde diferentes agrupaciones de familiares de detenidos desaparecidos con fotos colgando del cuello.

Por mientras madres, ya mayores, recordarán incansables a sus hijas e hijos desaparecidos y asesinados.

Por mientras las mujeres violadas cargarán con el trauma hasta el día de su muerte.

Por mientras mujeres, pese al paso de las décadas, nunca sabrán que pasó con sus bebes, y vivirán hasta sus últimos días imaginándolos adultos en algún lugar de una Europa que ni conocen.

Por mientras las mujeres jóvenes tendremos náusea y miedo por saber de lo que son capaces de hacernos cuando se quiebra el pacto político y social consentido.

Por mientras escucharemos horrorizadas a algunos que andan por ahí justificando el golpe militar, incluso en cargos designados o electos.

En los años 80, mujeres articuladas en la lucha por recuperar la democracia se manifestaron y dijeron SOMOS MÁS. Somos más frente a quienes quieren mantener el horror. Hoy también lo somos. Somos más frente al negacionismo y el relativismo.

Y este 11 de septiembre, sea el hombre que sea el que lo organice, y sea la actividad que sea la que organicen, las mujeres volveremos una vez más a las calles a decir: ¡SOMOS MÁS! Para que nunca más en Chile.

Natassja de Mattos
Cientista política feminista especializada en temas de género y activista en La Rebelión del Cuerpo.