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Chile: Presente y futuro

Por: Gabriel Gaspar | Publicado: 15.07.2023
Chile: Presente y futuro Imagen panorámica de Santiago | Agencia Uno
Un 30% de apoyo no es poco, pero requiere de una dirección clara y una unidad de acción y propósitos, especialmente cuando el 70% restante no es homogéneo como lo acaba de demostrar la fallida acusación constitucional contra el ministro de educación, malograda más por los excesos de la derecha dura que por los aciertos del gobierno.

Iniciado el segundo semestre del 2023 se configura el escenario que caracterizará lo que resta del mandato de la administración actual. El desenlace de los 15 primeros meses muestra una realidad dolorosa para el oficialismo. Aunque quizás sea mejor hablar de “los oficialismos”.

En efecto, luego de dos profundas derrotas político – electorales: el plebiscito de salida del 4/9/22 de la Asamblea Constituyente, y la elección de los consejeros para el segundo intento constitucional del 8/5/23, el Gobierno ha quedado en una condición de minoría tanto política como legislativa. A ello debe sumar la “derrota moral” del caso Fundaciones.

El nuevo cuadro de fuerzas muestra un oficialismo que no controla la agenda, un gabinete desgastado, y un retroceso en aprobación ciudadana consignado en todas las encuestas conocidas. En suma, estamos ante un prematuro “presidencialismo de minoría”.

¿Cómo va a gobernar los dos tercios que aún le quedan al Gobierno? ¿tiene margen de maniobra? ¿Posee reserva estratégica a la cual echar mano? ¿Qué tendencias estructurales se instalan a partir de este nuevo cuadro?

De una manera provisoria se avizoran tres tendencias que se desplegarán progresivamente en los años venideros. Partamos por la economía.

Lo que podemos proyectar a partir de los datos actuales es una progresiva estabilización, especialmente un control de la inflación. Eso es lo positivo, pero descansa en buena medida en la percepción del empresariado de que pasó el peligro de reformas profundas que caracterizaba el discurso oficial en sus inicios. Una cosa es la estabilización, y otra la reanimación, porque aquí el tema es más trabajoso: un incremento de las inversiones es indispensable para salir del peligro de la recesión. Con todo, el peligro de inflación más recesión pareciera alejarse poco a poco.

Esa sería la primera tendencia. La segunda es política – social. Si seguimos a las encuestas, todo indica que en Chile se consolida y profundiza la desconfianza de buena parte de la población respecto a la elite política: congreso, gobierno, partidos. Estaríamos ingresando a una sociedad desconfiada de lo político, un electorado poco fiel a partidos o ideologías. Esta infidelidad electoral de buena parte de la ciudadanía podría explicar la extraordinaria variación del comportamiento en las urnas de los últimos años. Los partidos figuran en las posiciones más bajas de reconocimiento institucional, y ello puede ser la antesala de la reconfiguración de la representación política.

En otros países que vivieron un fenómeno similar en el pasado reciente (Perú) no significa que los partidos desaparezcan, sino que son reemplazados por agrupaciones de nuevo tipo, con escasa profundidad programática y generalmente subordinadas a caudillismos de diferentes tonelaje. O, la emergencia de partidos regionales.

La brecha entre representantes y representados aumenta progresivamente. Con ello también se crea el espacio para que liderazgos populistas florezcan, como pasa con los cotidianos esfuerzos de algunes por un nuevo retiro de los fondos previsionales, cuando a casi la mitad ya no le queda nada.

La tercera tendencia es casi obvia, el actual oficialismo está cuesta arriba si quiere ganar las elecciones que vienen. Y vienen varias: en diciembre otro plebiscito, ya agotador para buena parte del electorado que a estas alturas padece de “fatiga constitucional”. El próximo año tendremos elecciones municipales y ya después entramos a la grande. Difícil se ve el futuro electoral para los huéspedes de la Moneda.

También a estas alturas la mejor opción la tiene la actual oposición de derecha, pero resta por saber quien hegemonizará esa opción. En el mundo de la derecha chilena se perfilan hoy tres núcleos: la derecha dura republicana, la derecha tradicional, experimentada y con redes en todo el país, y el piñerismo, mix de empresariado, ex funcionarios y personalidades diversas que tiene la posibilidad de permear en sectores de centro decepcionados de la centro izquierda. La lucha por la hegemonía al interior de la derecha chilena está abierta.

¿Qué puede hacer el gobierno en lo que resta?

Lo primero es asumir la realidad. Hoy es minoría, con un núcleo duro cercano al 30%, que puede servir para resistir pero que no reúne fuerzas para recuperar la conducción moral y política de la sociedad.

El realismo también indica que el proyecto original de superar todos los males que se habían construido en los 30 años previos ya fue. Las derrotas sirven porque son muy pedagógicas, pero requieren ser estudiadas, y sacar las consecuentes lecciones aprendidas y no echarles la culpa a los medios, a los vacilantes, o a cualquier otro que no sea uno mismo.

Con todo, un 30% de apoyo no es poco, pero requiere de una dirección clara y una unidad de acción y propósitos, especialmente cuando el 70% restante no es homogéneo como lo acaba de demostrar la fallida acusación constitucional contra el ministro de educación, malograda más por los excesos de la derecha dura que por los aciertos del gobierno.

Y aquí viene la pregunta. ¿Se dispone de esa dirección experimentada y con objetivos precisos? ¿Las fuerzas políticas y parlamentarias están cohesionadas? ¿Será que algunos empiezan a sacar las cuentas de su futuro político personal?

Hoy tenemos 23 ministerios, y esperen que ya se viene el ministerio de seguridad y el indígena. Chile tiene hoy más ministerios que la fenecida Unión Soviética donde todo era estatal. Pero no se ven dos docenas de escuderos en la opinión pública, muchos guardan prudente silencio y discreta presencia tratando de “pasar piola” ante las tempestades del día a día, dejando muchas veces a solas a una heroica Ministra del Interior y a veces al propio presidente.

No serán fáciles los días que vienen para el oficialismo, tampoco para el país.

Gabriel Gaspar
Cientista Político