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Opinión

De esta saldremos igual o peor, compañeras

Por: Natassja de Mattos | Publicado: 18.07.2023
De esta saldremos igual o peor, compañeras Consejo Constitucional | Agencia Uno
Los 30 años post dictadura hastiaron a Chile hasta crear un malestar y pérdida de confianza tal que no hubo más opción que iniciar una revuelta popular. Bueno o malo, la ruta de salida que se decidió, lejos del punto neurálgico del acontecimiento, fue un proceso constituyente. Con este esperábamos garantizar derechos humanos y sociales que acabaran con los abusos. Como en una contradicción vital, hoy nos vemos obligadas a sopesar todo lo que habíamos avanzado en esos mismos 30 años. En lo inmediato parece que saldremos igual -Constitución del 80- o peor -Constitución del 23-.

No son 30 pesos son 30 años” se leía en las murallas y se oía en las calles desde mediados de octubre de 2019. Se hacía referencia a una sensación constante de abusos por parte de la institucionalidad estatal y gubernamental en la que el pueblo chileno sólo tenía una cierta y, a todas luces insuficiente, injerencia al momento de asistir a las urnas. Ese momento perdió valor por la exponencial crisis de representación y la baja participación electoral, acabando con el voto convertido en una completa entelequia.

Un SERNAC desnutrido, unas AFP perversas, unas ISAPRE desafectadas, un FONASA negligente, concesiones delegantes de toda fortuna hacia fuera del país, desigualdades evidentes y galopantes, una acumulación de deuda inabordable para estudiantes, una deuda histórica para profesores, un imperio de bonos como parches de mal pegamento que se caen a medio andar, una educación para ricos y otra para pobres, unos municipios copiosos y otros de miseria, un centro-periferia interno delimitado con murallas imaginarias pero intraspasables, un creciente costo del transporte público sin consideración de los sueldos del pueblo. ¿He de continuar?

En mi particular experiencia, vi cómo el hastío nos cubría cual manto oscuro impreso en los rostros de todas y todos en el metro de Santiago, donde ya no cruzábamos miradas más que para disputar un rincón. Dejamos de mirarnos y estábamos dormidos en el letargo del estatus quo.

Pero hay abusos que superan 30 años. También 40, 50, 60, 70, suma y sigue. Me refiero a los coloniales y patriarcales, dúo inseparable y omnipresente. Para nosotras las mujeres, alzarnos desde 2019 nos permitía revivir un mayo de 2018 que había sido extinguido, recuperar luchas de los años 80 que habían sido silenciadas, recordar luchas de los 40 y 50 en que se nos brindó algo de ciudadanía y presencia pública, entre tantas otras luchas fragmentadas por los frenos de un poder patriarcal que siempre logra aplastarnos en un esfuerzo por devolvernos al lugar que se nos ha asignado históricamente.

Oprimida y cansada, reconozco algunos hitos imprescindibles para el impulso de los derechos de las mujeres. Y lo creamos o no, hablo de hechos de los famosos 30 años, mas no se equivoquen, pues estos no se deben en su totalidad a los gobiernos de la ex Concertación y ex Nueva Mayoría (y para nada al gobierno del ex Presidente Piñera). Se deben a la presión incansable de movimientos feministas y el trabajo minucioso de organizaciones de la sociedad civil dedicadas a la igualdad entre hombres y mujeres, en su mayoría también declaradas feministas.

Nótese: La ratificación de Chile a la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres (CEDAW) en 1989; Dos años después, en 1991 se creó el Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM), actualmente SERNAMEG: Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género, primera institucionalidad que veló por los derechos y protección de las mujeres; En 1996 Chile ratificó la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, conocida como “Convención de Belem do Pará”; El primer gabinete paritario de la historia en el primer gobierno de la ex Presidenta Michelle Bachelet; En 2009 (sí, recién hace 14 años) se creó el Primer Plan de Acción Nacional sobre Mujeres, Paz y Seguridad; En 2015 se mejoró con creces la institucionalidad y presupuesto para garantizar derechos a las mujeres y la equidad de género con la creación del MinMujeryEG; En 2017, tras una constante lucha desde los movimientos feministas, logramos se legislara el aborto en tres causales; A partir del Movimiento Feminista de 2018, con su punto culmine en el mes de mayo, se lograron la ley contra el acoso callejero y la ley contra el acoso en espacios de educación, dos escalones desde el abismo hacia la construcción de una sociedad de cuidados (entendidos de manera amplia); Sólo por nombrar algunos logros.

Nótese ahora: En el actual Consejo Constitucional, Republicanos y Chile Vamos, con mayoría en el órgano, impulsan enmiendas a todas luces conservadoras y regresivas para las mujeres. Los logros que he consignado siempre tuvieron obstáculos de implementación y vigencia debido a falta de voluntades políticas y cerrojos constitucionales y, si bien aún está por verse que estas enmiendas toquen la luz, es clara la voluntad política de las derechas por una constitución con aún más cerrojos, al más puro estilo de Jaime Guzmán. Ya he advertido antes que nuestros derechos como mujeres corren riesgos con los actuales balances de poder en el Congreso y el Consejo, frente a lo que es preciso estar conscientes de que esto podría significar que mujeres y feministas votemos en contra del nuevo texto.

Los 30 años post dictadura hastiaron a Chile hasta crear un malestar y pérdida de confianza tal que no hubo más opción que iniciar una revuelta popular. Bueno o malo, la ruta de salida que se decidió, lejos del punto neurálgico del acontecimiento, fue un proceso constituyente. Con este esperábamos garantizar derechos humanos y sociales que acabaran con los abusos. Como en una contradicción vital, hoy nos vemos obligadas a sopesar todo lo que habíamos avanzado en esos mismos 30 años. En lo inmediato parece que saldremos igual -Constitución del 80- o peor -Constitución del 23-.

No se trata necesariamente de cerrar el boliche por fuera, pues la caja de Pandora nos contó que la esperanza es lo último que se pierde, así como una de nuestras líderes un día nos llamó al realismo sin renuncia. Hoy el futuro se ve oscuro y estamos cansadas, pero hemos de levantar demandas y una agenda clara, una que dispute su lugar y que, si perdemos, sea nuestro futuro caballito de batalla cuando digamos: esto es lo que propusimos, esto fue lo que nos perdimos.

Natassja de Mattos
Cientista política feminista especializada en temas de género y activista en La Rebelión del Cuerpo.