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Opinión

De deslenguadas y bandejeros

Por: Verónica Rabb | Publicado: 20.07.2023
De deslenguadas y bandejeros María Luisa Cordero | Agencia Uno
La viralidad que generan contenidos que no cumplen principios éticos esenciales, es vergonzosamente grosera. Como grosera es su impunidad. Y (el de María Luisa Cordero) no es el único caso que hemos visto en que personajes públicos usan al periodismo para decir lo que se les da la gana frente a periodistas que, a su vez, también utilizan el periodismo como una herramienta para difundir contenidos de odio y declaraciones de absoluto desprecio disfrazadas de franqueza.

Que la parlamentaria María Luisa Cordero, antes expulsada del Colegio Médico por vender licencias médicas, se permita usar la retórica incendiaria para difamar y agredir a sus anchas, es vergonzosamente grosero. De paso Juan José Lavín, el comunicador que la acompaña en programa radial hace de buen bandejero. Duras críticas generaron los últimos dichos de la diputada en contra del ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, luego de tacharlo de “pervertido” y “gordito enfermo”. Ya había ocurrido algo similar cuando la psiquiatra y parlamentaria acusó a la senadora independiente, Fabiola Campillai de mentir sobre su ceguera.

Hay una palabra que la señora Cordero desconoce. Se llama respeto.

La viralidad que generan contenidos que no cumplen principios éticos esenciales, es vergonzosamente grosera. Como grosera es su impunidad. Y no es el único caso que hemos visto en que personajes públicos usan al periodismo para decir lo que se les da la gana frente a periodistas que, a su vez, también utilizan el periodismo como una herramienta para difundir contenidos de odio y declaraciones de absoluto desprecio disfrazadas de franqueza.

Hace unos días, en un panel de conversación que se transmite por televisión, con expertos que analizan los hechos más importantes de la semana, el diputado y jefe de bancada de la UDI, Guillermo Ramírez, se tomó de una expresión tan sentida como el “nunca más”, para elaborar una perorata que puso en un mismo nivel las expropiaciones de hectáreas de campo durante la Unidad Popular, con los delitos de lesa humanidad cometidos en dictadura. Al ‘nunca más’ golpes de Estado, al ‘nunca más violaciones de los derechos humanos’, se tendrían que sumar el ‘nunca más’ la violencia en la política, el ‘nunca más’ a las expropiaciones, al abuso de poder.

Todo esto frente a un periodista, en un medio de comunicación y sin que nadie le diga nada. Nada. Aquello no es un periodismo legítimo. Medios de comunicación y periodistas que dicen hacer periodismo, pero que generan impacto manipulando a sus audiencias, tolerando imputaciones irrespetuosas y ofensivas que patrocinan y contribuyen a ciertos grupos, empresas o partidos políticos, son casos patológicos que rayan en un caso de propaganda o, derechamente, de relaciones públicas. Lo suyo es un negocio, no un servicio.

Los periodistas nos debemos a la ciudadanía, pero ejemplos como estos desnaturalizan la profesión. Por algo los medios de comunicación se llaman medios. Tienen la función esencial de ser intermediarios y, cual árbitro, conducir un partido, pero cuando un jugador se sobrepase, no diga la verdad, mostrar la tarjeta roja resulta imperante. Punto. Eso es esencial y es una norma básica del oficio del periodismo.

Pero vemos que eso no pasa. Ni muestran la tarjeta, ni una. Ni amarilla ni roja. Hay excepciones, claro. Hay mínimos civilizatorios que son indiscutibles. Los derechos humanos son uno de ellos. Pero ¿qué hacer con estos casos? Yo diría que deben adoptar de manera transversal un enfoque de derechos humanos en todos sus contenidos. Eso siempre se lo digo a mis estudiantes.

Como periodistas es importante ser conscientes de estos factores, tomar medidas para combatir esta situación y garantizar coberturas precisas, rigurosas, justas, éticas, de calidad y responsables. No hacer esto es capitalizar la controversia, otorgándole visibilidad excesiva a quien no lo merece.

Verónica Rabb
Periodista, magíster en Antropología y Desarrollo. Profesora de Periodismo en el Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile.