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Opinión

El “yo no lo sabía” a 50 años del golpe en Chile

Por: Gustavo Gac-Artigas | Publicado: 08.08.2023
El “yo no lo sabía” a 50 años del golpe en Chile Ex centro de tortura Londres 38 | Agencia Uno
El torturador, se excusa a su vez: yo recibía órdenes, era un simple subalterno, un mísero teniente, como diría el hoy día teniente coronel en retiro, Luis Alberto Medina Aldea, la bestia de Rancagua, quien manejara el equipo secreto y quien más tarde formó a Manuel Contreras para operaciones especiales en el extranjero. Manoseada excusa repetida tras las épocas de desgracia, repetidas en Núremberg, en España, en Argentina, en Bolivia, en Perú, en Colombia, en Uruguay, en Centro América, en los llamados “black sites”, centros clandestinos de detención de la CIA, en Guantánamo, en Abu Ghraib, por lo que los que reciben órdenes y las cumplen, los que ignoran por dar vuelta la mirada existen en todos los países del mundo.

Hace 50 años el sonido de los corchos liberando espumoso líquido de las botellas de champaña tapaba el sonido de las balas penetrando los cuerpos de pobladores en los barrios populares lejos, tan lejos, de las casitas del barrio alto.

El color del vino se mezclaba con el color de las heridas, las del cuerpo, no las del alma.

El alcohol enturbiaba la vista, ello permitiría, con el pasar de tiempo decir: lo ignoraba, yo no sabía.

Manoseado dicho que tras las épocas de desgracia se repite en boca de aquellos que se sienten culpables, culpables incluso sin haber sido partícipes de los horrores.

No fui yo, fue otro, yo lo ignoraba.

Aquel que no lo ignoraba, el torturador, se excusa a su vez: yo recibía órdenes, era un simple subalterno, un mísero teniente, como diría el hoy día teniente coronel en retiro, Luis Alberto Medina Aldea, la bestia de Rancagua, quien manejara el equipo secreto y quien más tarde formó a Manuel Contreras para operaciones especiales en el extranjero.

Manoseada excusa repetida tras las épocas de desgracia, repetidas en Núremberg, en España, en Argentina, en Bolivia, en Perú, en Colombia, en Uruguay, en Centro América, en los llamados “black sites”, centros clandestinos de detención de la CIA, en Guantánamo, en Abu Ghraib, por lo que los que reciben órdenes y las cumplen, los que ignoran por dar vuelta la mirada existen en todos los países del mundo.

Las cárceles, los campos de concentración, los centros de tortura están sustentados por una potencia, llámese “Big Brother”, llámese “la Patria Grande”.

Al regresar a democracia, o al conocerse los crímenes contra la humanidad, las excusas saltan, las atrocidades nunca nos tocan, no son parte nuestra, son otros u ocurren en otros países, no en el mío, olvidando que el “no lo sabía” se refiere a un país, una ciudad, una cárcel, pero también al país que ayudó a los gobiernos del horror.

Así mismo, el “no lo sabía” también es nuestro, cuando hicimos oídos sordos a las denuncias llegadas desde el otro imperio o de un gobierno que decía poner en práctica nuestros sueños en su país: perdón, es que “no lo sabía”, pensé que era propaganda del enemigo.

¿Qué decir cuando la corrupción irrumpe en un gobierno, y lo sabemos, pero intentamos ocultar el robo para proteger al amigo o a la amiga, o no actuamos?

No podremos excusarnos tras un “no lo sabía” puesto que al igual que los otros en el pasado, lo sabemos.

Y el camino a la autocracia, el camino de regreso al poder de los que se ocultaban tras los “no lo sabía” se pavimenta con la negación, con la falsa inocencia de los “yo no lo sabía” o con el aceptar el “yo no fui”. Honestamente, ¿podemos aceptar el “yo no lo sabía” o sería como buscar una aguja en un pajar?

Gustavo Gac-Artigas
Escritor, poeta, director de teatro chileno, miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Reside en los EE.UU.