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Opinión

El rol de las mujeres en la lucha de los DD.HH. y la recuperación de la democracia chilena

Por: Camila Olmos Mejías y Elisa Franco Sentis | Publicado: 23.08.2023
El rol de las mujeres en la lucha de los DD.HH. y la recuperación de la democracia chilena Mujeres Caupolicán | Cedida
Consideramos que, en este contexto de avance de la ultra derecha son fundamentales los ejercicios de memoria feminista, pues nos permite salir del presente -que aparece sin horizontes de sentido y con futuros clausurados- y recuperar aquellas luchas y proyectos inconclusos para reactualizar nuestras fuerzas y deseos. En este sentido, nuestras memorias aparecen como fábricas de utopías, nuevos imaginarios, nuevos ideas y esperanzas para recuperar nuestro presente y retomar nuestra iniciativa de lucha por un futuro mejor. De este modo, nuestras memorias como mujeres latinoamericanas son disruptivas, pues pretenden seguir politizando a la sociedad en tiempos actuales de emergencia de giros autoritarios y de la ultraderecha.

Uno de los temas de primera importancia para la perspectiva feminista fue, precisamente, el hecho de que el régimen, para imponer su autoritarismo, no sólo recurre al poder omnímodo de sus fuerzas militares, sino que también – brutal y exitosamente- a todo el autoritarismo subyacente en la sociedad civil.

Julieta Kirkwood

 

El 23 de diciembre de 1983 quedó marcado por un importante acontecimiento: más de 10,000 mujeres se congregaron bajo el lema «Hoy y no mañana, ¡Por la Vida!» en un significativo acto que tuvo lugar en el teatro Caupolicán. Este evento tuvo como objetivo manifestar la firme oposición de miles de mujeres a la dictadura civil-militar liderada por Pinochet. En esa ocasión, las mujeres cristalizaron su estrecho vínculo con la lucha por los derechos humanos y su papel fundamental en la búsqueda de la recuperación democrática. Fue un momento histórico que resalta la valiosa contribución y la participación activa de las mujeres en la lucha antiautoritaria contra el régimen dictatorial.

La lucha por los derechos humanos en el Cono Sur fue levantada principalmente por madres, hijas, hermanas y compañeras de personas detenidas desaparecidas y presas políticas que salieron a ocupar el espacio público desde la afectación y desesperación constatando que lo personal es político.

En aquellos momentos críticos de la lucha, las mujeres demostraron uno de los mayores potenciales revolucionarios: la capacidad de politizar a la sociedad en tiempos contrarrevolucionarios. En un contexto de terrorismo de Estado, donde la actividad política estaba siendo perseguida, reprimida y confinada a la clandestinidad, tanto en Chile como en Argentina, fueron las mujeres quienes tomaron la valiente decisión de salir a las calles. Su motivación inicial era encontrar a sus familiares y compañeros/as desaparecidos/as, pero su movilización no tardó en revelar una poderosa fuerza que iba más allá, esto es, recuperar la democracia y acabar con la dictadura civil-militar.

Paralelamente a este proceso, a inicios de los 80, se empieza a rearticular la segunda ola del movimiento feminista chileno con el propósito de transformar la situación de la mujer en un problema social legítimo a nivel político, paliar la crisis económica producto de las reformas neoliberales impuestas por el régimen militar y cuestionar el autoritarismo presente en la sociedad dictatorial y en la familia.

A través de coordinadoras, como el MEMCH 83, las mujeres se organizaron para articular movilizaciones feministas que se desplegaban en jornadas, actos masivos, elaboración de manifiestos, así como en protestas, en las que se integraron como una fuerza autónoma dentro de la movilización social contra la dictadura.

De este modo, en este contexto, se entrelaza la lucha de las mujeres feministas con la lucha de las mujeres en derechos humanos. La síntesis de este cruce que se puede evidenciar en el acto en el teatro Caupolicán, donde queda de manifiesto en la consigna agitada por esos días: “Democracia en el país y en la casa”. Asimismo, este vínculo da cuenta de cómo el feminismo chileno tiene en su seno la lucha contra las estructuras autoritarias desplegadas en la sociedad. El feminismo chileno tiene una matriz antifascista que es necesaria retomar.

Hoy, a 50 años del Golpe Civil-Militar, desde la Coordinadora Feminista 8M nos sentimos herederas de aquellas luchas, pues comprendemos que el feminismo no se agota solamente en la incorporación de la perspectiva de género bajo el actual régimen del capitalismo neoliberal, sino también es una lucha que se alza como una defensa firme contra las manifestaciones de autoritarismo, tanto en el país como en la casa.

Consideramos que, en este contexto de avance de la ultra derecha son fundamentales los ejercicios de memoria feminista, pues nos permite salir del presente -que aparece sin horizontes de sentido y con futuros clausurados- y recuperar aquellas luchas y proyectos inconclusos para reactualizar nuestras fuerzas y deseos. En este sentido, nuestras memorias aparecen como fábricas de utopías, nuevos imaginarios, nuevos ideas y esperanzas para recuperar nuestro presente y retomar nuestra iniciativa de lucha por un futuro mejor.

De este modo, nuestras memorias como mujeres latinoamericanas son disruptivas, pues pretenden seguir politizando a la sociedad en tiempos actuales de emergencia de giros autoritarios y de la ultraderecha.

A 50 años del Golpe, como Coordinadora Feminista 8M, pretendemos recuperar las luchas y resistencias que desplegaron miles de mujeres y feministas en el pasado, pues estas batallas, lejos de desvanecerse, se encuentran más vigentes que nunca.

Para nosotras, reconocer y evocar la historia es un poderoso proceso de transformación, pues nos permite comprender que nuestras luchas no están aisladas en el tiempo, y que las herencias del sistema dictatorial y patriarcal del ayer, son causas de las violencias que vivimos en el hoy. Para nosotras, la memoria es la fuerza del presente.

 

Notas al pie de página

Respecto a la calificación de «segunda» ola del feminismo en Chile:  La primera ola del feminismo chileno aconteció en los años cuarenta, cuando diversas organizaciones de mujeres se unieron para luchar por derechos civiles y políticos, como el sufragio universal.

Respecto de las condiciones de la segunda ola del feminismo en Chile: Julieta Kirkwood (1982) «Ser política en Chile: las feministas y los partidos». Flacso: Santiago de Chile.

Camila Olmos Mejías y Elisa Franco Sentis
Camila Olmos Mejías es Vocera de la Coordinadora Feminista 8M, integrante del Comité de Maternidades y Trabajadora independiente Elisa Franco Sentis es Vocera de la Coordinadora Feminista 8M, integrante del Comité de Memorias y Derechos Humanos, del Comité Internacionalista, Profesora de Filosofía y Licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales