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Mundial de fútbol femenino: Algunas lecciones para Chile

Por: Gustavo González Rodríguez | Publicado: 26.08.2023
Mundial de fútbol femenino: Algunas lecciones para Chile Mundial Femenino 2023 | Pablo Garcia/RFEF
El fútbol femenino nacional presenta un panorama paupérrimo, con escasas excepciones de algunos clubes, como Colo-Colo, Universidad de Chile, Santiago Morning y Palestino. En el último tiempo se ha sabido de encuentros suspendidos por falta de jugadoras habilitadas, de compromisos en que no llegó la terna referil completa, de incumplimientos en la obligación de contar con ambulancia. Añádase que los partidos se suelen jugar en complejos de entrenamiento, en canchas en mal estado y sin estímulos para la asistencia de público. La ANFP (Asociación Nacional de Fútbol Profesional) parece satisfecha con la norma que obliga a todos los clubes profesionales a contar con rama femenina, y casi nada más. Los ingresos televisivos no se canalizan al fútbol de mujeres.

Más allá del patriarcal y censurable beso en la boca del presidente de la Federación Española de Fútbol a la jugadora Jennifer Hermoso, la justa mundial del balompié femenino que finalizó el domingo pasado en Australia da pie a varias reflexiones y propone lecciones para Chile, no solo con toques de atención para la ANFP sino también para el periodismo deportivo y todo el tinglado comercial y comunicacional que se mueve en torno al deporte más popular del planeta.

“La tarea de las jugadoras ha sido colosal: no solo se han impuesto en el campo, sino que han arrastrado a cuantos las miraban con escepticismo para que se rindan a su calidad. Pocos adjetivos pueden definir la proeza”, señala un comentario publicado por el diario El País de Madrid, firmado por Flavita Banana a propósito del triunfo por 1-0 de España sobre Inglaterra en la final.

No le falta razón. No solo en España, sino en el mundo, incluyendo obviamente a Chile, las mujeres se han abierto paso contra viento y marea en un terreno que hasta hace pocas décadas se consideraba exclusivo de los hombres. Mientras los mundiales masculinos de fútbol existen desde 1930 y registran a la fecha 22 versiones, los torneos femeninos recién comenzaron en 1991 en la República Popular China. El último, organizado este año por Australia y Nueva Zelanda, fue el noveno.

Chile no llegó a este torneo, eliminado por Haití en el repechaje. Este hecho, además de la diferencia horaria con Oceanía donde los horarios de los partidos televisados en directo correspondían a las tres o seis de la madrugada, facilitó una cierta indiferencia nacional ante este campeonato, lo cual fue una lástima ya que hubo partidos de alto nivel.

A esto se sumaron sin duda los criterios de la prensa. El 30 de julio, los sitios web informativos repetían hasta el cansancio un espectacular gol de Leonel Messi con la camiseta de su nuevo club, Inter de Miami. Ese mismo día Linda Caicedo, una joven mulata de apenas 18 años, conducía a su selección de Colombia a un sorpresivo triunfo ante la poderosa Alemania, con un gol que debería quedar en los anales del fútbol como arte, una joya de sutileza y maestría para sacarse a dos defensoras en el área y clavar el balón en un ángulo imposible para la guardameta germana. Nunca es tarde para ver el video: Aquí

Un torneo que consagró a nuevas estrellas. Además de Caicedo, a Salma Paralluelo Avingono, de 19 años, la española hija de una emigrante de Guinea Ecuatorial, o a la arquera de Suecia, Zecira Musovic, de familia serbia emigrada por la guerra en los Balcanes, responsable de la eliminación del equipo de Estados Unidos, que no pudo reeditar las copas conquistadas en los dos mundiales anteriores de Canadá (2015) y Francia (2019).

Como todo buen mundial, el de Australia-Nueva Zelanda arrojó sorpresas con las eliminaciones en las fases de grupo de Alemania y Brasil, y de Estados Unidos y Francia en los tramos finales, y asimismo gratas revelaciones, como el desempeño de Colombia y Jamaica y la digna participación de Haití, que no en vano dejó a Chile fuera de la justa.

Un balance mundialista que habla bien del fútbol femenino, cuya competitividad crece de la mano de su expansión y que está presente hoy en todos los continentes, con Marruecos, Zambia y Nigeria como sólidos exponentes de África y Japón en tanto potencia asiática. En América Latina, Chile ha tenido que ceder protagonismo a Colombia y Argentina, para no mencionar la distancia que nos separa de Brasil.

Nada es casual. La corona alzada por España es fruto de un proceso. Desde 2018, el cuestionado Luis Rubiales (el del beso a Hermoso), apostó por apoyar al fútbol femenino. Las chicas que alzaron ahora la copa adulta fueron campeonas en los últimos torneos mundiales sub-17 y sub-20. El presupuesto de la Federación Española de Fútbol a las selecciones de mujeres creció de tres millones a 27 millones de euros.

Agréguese a lo anterior las apuestas de los grandes clubes profesionales que invierten en planteles de alto nivel para la disputa de los torneos locales e internacionales. Real Madrid fichó ya a Linda Caicedo y Paralluelo es titular indiscutida del Barcelona. Los clásicos entre los dos grandes del fútbol español, al igual que en sus versiones masculinas, son llenos completos del Santiago Bernabeu o del Camp Nou. Hay apoyo y entusiasmo del público.

Logros de planificación y de inversiones, pero también de lucha feminista. En 2019 las jugadoras de la liga española fueron a la huelga para exigir y obtener mejores sueldos. Ese mismo año. Las futbolistas estadounidenses, encabezadas por Alex Morgan y Megan Rapinoe, iniciaron una lucha legal para obtener en 2022 igualdad salarial con sus pares masculinos y terminar con otras formas de discriminación.

Queda aún mucho camino por delante. También en El País, la periodista Irene Guevara advirtió que en el Mundial de Australia-Nueva Zelanda la FIFA repartió 140 millones de euros entre las 32 selecciones participantes, muy por debajo de los 404 millones distribuidos entre igual número de equipos en el Mundial de Catar del año pasado.

Si la gesta es todavía ardua a nivel mundial, lo es mucho más en Chile. Recién este año entró en vigor la ley que obliga a los clubes profesionales a tener con contrato al menos al 50% de sus planteles femeninos, para subir a 75% el 2024 y completar la totalidad un año después. El salario mínimo para las futbolistas contratadas es de 15 dólares al día, es decir unos 380.000 pesos al mes.

Pese a ese avance, el fútbol femenino nacional presenta un panorama paupérrimo, con escasas excepciones de algunos clubes, como Colo-Colo, Universidad de Chile, Santiago Morning y Palestino. En el último tiempo se ha sabido de encuentros suspendidos por falta de jugadoras habilitadas, de compromisos en que no llegó la terna referil completa, de incumplimientos en la obligación de contar con ambulancia.

Añádase que los partidos se suelen jugar en complejos de entrenamiento, en canchas en mal estado y sin estímulos para la asistencia de público. La ANFP (Asociación Nacional de Fútbol Profesional) parece satisfecha con la norma que obliga a todos los clubes profesionales a contar con rama femenina, y casi nada más. Los ingresos televisivos no se canalizan al fútbol de mujeres. Tampoco se adoptan medidas para acercar a los espectadores como podría ser programar, como preliminares de los partidos de hombres, encuentros de los torneos femeninos, tal vez con un recargo en las entradas que apoyen su financiamiento.

Este tratamiento discriminatorio no se condice con los éxitos que el fútbol femenino ha dado a Chile, como la Copa Libertadores de Colo-Colo en 2012 o la clasificación al Mundial sub-20 de 2008 y al Mundial de Francia 2019. Viene ahora el desafío de los Juegos Panamericanos en casa, con la esperanza de que la ANFP y el Ministerio del Deporte lo tomen en serio y pongan en marcha un proyecto de largo alcance con los suficientes recursos. Es la enseñanza de España y del reciente mundial.

Gustavo González Rodríguez
Periodista. Ex director de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile.