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Opinión

Las porfías en la memoria

Por: Natassja de Mattos | Publicado: 07.09.2023
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La dicotomía porfiada. Cada año cuando se acerca el 11 de septiembre somos sometidas y sometidos a escuchar a quienes dicen: basta de pasado, es tiempo de mirar al futuro, erigiendo una falsa dicotomía que opone pasado a futuro, que los distancia y los disecciona como si se tratasen de cosas independientes, o lo uno o lo otro.

A medida que se acerca el 11 de septiembre y vamos conmemorando, se nos van acumulando nudos en la garganta, ganas de gritar, saboreamos una mala mezcla entre pena y rabia, y sobre todo una pérdida de situación, bailando un vals que no queremos entre pasado, presente y futuro, cayendo en oscuros abismos de interrogantes sobre la verdadera o falsa distinción y existencia entre esos tres momentos. Se polariza el escenario de la política y la recta de izquierdas a derechas parece ampliarse en brechas irreparables. Si hacemos un esfuerzo por entender lo que nos va pasando como sociedad, creo que podríamos resumir el fenómeno en, al menos, tres insoportables porfías.

La selección porfiada de memorias. Hay un sector que aún parece querer explicar el Golpe Militar culpando al gobierno de la Unidad Popular, como si algún gobierno democráticamente electo y ratificado por el Congreso Pleno, que juega las reglas de la República, pudiera ser alguna vez responsable de un quiebre democrático con la características de lo que ocurrió en Chile en 1973 y los posteriores 17 años de larga dictadura. El negacionismo del horror, el afán por olvidar un pasado así de largo, un pasado de 17 años de duración, salvando en cambio recuerdos parcializados y relativos de los casi tres años del gobierno de la Unidad Popular, tratando de justificar casi dos décadas de impuesto régimen autoritario y sangriento con tres años de gobierno electo en las urnas. Se trata de una memoria selectiva porfiada, que intenta justificar lo injustificable.

La historia siempre nos ha ilustrado con la narrativa de los diferentes gobiernos de nuestro país y del mundo, y para cada uno de ellos se lustran fortalezas, hitos, características, errores y juicios, pero nunca ninguno de aquellos que fueron elegidos por la voluntad popular pueden ser justificación para bombardear el palacio de gobierno e imponer un régimen por la fuerza. Esto no quiere decir que los gobiernos no puedan interrumpirse, pues para eso se dispone de innovaciones democráticas como los plebiscitos (entre otros) que no son otra cosa que la muestra de que el poder es “prestado”, de que es posible que ese poder conferido por el pueblo, sea replanteado y reconsiderado por el mismísimo pueblo, que fue quien prestó la soberanía.

La dicotomía porfiada. Cada año cuando se acerca el 11 de septiembre somos sometidas y sometidos a escuchar a quienes dicen: basta de pasado, es tiempo de mirar al futuro, erigiendo una falsa dicotomía que opone pasado a futuro, que los distancia y los disecciona como si se tratasen de cosas independientes, o lo uno o lo otro. Del lado contrario, del sector de las izquierdas y el progresismo, argüimos que se trata de un continuo y repetimos cada año que “sin memoria no hay futuro”, explicando la relación que existe entre pasado y futuro, sin fisuras, sin disecciones ni cortes porfiados entre ambas cosas.

Es imposible mirar al futuro sin antes repasar lo que nos precede, para sacar lecciones y para avanzar desde la reparación de los cimientos que puedan permitir construir camino y horizontes posibles. Haciendo visible lo que ocurrió el 11 de septiembre de 1973 y en los posteriores 17 años es que podemos tener claro qué es lo que no queremos que vuelva a pasar nunca en este ni en ningún país. Es sobre la memoria que se construye un futuro esplendor.

El treintañísmo porfiado. Se trata de una segunda expresión de memoria selectiva y, esto puede ser controversial, pero creo que toda vez que se culpa a los famosos 30 años hay que tener plena consciencia que los acusamos por no reparar suficientemente lo que pasó previo a dicho periodo.

Por supuesto que es relevante pasar la cuenta a los 30 años de gobiernos que siguieron a la vuelta a la democracia, del mismo modo que se le pasará cuenta al actual gobierno más adelante, porque a todo gobierno se le evalúa y se le pasa cuenta. Sin embargo, es preciso evaluar siempre en su justa medida, entender las condiciones y las estructuras que producen y reproducen situaciones y decisiones en cada gobierno, sobre todo en respeto a la voluntad popular que designa y presta el poder a quiénes sean los que gobiernen en un periodo u otro. Es larga la lista de cuentas pendientes con esos 30 años, pero no debemos olvidar que en contraste con los 17 años anteriores, fueron la panacea. No olvidemos quiénes y cómo instalaron el sistema nefasto cuyos efectos sufrimos en esos 30 años posteriores y hasta hoy.

Tanta insistencia que intenta quitar el foco a lo que realmente deberíamos estar observando este septiembre. Tanta obstinación que no nos permite conmemorar con honor a nuestros familiares asesinados, nuestros amigos desaparecidos, nuestra República mutilada, nuestro sistema acorralado y corrompido, nuestro palacio quemado, nuestro pueblo traumado, nuestros sueños rotos. Basta de porfías, abramos paso a la justa memoria.

Natassja de Mattos
Cientista política feminista especializada en temas de género y activista en La Rebelión del Cuerpo.