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Opinión

El error en la política

Por: Carlos Eduardo Mena Keymer | Publicado: 10.09.2023
El error en la política Imagen referencial – Partido Demócrata Cristiano | Agencia Uno
¿Por qué entonces el Partido Demócrata Cristiano no reconoce los errores cometidos? ¿Es posible seguir sosteniendo que no fue un error aprobar la declaración de la Cámara de Diputados al declarar la inconstitucionalidad del gobierno de Allende, en agosto de 1973? ¿Alguien hoy día puede dejar de afirmar que esta declaración no fue la puerta de entrada para el golpe militar?

En la política como en toda actividad humana se cometen errores. A esto alude un saber milenario, que señala que los hombres y mujeres cometen, inevitablemente, errores en su actuar. Pero los errores en política tienen efectos más amplios que aquellos corrientes que cometen las demás personas. Ello debido a que las decisiones políticas afectan a las personas que viven en la comunidad, en la sociedad. La estructura del conocimiento ha tenido como meta u objetivo la supresión de los errores, ya que se supone que estos no permiten alcanzar lo que se ha dado en llamar “la objetividad de la verdad”.

La toma de decisiones en política es un proceso complejo, que abarca múltiples dimensiones, y cuyos efectos no siempre pueden ser previstos. Más aún, la mayoría de las veces tienen resultados inciertos que no pueden ser evaluados sino sólo dentro de un determinado contexto. En consecuencia, toda las decisiones políticas, unas más y otras menos, se adoptan en un marco de incertidumbre.

Comprender el error como fuente del conocimiento de la política permite entender las complejidades del poder, ubicar mejor el devenir de los acontecimientos políticos, asumir responsabilidades por las acciones, y hacer la vida en comunidad más democrática.

Negar y negarse a desarrollar acciones, incorporando las fallas y los errores cometidos, no es propio de un sistema democrático. Nos remite al autoritarismo. No reconocer errores es propio de las dictaduras y de los pueblos manipulados y enajenados.

Es en este contexto, al cumplirse 50 años del golpe militar, que es preciso abordar los errores que todos los partidos políticos cometieron entre 1970 y 1973 y que condujeron al golpe de Estado. Los partidos de la ex Unidad Popular los han identificado con claridad en múltiples documentos y libros que han dado lugar a seminarios y encuentros de diversa naturaleza.

El Partido Socialista luego de declarar apoyar la “vía armada” como instrumento de acción política en el congreso de Chillán de 1967, hizo un profundo análisis de lo ocurrido y de los errores cometidos, en lo que se denominó “la renovación socialista”, y actualmente ha adoptado de manera clara, sin ambigüedades, la adhesión a la democracia y el descartar siempre la violencia como instrumento de acción política.

¿Por qué entonces el Partido Demócrata Cristiano no reconoce los errores cometidos? ¿Es posible seguir sosteniendo que no fue un error aprobar la declaración de la Cámara de Diputados al declarar la inconstitucionalidad del gobierno de Allende, en agosto de 1973? ¿Alguien hoy día puede dejar de afirmar que esta declaración no fue la puerta de entrada para el golpe militar?

Sin duda no fue la causa, pero posibilitó su legitimación. Todos los regímenes autoritarios necesitan para su legitimidad, de fundamentos legales. La dictadura militar señaló que esta era una fuente importante de su legitimidad. Otros errores significativos fueron, al comienzo de la dictadura, declarar la “independencia crítica”, de la DC en lugar de la oposición tajante a la dictadura de Pinochet y, también, el permitir que militantes de este partido ocuparan altos cargos de gobierno en el régimen militar.

Esto no excluye de ninguna manera los aciertos que implicó, para el país y para la recuperación de la democracia, el importante rol que el partido democratacristiano jugó posteriormente, a través de muchos que se arriesgaron por la defensa de los Derechos Humanos, como don Jaime Castillo Velasco, al igual que la creación del grupo de los 24, o el impulso a la alianza de los partidos de la Concertación, que finalmente posibilitó recuperar la democracia y generar gobiernos exitosos.

Por otra parte, aprender de los errores y afirmar la verdad, constituye una variable fundamental para generar acuerdos políticos basados, precisamente, en la verdad, factor indispensable para la confianza. De otra manera los acuerdos serán siempre efímeros y subsistirá la desconfianza.

Es indispensable entender que para avanzar en cambios fundamentales en la sociedad chilena se requiere de grandes acuerdos de las fuerzas políticas y sociales progresistas. Ello debe estar basado necesariamente en la confianza. La confianza es muy fácil de perder y muy difícil recuperar. Está basada en comportamientos. Es una apuesta al futuro. Es el reconocimiento de derechos y obligaciones que toda expectativa de comportamiento requiere. La confianza estimula el cambio. La desconfianza por el contrario, petrifica y paraliza las transformaciones.

Para impulsar los cambios, y no repetir los errores del pasado, se requiere estimular conductas que promuevan no sólo pactos electorales, sino que también generen confianzas Será necesario, por tanto, construir acuerdos basados en comportamientos fundados en valores compartidos, comunes. En una “ética de mínimos” como señala la filósofa Adela Cortina.

Esta es una ética preventiva, que reflexiona acerca de lo bueno y de lo malo antes que los hechos ocurran, como no sucedió por ejemplo con los crimines de Stalin o el holocausto judío. Para ello, es necesario diseñar y poner en operación códigos éticos que establezcan valores compartidos entre las fuerzas sociales y políticas progresistas, que se expresen en comportamientos concretos y en conductas comunes.

Carlos Eduardo Mena Keymer
Abogado y cientista político. Académico. Fue funcionario del programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Dirigió el proyecto sobre gobernabilidad democrática de la CEPAL-PNUD. Fue secretario ejecutivo de los Ministerios de las Presidencias iberoamericanas.