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Opinión

Un nuevo BRICS: Luces y sombras de un nuevo cambio en el sistema internacional

Por: Joaquín Sáez y Aníbal Mella | Publicado: 17.09.2023
Un nuevo BRICS: Luces y sombras de un nuevo cambio en el sistema internacional Imagen referencial – BRICS | Creative Commons – mail.lacittafutura.it
Con esta nueva incorporación resulta al menos importante relevar ciertos aspectos importantes sobre la incorporación de los nuevos miembros, ya que teniendo en cuenta esta nueva configuración el, hasta ahora BRICS, concentraría el 35% del PIB Mundial en el 46% de la población total mundial. Datos como estos no dejan de ser notables a la luz de la configuración política, social, cultural y económica de los nuevos países miembros; razón por la que vale preguntarse ¿cuáles son las luces y sombras de este nuevo grupo, o cuánto se gana y cuánto se pierde con esto?

Hace pocos días se anunció la admisión de nuevos Estados miembros del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), tras su última cumbre anual, la cual esta vez tuvo lugar en la ciudad sudafricana de Johannesburgo. Esta decisión que entrará en vigor el 1 de enero del 2024, contempla la incorporación de la República Argentina, la República Árabe de Egipto, la República Democrática Federal de Etiopía, la República Islámica de Irán, el Reino de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos; ampliando con esto la presencia en el sur global.

¿Qué novedades traen estos países?

Se podría decir que el orden mundial se ha constituido en los albores del Bretton Woods con fuerza desde el flanco occidental, donde sus poderes económicos eclosionaron en grupos como el G7 u organizaciones de defensa colectiva como la OTAN; mientras, en el espacio no occidental desde la Conferencia de Bandung en 1955 o el Movimiento de Países No Alineados, renacen identidades políticas alternas como el BRICS o el bloque petrolero de la OPEP, con instituciones financieras como el Nuevo Banco de Desarrollo que articula a las dos anteriores y ostenta funciones paralelas al FMI o el Banco Mundial. Aquí se presentan propuestas como la yuanización y plazos de pago flexibles para economías del Sur Global, otorgando solvencia a aquellos Estados que no resisten las presiones del actual sistema económico del Atlántico Norte.

Con esta nueva incorporación resulta al menos importante relevar ciertos aspectos importantes sobre la incorporación de los nuevos miembros, ya que teniendo en cuenta esta nueva configuración el, hasta ahora BRICS, concentraría el 35% del PIB Mundial en el 46% de la población total mundial. Datos como estos no dejan de ser notables a la luz de la configuración política, social, cultural y económica de los nuevos países miembros; razón por la que vale preguntarse ¿cuáles son las luces y sombras de este nuevo grupo, o cuánto se gana y cuánto se pierde con esto?

Lo cierto es que el BRICS comienza como una denominación académica del economista de Goldman Sachs Jim O’Neill, pero con el tiempo ha ido adquiriendo cada vez más fuerza política real. Su nueva configuración es algo que de alguna u otra manera se plantea como una propuesta, incipiente si se quiere, pero alternativa al régimen internacional actual. En este sentido, la búsqueda por influir en el Sur Global ha sido progresiva y exitosa, pese al escepticismo que pueda suscitar.

En materia económica aliarse a China y Rusia no deja de ser relevante a la luz de acontecimientos como la guerra comercial China-EEUU de 2018 y el bloqueo del sistema SWIFT a Rusia, pues permite ver una intrínseca relación de lo económico y lo geopolítico. Y con esta nueva incorporación de miembros, los BRICS pasarían a concentrar el 40% del gas natural mundial, el 50% de la producción global de trigo, el 40% de las reservas de litio, y el 50% de las reservas mundiales de petróleo, con Arabia Saudita, Irán y Rusia como miembros activos de la OPEP. Esta nueva alianza comercial puede significar un importante giro geopolítico por lazos comerciales, y es que sin ir más lejos desde 2015, la participación de los BRICS en las importaciones de los nuevos candidatos aumentó de 23% a 30%, reemplazando a la zona euro, Estados Unidos y otras economías desarrolladas, según ING.

Y en términos políticos saltan a la vista dos cosas que resultan interesantes de observar desde la perspectiva global. La actividad rusa en materia económica tensiona la balanza geopolítica por la guerra con Ucrania, a la vez que despierta preocupación la incorporación de Irán en el grupo, siendo una de los principales Estados de Medio Oriente que ha permanecido bloqueado por Washington debido a su programa de desarrollo nuclear.

Así mismo, se teoriza sobre las consecuencias de incorporar a tres países que históricamente han tenido relaciones complejas como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos quienes han manifestado tensión constante con Irán desde hace ya bastante tiempo, debido a la tensión religiosa (chiita – sunita), interviniendo en territorios y conflictos ajenos, brindando apoyo a fuerzas en oposición, como es el caso del conflicto en Yemen; a la vez que también mantiene una tensa relación con Egipto.

Sumado a lo anterior, resulta curioso pensar en la incorporación de Etiopía, en donde también se vive un conflicto étnico relevante y una guerra civil que ya ha cobrado más de 500.000 fallecidos, sumiendo al territorio en una profunda crisis política y vulneración de los derechos humanos de su población.

Por su parte, desde América Latina, es imperante preguntarse sobre el rol de Argentina en todo esto ¿por qué se toma la decisión de sumar a un país con una profunda crisis política y una inflación que va cada día al alza, y en la que desvalorización de su moneda está cada día más presente?

Lo cierto es que la incorporación de Argentina no es una novedad, al menos en lo que respecta a la intención de adhesión de este país latinoamericano. El BRICSA es un proyecto por el que la ex presidenta Cristina Fernández había solicitado interceder a Lula da Silva en su anterior mandato, no obstante, el apoyo para tal incorporación sólo llegó en 2023. Otros como Venezuela ya habían solicitado su adhesión, en especial considerando que este país transporta grandes cantidades de barriles de petróleo con Irán y mantiene un posicionamiento político relevante para China en la región sudamericana. No obstante, la incorporación de Argentina no significa necesariamente que países como Irán o Arabia Saudita tengan mayor presencia en Sudamérica, pero sí que es una instancia muy poderosa en el Sur Global y Argentina pasaría a ser parte de un club muy selecto y poderoso.

Las perspectivas de desarrollo deben ser consideradas como una prioridad y objetivo altruista que reduzca tensiones para los nuevos BRICS, y donde Argentina puede ser el espacio de experimentación para las nuevas estrategias del bloque. Y es que si países como China desean en el mediano y largo plazo instalarse como una alternativa de cooperación, sería sin involucrar un peligroso escenario como el de la Trampa de Tucídides donde una(s) potencia(s) cae(n) y otra(s) se levanta(n), cada acción importa.

¿Los nuevos no alineados?

En la contingencia reciente, hemos observado cómo el continente africano vuelve a ser un escenario de conflictos neocoloniales frente a potencias europeas, a la vez que se recibe con entusiasmo la iniciativa de los BRICS, lo que se reflejó en la gran asistencia de países africanos en la cita de agosto. Se ha hablado mucho también del Siglo de Asia, con China como adalid de la cooperación económica con África y América Latina a través de proyectos como la Franja y la Ruta, o los bancos de Desarrollo, buscando crear un flujo económico paralelo al que los países del Atlántico Norte delinearon por décadas, y que durante mucho tiempo les sirvió como garantía para encontrarse a la cabeza del multilateralismo.

La incorporación de Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Nigeria tiene un potencial demográfico y de recursos que otorga viabilidad a los proyectos del bloque con un poderoso respaldo financiero. Aquí países como Argentina serían benefactor y beneficiado, lo primero pues dota de mayor agencia a la región sudamericana en las decisiones que tome el bloque con dos portavoces al sumarse a Brasil, y como beneficiado al ser receptor de fórmulas que podrían eventualmente sacar a flote su economía, sin tener recurrir a la tan conocida repactación de deudas que gobiernos de izquierda y derecha han tenido que solicitar en el país trasandino.

En general, se podría pensar que la nueva alianza resulta de conveniencia para sus miembros, pero resulta ineludible cuestionar cómo se altera el panorama organizacional de este bloque el incluir a países con altos estándares de vulneración en materia de derechos humanos y libertades fundamentales, con un cada vez mayor poder de decisión en el sistema internacional, como el Reino de Arabia Saudita o la potencia nuclear iraní.

Estas incorporaciones en las lides de lo que funge como la novel y controversial materialización de más desarrollo para muchos países del Sur Global que claman por respuestas y mayor atención a sus problemáticas frente a la actual crisis económica post pandémica, no dejarán de ser controversiales por largo tiempo, por lo que sus mecanismos de acción serán un factor clave para reducir o acrecentar las tensiones.

Las diferencias del Norte y el Sur Global con los nuevos BRICS no deben conducirnos a un nuevo gran conflicto, más aun pensando en la reconfiguración de fuerzas y alianzas. El llamado es a observar las propuestas para el desarrollo que se ofrecen y cuestionar qué tan global se puede mantener la globalización con esta multiplicidad de actores que la tensionan. Los principios en que fueron construidos el sistema internacional han permitido una relativa paz sujeta a normas fundamentales como la Carta de Naciones Unidas y la Declaración Universal de Derechos Humanos, sin embargo, somos conscientes de que esta contingencia nos lleva a reflexionar sobre la relevancia de actores internacionales que delinean un nuevo panorama internacional. A tener esperanzas institucionalistas y escepticismo realista en esta nueva fase de la (des)globalización.

Joaquín Sáez y Aníbal Mella
Joaquín Sáez, presidente ALADAA Chile Aníbal Mella, Internacionalista, Master en Estudios Internacionales, Universidad de Chile.