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Ignorantes, apáticos e irracionales

Por: Esteban Celis Vilchez | Publicado: 25.09.2023
Ignorantes, apáticos e irracionales Imagen referencial – Republicanos en el Proceso Constituyente | Agencia Uno
La excelencia o mediocridad de nuestra democracia depende de nuestra excelencia o mediocridad como ciudadanos y electores. Así que ya es hora de mirarnos al espejo y ver qué imagen nos devuelve. Actualmente, creo que es bastante fea y corresponde a la que dibuja Pitkin: ignorantes, apáticos e irracionales. Y yo agregaría que también somos individualistas y profundamente egoístas.

En su libro El concepto de representación, Hanna Fenichel Pitkin dice que la labor de la representación se enfrenta a un especial desafío: la existencia de un electorado apático, ignorante e irracional (Pitkin, 2014: 277). Si lee el libro, podrá observar que no es una afirmación gratuita, sino que se basa en investigación y evidencia, como corresponde a una cientista política de su nivel.

A todo el mundo, en especial a los políticos, le gusta hablar de la “sabiduría” del pueblo chileno y de la “sensatez” de los votantes. A mí no me parecen sabios ni sensatos. Ni siquiera me parecen dotados de un mínimo sentido del bien común. Alabar al electorado es un acto zalamero del que persigue sus votos, no un acto de sinceridad. Y yo no persigo votos. Y si algún día lo hago, no lo haría sacrificando la sinceridad.

Si los políticos tienen el nivel de mediocridad general que casi todos les atribuyen, es necesario asumir que su mediocridad promedio es representativa de la mediocridad promedio de sus representados. Tenemos los políticos que nos merecemos.

Eso sí, hagamos aquí un alto. No se me vaya a confundir con la doctora Cordero, que cree que su voto debe valer por 5. Ni con el clasista presidente Domingo Santa María, que en el siglo pasado se quejaba de que era un error entregar el voto al rotaje y la canalla. Ni menos se vaya a creer que comparto las palabras espantosas de un tal Fernández, en 1848: “Escuchad esas vociferaciones, ved esos rebaños de hombres andrajosos que arroja el fango de los arrabales: es el motín que pasa. Ha apestado el aire. He aquí ‘el pueblo’… ¡el pueblo soberano! Esa mescolanza de pálidos mata-perros, de vigilados por la justicia, de horrorosas bacantes, esas frentes estúpidas i embadurnadas de vino – ¿eso es el pueblo? – ¡Vaya pues! Eso es lodo humano… horribles pigmeos, impuro cardumen que ahúlla y que degüella” (F. Fernández: «Variedades», en Revista de Santiago 2:3 (1848), p. 279, citado por Gabriel Salazar en «Ser niño ‘huacho’ en la historia de Chile (siglo XIX)”, Santiago de Chile, 2006, Ediciones LOM, pág. 50).

No, lo mío es solo reconocer y admitir que Pitkin tiene razón. El electorado es ignorante, apático e irracional. Lamento no ser condescendiente. Luego de eso, simplemente creo que debemos aceptar esa realidad y acoger un llamado a cuidar y profundizar la democracia saliendo de nuestra ignorancia, apatía e irracionalidad.

Solo un 42% está muy en desacuerdo o en desacuerdo con el golpe del 11 septiembre de 1973; en cambio, el 31, 8% está muy de acuerdo o de acuerdo con él; y, el 25,2% no tiene posición. De este modo, un 56% aproximado esté constituido por quienes están muy de acuerdo o de acuerdo con el golpe y quienes no tienen posición sobre ello. Un aprecio bien pobre por la democracia y una carencia de información completa acerca de las consecuencias de todo golpe militar, especialmente en relación con los derechos humanos y la protección de los más humildes. Ignorantes, diría Pitkin.

La encuesta de Pulso Ciudadano por los 50 años del Golpe muestra que un 56,5% de los encuestados está nada o poco interesado en la conmemoración. Apáticos, diría Pitkin.

Para el 39,6% de los encuestados, los principales responsables del golpe fueron el presidente Salvador Allende y su gobierno, en tanto que el 30,8% cree que los responsables principales fueron las FFAA; el 30,6% considera como principal responsable a Estados Unidos a través de la CIA; y, finalmente, el 25,2% asigna la mayor responsabilidad a los partidos políticos de derecha. Es decir, la mayoría relativa estima que el primer responsable de un golpe de Estado fue el gobierno derrocado y su presidente y no los golpistas. Irracionales, diría Pitkin.

Ahora, estamos al borde de recibir una propuesta de Constitución deplorable desde lo ético y lo jurídico, inaceptable para una sociedad moderna. Esa propuesta, por aberrante y absurda que pueda parecer, es el fruto del trabajo de convencionales elegidos por ese electorado, que puso allí a una enorme cantidad de “republicanos”, que es gente probadamente conservadora al borde del fanatismo; enamorados de Pinochet y nostálgicos de su dictadura; negacionistas en su amplia mayoría y que, sobre todo, darían otro golpe de estado si lo estimasen necesario. Todo esto es cierto, pero no lo olvidemos: nosotros los pusimos ahí.

La próxima vez que critique el nivel de nuestros parlamentarios o nuestros convencionales, haga una introspección. Porque el nivel de los que los eligieron no es superior. Y si no nos exigimos leyendo, razonando con rigor, pensando con amplitud e ideando soluciones decentes para que todos podamos vivir mejor en lugar de solo unos pocos, seguiremos viviendo en un país cruel y pletórico de desigualdades que solo pueden indignar y avergonzar a cualquier persona con un mínimo sentido de la justicia.

La excelencia o mediocridad de nuestra democracia depende de nuestra excelencia o mediocridad como ciudadanos y electores. Así que ya es hora de mirarnos al espejo y ver qué imagen nos devuelve. Actualmente, creo que es bastante fea y corresponde a la que dibuja Pitkin: ignorantes, apáticos e irracionales. Y yo agregaría que también somos individualistas y profundamente egoístas.

Es mejor vernos tal como somos, porque en la adulación y el autoengaño no hay crecimiento ni mejoría posible. Es políticamente incorrecto lo que digo, lo sé, pero, a la vez, es lo más correcto que se me ocurre decir.

Esteban Celis Vilchez
Abogado.