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Opinión

Formación para una Atención Primaria de Salud de calidad

Por: Roxana Sepúlveda Morales | Publicado: 26.09.2023
Formación para una Atención Primaria de Salud de calidad Imagen referencial – Cesfam de Alhué | Agencia Uno
Nadie duda que un cirujano debe contar con la formación adecuada para atender en un hospital. Sin embargo, en el caso de la atención primaria, se ha planteado que profesionales de la salud en ejercicio en la APS puedan homologar una especialidad médica, como lo es la medicina familiar, a través de cursos, con una formación abreviada y sin supervisión de tutoría clínica como la realizada en los programas formales.

Durante este mes se conmemoran 45 años desde que en Kazajistán se suscribió la Declaración de Alma Ata, en la cual los países involucrados proclamaron que la atención primaria es la estrategia mediante la cual la humanidad podría alcanzar un nivel aceptable de salud, conforme al espíritu de justicia social.

En este contexto, siguiendo un programa de especialidad, se ha fomentado y fortalecido la medicina familiar, formando médicos con competencias no sólo clínicas, sino también un conocimiento completo del ciclo de vida, el enfoque familiar y comunitario, además de estrategias para mejorar la prevención, la adherencia al cuidado y la resolución eficaz de condiciones de salud frecuentes, disminuyendo así los efectos adversos, la fragmentación de la atención y proporcionando -por consiguiente- una mejor calidad de vida.

Estos elementos cobran importancia además en la contingencia de la Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas, en la que próximamente Chile participará como anfitrión en torno a la reorientación de los sistemas de salud hacia la atención primaria como la mejor opción para lograr una cobertura de salud universal. Una atención primaria que reduzca las desigualdades y las barreras de acceso, y donde el conocimiento del territorio y la realidad de los usuarios del sistema de salud son fundamentales.

Sabemos que no es lo mismo atender en un gran hospital que en la estación médica rural más remota de una región. Si bien ambos son de una amplia complejidad (el primero desde lo clínico y el segundo desde su gestión psicosocial), existe una diferencia no menor en relación al limitado acceso que tienen los usuarios de la atención primaria a especialistas. No sólo es difícil el acceso sino que, además, actualmente se encuentra bajo cuestionamiento la necesidad de especialistas que estén formados bajo altos estándares de calidad, corriendo el riesgo de ahondar aún más la brecha.

Nadie duda que un cirujano debe contar con la formación adecuada para atender en un hospital. Sin embargo, en el caso de la atención primaria, se ha planteado que profesionales de la salud en ejercicio en la APS puedan homologar una especialidad médica, como lo es la medicina familiar, a través de cursos, con una formación abreviada y sin supervisión de tutoría clínica como la realizada en los programas formales.

Si bien la especialización requiere un tiempo adecuado de preparación, la ventaja de la formación en medicina familiar es que la educación se puede generar en el territorio, mediante el sistema de «semilleros» o de cupos asociados a período asistencial obligatorio. Así, se integran los aprendizajes in situ desde el primer día, permitiendo deconstruir al médico centrado en el paradigma del síntoma, el examen y la derivación.

En su lugar, se forma un profesional que comprende que el síntoma puede ser la alerta de una situación de vulneración de derechos, de injusticia social o de brechas de género y etnia. Además del desarrollo de capacidades para trabajar junto a los distintos actores de la sociedad, fomentando el equilibrio biopsicosocial. Todo esto permite recuperar los vínculos de afecto y confianza que solía tener el médico de cabecera y asegura una adecuada permanencia de especialistas en el sistema de salud.

Esta permanencia, por ejemplo, en Noruega se reflejó con un 85% de continuidad en la atención y una disminución del 25% al 30% en la mortalidad, las consultas en urgencia y las hospitalizaciones en los usuarios que contaban con un médico familiar de forma regular durante 15 años, según la publicación de Sandvik y colaboradores (2022).

Nuestro país debe enfocar sus políticas públicas a fortalecer el sistema de salud, aspirando siempre a mejorar los accesos, la calidad y resolutividad. Dignifiquemos la presencia de médicos especialistas en atención primaria de los más altos estándares, especialmente para la población más vulnerable de nuestro país y con la mira puesta en que el acceso a la salud finalmente no dependa solo de la capacidad de endeudamiento de cada persona. Alma Ata nos marcó el camino hace 45 años; ahora es responsabilidad nuestra seguir avanzando en esa dirección.

Roxana Sepúlveda Morales
Médica de familia, presidenta de la Sociedad Chilena de Medicina Familiar (SOCHIMEF).