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5 de octubre, la noche en que “corrió solo y salió segundo”

Por: Marcela Mercado | Publicado: 05.10.2023
5 de octubre, la noche en que “corrió solo y salió segundo” Logo de la campaña del NO | Agencia Uno
Todos estos años hemos sido bombardeados por los discursos del estilo “los derrotamos con un lápiz”, incluso a través de la cultura del espectáculo. La película “No” de Pablo Larraín sostiene, por ejemplo, que fue la “Franja del No” la que permitió el triunfo de la oposición el año 1988. O sea, lentamente nos despojaron, incluso, de una épica que sentíamos como propia y que tenía que ver con organizarnos, con un triunfo colectivo que tenía múltiples connotaciones.

El Triunfo del No, aquella noche del 5 de octubre de 1988, ha sido pensado, leída y construido en el transcurso de estos 35 años desde diversas perspectivas. Los distintos sectores han dado una interpretación acerca de lo que significó que ganara la opción que rechazaba que Pinochet se eternizara en el poder y permitía que, en el plazo de un año, se realizaran elecciones libres.

Al principio se nos presentó como un triunfo de los ciudadanos, fruto de una lucha que había vencido al dolor y la desesperanza, el momento en que la Historia había entrado en nuestra historia personal y se había fundido con nuestra historia privada. O sea, nos convirtieron en protagonistas de una épica, pero luego de aquel breve instante de protagonismo, nos convertimos en meros espectadores, y permitimos que nos pusieran en el lugar de simples testigos.

Cegados por el resplandor de la “transición a la democracia”, nos mandaron directo al seno del interior de nuestras casas y fuimos observando el surgimiento de un modo de hacer política que tenía que ver con lo que quería la “gente común”, de modo tal, que ya no nos interesaron determinadas cosas que formaban parte del ámbito intelectual, la “política” quedó relegada al ejercicio de unos pocos y nos convertimos en sujetos meramente productivos, consumidores.

Se impuso la figura de la reafirmación de un modelo que permite la precarización laboral en pos de la inversión, el endeudamiento financiero, el colapso del sistema de pensiones, la educación y la salud como bien de consumo y los desastres ambientales en varias zonas de nuestro país son una serie de elementos que pasaron a formar parte de nuestro presente, que conformaron un creciente malestar que estalló en octubre de 2019.

El relato del Triunfo del No que, al principio, estaba del lado de los más sencillos, fue transitando hacia un lugar de creciente desideologización. Los que accedieron al poder, se instalaron en un lugar fuertemente pragmático, que incorporó ciertos valores culturales de la posmodernidad y que hacen juego con saberes de determinados campos que desarticulan el colectivo o el conjunto y que hacen foco en el individuo y su esfuerzo personal. Justamente lo contrario del movimiento ciudadano, solidario e idealista, que logró derrotar el régimen dictatorial.

Todos estos años hemos sido bombardeados por los discursos del estilo “los derrotamos con un lápiz”, incluso a través de la cultura del espectáculo. La película “No” de Pablo Larraín sostiene, por ejemplo, que fue la “Franja del No” la que permitió el triunfo de la oposición el año 1988. O sea, lentamente nos despojaron, incluso, de una épica que sentíamos como propia y que tenía que ver con organizarnos, con un triunfo colectivo que tenía múltiples connotaciones.

Y sin embargo, la noche de aquel hermoso 5 de octubre existió, Pinochet pudo haber ganado en las urnas, de hecho, alcanzó poco menos del 50% de los votos, pero no fue así. Al día siguiente, el diario “Fortín Mapocho” tituló “Corrió solo y salió segundo”, no se le ha dado el suficiente crédito a aquel titular. Solo, había corrido solo, tal como aquella noche quedó, el más cruel dictador del que este país tenga memoria. Y lo derrotamos, primero en las calles: una ciudadanía que realizó una campaña que fue una fiesta y, luego, en aquella extensa jornada llena de jóvenes, adultos y ancianos que hicieron largas filas en aquel día heroico para decirle NO en las urnas.

Lo que siguió, es literatura.

Marcela Mercado
Gestora Cultural, Coordinadora Escuelita Chepuja