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Opinión

Todos apretamos el gatillo

Por: Francisco Padilla | Publicado: 10.10.2023
Todos apretamos el gatillo Funeral de menor asesinado en Valdivia | Agencia Uno
El revólver se cargó y recargó cada vez que no escucharon su nombre, que no sintieron ser tratados con amor, que sintieron traicionada la amistad y que sintieron el sinsentido de todo. ¿Qué quedaba? Solo el salto al vacío donde la vida no vale más que el último par de zapatillas, o que el jockey original, que las relaciones fugaces con el compañero o compañera, que la violencia que antes solo veían y ahora se convierte en un medio de sobrevivencia. Solo eso había.

“Llegó con tres heridas

La del amor

La de la vida

La de la muerte “

Miguel Hernández

El revólver estaba cargado hace mucho tiempo. Desde que autor y víctima vinieron a un mundo que solo les ha mostrado su cara hostil. Así solo era cosa de tiempo para que alguien apretara el gatillo. Y no lo hizo solo el que asesinó, él solo puso el dedo en el gatillo y todos hicimos fuerzas para que saliera el disparo.

El revólver se cargó y recargó cada vez que J y su victimario vieron que en sus familias y en sus barrios no existía el sustento que todo niño necesita solo para una cosa: SER NIÑO.

Tal vez, con esperanzas o errados, supusieron que la escuela les iba a entregar eso y algo más, pero poco a poco fueron viendo que no era así. Cada vez que pasaban frío porque un vidrio faltaba hace años, en sus corazones se anidaba una incomodidad. Cuando el director anunció que habían llegado los violines creció la esperanza, que rápidamente se desvaneció porque estos venían desarmados y se decidía mejor no ocuparlos, para que duren más. Cada vez que tuvieron que hacer clases en el comedor, porque la sala estaba inundada, era la esperanza la que se anegaba, cada vez que no llegó el bus porque faltaba un papel, viajaron hacia la desesperanza.

De este modo, poco a poco, fueron sintiendo que la escuela no era el cobijo que necesitaban, allí la vida estaba armada en torno a palabras que no les hacían ningún sentido como SIMCE, DIA, EVALUACIÓN, PROMOCIÓN, SINALEFA, ECUACIÓN y tantas otras que escucharon sin nunca entenderlas.

El revólver se cargó y recargó cada vez que no escucharon su nombre, que no sintieron ser tratados con amor, que sintieron traicionada la amistad y que sintieron el sinsentido de todo. ¿Qué quedaba? Solo el salto al vacío donde la vida no vale más que el último par de zapatillas, o que el jockey original, que las relaciones fugaces con el compañero o compañera, que la violencia que antes solo veían y ahora se convierte en un medio de sobrevivencia. Solo eso había.

Así llega el momento fatal en que la única vía de solución es que el victimario (que también es otro niño), empujado por el país que le dimos los adultos, decide apretar el gatillo para terminar con el problema (la vida de otro niño como él). Solo un instante bastó para pasar de esa vida a no tener vida.

Haciendo un paragón podríamos preguntarnos. ¿Quién fue? y responder fue Fuenteovejuna. ¿Sabrán J y M, porque el victimario también tiene nombre, quién fue Fuenteovejuna?, ¿importará para sus no/vidas que intentemos enseñárselo en la escuela?.

Francisco Padilla
Profesor con 44 años de ejercicio. Directivo de colegios de educación pública.