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Opinión

99 latigazos

Por: José Sanfuentes Palma | Publicado: 16.10.2023
99 latigazos Imagen referencial – Manifestación por Palestina en Chile | Agencia Uno
Las chilenas y chilenos de corazón bien puesto no están obligados a abanderizarse con ninguno de estos bandos de fanáticos extremistas. Corresponde clamar, con la máxima energía, que se detenga esta espiral de muerte y se busque, de una vez por todas, un espacio de convivencia civilizada para ambos pueblos, israelitas y palestinos. Se merecen hace tiempo ya una oportunidad de paz.

Cristiano Ronaldo ha sido condenado por los tribunales de Irán a 99 latigazos, por abrazar a una mujer. Esta es una burda expresión del extremismo musulmán que se practica en sociedades teocráticas, es decir, que se fundan en concepciones religiosas que se imponen a toda la sociedad, sin respetar diversidad alguna. La mujer es constantemente degradada por tal fanatismo, y no puede gozar de los derechos que si tiene en otras partes del mundo. Por cierto, hay otras restricciones que “el orden natural”, concebido así por el fanatismo religioso, impone a toda la sociedad, como sentenciar de infieles a quienes no comulgan con sus valores.

Esto es lo que profesa Hamás, y que lo constituye como un grupo extremadamente conservador, cuya doctrina incluso le permite justificar el aniquilamiento del adversario o su anulación como sujeto histórico. Similar doctrina profesa el extremismo conservador judío, que les permite “dormir tranquilos” mientras han sometido a un lento pero sistemático arrinconamiento y aniquilamiento al pueblo palestino.

Netanyahu y Hamás llevan décadas confabulados en el juego de la polarización en torno al fanatismo religiosos que profesan, haciendo fracasar todos los esfuerzos de paz. En 1995 se logran acuerdos históricos en Oslo. Para desahuciarlos, la ultraderecha sionista asesinó al líder pacifista de Israel, Yitzhak Rabin. En tanto Hamás, infiltrado por oscuras intenciones, mató cerca de 60 israelitas en atentados terroristas.

Esa es la real tragedia que somete a los pueblos palestinos e israelí al fuego de dos fanatismos extremos. Por eso fracasan los esfuerzos de paz y por eso, lo ocurrido el 7 de octubre y los días siguientes es terrorismo puro y duro, necesario de ser condenado por toda conciencia civilizada. La crueldad e inhumanidad del grupo terrorista Hamás, contra población israelita indefensa, no tiene otro propósito que infundir terror en la población, y son crímenes de lesa humanidad que deben ser juzgados con severidad por los tribunales internacionales.

Lo mismo debe aplicarse a la despiadada e inhumana conducta de la cúpula israelita, que ha bombardeado indiscriminadamente la Franja de Gaza, matando a civiles indefensos, y ha cortado suministros vitales que están produciendo estragos en la población, todo con un solo propósito: crear terror en la población palestina.

Es realmente insólito ver circular por los salones a líderes mundiales haciendo caso omiso de esta compleja realidad y permitiendo que nuevas masacres y nuevos dolores de millones de seres humanos continúen y sigan en la impunidad. Vergüenza da las Naciones Unidas, que desde hace décadas ha sido incapaz y, en los hechos, ha hecho vista gorda, de terminar con esta tragedia del Medio Oriente.

Por todo lo anterior, las chilenas y chilenos de corazón bien puesto no están obligados a abanderizarse con ninguno de estos bandos de fanáticos extremistas. Corresponde clamar, con la máxima energía, que se detenga esta espiral de muerte y se busque, de una vez por todas, un espacio de convivencia civilizada para ambos pueblos, israelitas y palestinos. Se merecen hace tiempo ya una oportunidad de paz.

Deben guardarse las proporciones. Sin embargo, es ineludible dar cuenta de la admiración que tiene el señor Kast y republicanos por la casta política que lidera Netanyahu. Misma estrategia de polarización, adaptada a las circunstancias. Oponerse a todo entendimiento con los adversarios que, por cierto, califica de enemigos; negar la sal y el agua a un gobierno progresista; proponer una Constitución que excluya al pueblo y a la izquierda; exacerbar los miedos y resentimientos de las clases altas; todo para conducir a Chile a una crisis que, por lo que se observa, puede derivar en una nueva tragedia.

Felizmente en Chile los seguidores de la filosofía Hamás son insignificantes, y nadie se presta al peligroso juego de la ultraderecha criolla.

José Sanfuentes Palma