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Día de la profesora y el profesor: Sentido de urgencia

Por: Magdalena Müller | Publicado: 16.10.2023
Día de la profesora y el profesor: Sentido de urgencia Imagen referencial – Día del profesor y la profesora | Agencia Uno
En el caso de la pedagogía se han complejizado los escenarios y se ha avanzado en tecnologías, interdisciplina e inclusión, pero las estructuras y soportes se han mantenido relativamente estables, salvo excepciones. Es imperativo pensar junto a directivos, profesores y estudiantes en los soportes que se necesitan para responder a las demandas actuales de la profesión.

El día de las profesoras y profesores que se celebra hoy, lunes 16 de octubre, es una oportunidad para poner el foco en la urgencia de reconocer en serio el trabajo de una profesión que es esencial para sentar las raíces de nuestra sociedad.

Digo urgencia porque en la actualidad la emergencia climática nos tiene en alerta respecto a la subida del nivel del mar, la acidificación de los océanos, los incendios de gran escala y las sequías de alto impacto. Sin embargo, la “sequía” de profesoras y profesores que proyecta que harán falta 26.000 de aquí al 2025 (Elige Educar, 2022) debido a la disminución de las matrículas en carreras de pedagogía y a la deserción de profesores y profesoras en ejercicio, no parece levantar el mismo nivel de consternación en la sociedad. No vemos cumbres, estrategias y compromisos internacionales para abordar el problema.

Es urgente reconocer el trabajo de altísima demanda cognitiva y emocional que tienen los y las docentes cuyo foco es lograr que todos sus estudiantes aprendan conocimientos y habilidades, y que se desarrollen socioemocionalmente para así participar en una sociedad democrática diversa. Esto implica actuar no sólo a nivel de sala de clases, sino también fuera de ella. Implica manejar los cursos de manera global, por ejemplo considerando el desarrollo y los objetivos curriculares para un nivel específico, y también tener conciencia de que ese curso está compuesto por una multiplicidad de estudiantes con necesidades y experiencias diferentes.

Los y las docentes tienen que diseñar experiencias de aprendizaje, establecer vínculos, pensar en preguntas que permitan facilitar discusiones entre estudiantes para generar aprendizaje colectivo, decidir a quién preguntar y cuándo, diseñar actividades en grupo, asegurar que nadie quede excluido y todos tengan oportunidades de sacar su voz y expresar su potencial, retroalimentar a cada uno, evaluar, conocer su razonamiento, mandar comunicaciones, crear y mantener un ambiente seguro para el aprendizaje, entrevistar a apoderados, colaborar con sus pares y otros profesionales. Suma y sigue.

Son un sinfín de decisiones y acciones que impactan en la experiencia de sus estudiantes las cuales no suceden consecutivamente, sino todas en paralelo. A ello se suma el manejo de los efectos de la pandemia, tanto en los aprendizajes como en la disposición para aprender de las y los estudiantes. Este es un tiempo para remirar las estructuras de las salas de clase y sus soportes. Por ejemplo, en profesiones de alta complejidad como la medicina, un médico entra a pabellón a operar a un paciente con un equipo de especialistas. Pero esto no fue siempre así. A medida que la medicina y las técnicas quirúrgicas avanzaron, se reconoció la importancia de la colaboración y el trabajo en equipo en el quirófano.

Sin embargo, en el caso de la pedagogía se han complejizado los escenarios y se ha avanzado en tecnologías, interdisciplina e inclusión, pero las estructuras y soportes se han mantenido relativamente estables, salvo excepciones. Es imperativo pensar junto a directivos, profesores y estudiantes en los soportes que se necesitan para responder a las demandas actuales de la profesión.

La gran mayoría de las y los docentes tienen como foco asegurar que todos sus estudiantes tengan experiencias de logro y desarrollen el gusto por aprender en contextos diversos. Si no lo logran, se frustran y eso merma su bienestar. Todo esto no se logra en forma individual. Se requieren estructuras formales y tiempo para la colaboración entre docentes, escuelas, instituciones formadoras, apoderados y la comunidad.

Tomarnos en serio este desafío implica que le demos la urgencia que amerita, contribuyendo, todos y todas desde su rol, para que cada docente cuente con las condiciones para poder dar a los niños, niñas y jóvenes de nuestro país la educación que se merecen, no sólo en la celebración de su día, sino de forma cotidiana.

Magdalena Müller
Doctora en Psicología de la Universidad Católica. Académica de la Facultad de Educación UC.