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Reconocer la labor de cuidados genera valor social y económico

Por: Jessica Rodriguez Mena | Publicado: 29.10.2023
Reconocer la labor de cuidados genera valor social y económico Imagen referencial – Día de los Cuidados | Imagen www.freepik.es
Terminar con los roles de género permite subrayar que los cuidados no son una responsabilidad meramente de la esfera privada, sino que es necesaria la participación de hombres, de mujeres, de las comunidades, de las instituciones privadas y del Estado.

Vivimos en una sociedad en constante movimiento, donde se ha vuelto sumamente necesario reconocer formalmente la labor de cuidados como un trabajo esencial que permite generar valor no solo para las familias, sino que también para el país.

Los cuidados de niños, niñas y adolescentes; como también de personas mayores, con discapacidad o movilidad reducida, han recaído desproporcionalmente en las mujeres, siendo uno de los roles sociales más subestimado, invisibilizado e inequitativo de los últimos tiempos, pese a su importante aporte social.

Según la encuesta Casen Covid-19 (2021), de la población que realiza el trabajo doméstico y de cuidados no remunerados en su propio hogar el 67% son mujeres.

Las labores de cuidado, como también los quehaceres domésticos, de planificación y/o coordinación van de la mano. Tanto un/a menor, como una persona mayor, por ejemplo, debe ser alimentada, vestida y estar en un ambiente limpio, por lo que cuidarla, conlleva cocinar, lavar, hacer el aseo y organizar los tiempos. Esta situación genera que las personas cuidadoras deban duplicar o incluso triplicar su jornada para hacerse cargo de las labores domésticas.

La Encuesta Bienestar Social (2021) del Ministerio de Desarrollo Social y Familia, arrojó que el 20% de las mujeres posee doble carga de trabajo, ya que dedican nueve horas o más para realizar trabajo no remunerado por sobre su trabajo remunerado, en comparación al 3,6% de los hombres.

La desproporción de género en las labores de cuidado se cimienta en un trabajo no reconocido formalmente que es realizado mayoritariamente por mujeres al interior de sus hogares para poder asegurar una cierta “supervivencia familiar”. Esta labor, está justificada de manera implícita por tener que facilitar la vida diaria a quienes componen el hogar, lo que implica grandes costos en lo que respecta a la libertad y realización personal. Las personas que cuidan, subsidian o compensan la falta de recursos y políticas públicas. Si no lo hicieran, el Estado debería hacerse cargo.

Formalizar el reconocimiento ha sido una larga lucha de diversos actores. Movimientos sociales, grupos feministas y sectores políticos defensores de derechos han levantado alertas y exigido cambios. Por su parte, el Gobierno del Presidente Gabriel Boric se ha enfocado en el Plan Nacional de Cuidados.

Reconocer la labor de cuidar formalmente conlleva una serie de beneficios sociales sumamente significativos. Implica un reconocimiento social a las personas cuidadoras que desempeñan un papel fundamental para la comunidad al permitir que otros miembros participen activamente en el campo laboral remunerado, lo que a su vez fomenta una sociedad más justa.

En la misma línea, avanzar en la redistribución de responsabilidades de género es una contribución a la equidad de las tareas de cuidados entre hombres y mujeres, permitiendo que quienes realizan labores de cuidado puedan contar con ingresos remunerados y así avanzar en su propósito de vida, sin el peso que conlleva cargar con la responsabilidad de manera impositiva y sin apoyo emocional o psicológico.

Reconocer formalmente la labor de cuidados, es un paso crucial para el bienestar social, ya que al contabilizarlas podría posibilitar un mayor crecimiento para el país. El Primer Estudio Nacional de Valoración Económica del Trabajo Doméstico y de Cuidado No Remunerado en Chile (2022), logró determinar que el aporte del trabajo doméstico, es equivalente al 21,8% del PIB ampliado, siendo mayor al de cualquier actividad económica.

En materia de financiamiento estatal, existe un esfuerzo por parte del Gobierno actual por incrementar en un 20% los fondos destinados a cuidados en el Presupuesto 2024. Sin embargo, sería ideal que ese monto se pudiera profundizar. Para que esto ocurra, es necesario que exista voluntad política. Es urgente avanzar en esta materia poniendo las necesidades sociales de quienes más lo necesitan por delante.

Los cuidados no son una responsabilidad meramente de la esfera privada, sino que es necesaria la participación de hombres, de mujeres, de las comunidades, de las instituciones privadas y del Estado.

El costo que conlleva formalizar el reconocimiento de las labores de cuidado, hay que analizarlo como una inversión en pro de alcanzar un beneficio para quienes cuidan, pero también para quienes necesitan ser cuidados y para toda la sociedad.

Jessica Rodriguez Mena
Periodista, Máster en Comunicación Política. Actual asesora parlamentaria, embajadora WEF-Chile y líder de opinión radial en temas de género