Educación Inicial en Chile: Superar la brecha en el financiamiento

Hace algunas semanas la comuna de Santiago anunciaba una inversión de $11.000 millones en educación parvularia, considerando 1.000 nuevos cupos entre salas cuna y niveles medios, mediante la reposición y ampliación de recintos existentes junto con otras estrategias de inversión pública, proceso desarrollado por la Corporación para la Infancia de Santiago, entidad administradora de jardines infantiles y salas cuna públicos en la comuna.

En un contexto en que la educación inicial aparece en el debate público ante un nuevo proceso de inscripción y matrícula 2024, conviene profundizar en la crisis de financiamiento que se desarrolla hace varias décadas, a través de los jardines infantiles Vía Transferencia de Fondos, conocidos como VTF-JUNJI. Si bien, la Nueva Educación Pública brinda un escenario favorable para la generación y articulación de mayores recursos, las inquietudes están hoy en cómo se resolverá la disparidad “valor párvulo” entre diferentes sostenedores públicos (JUNJI, Integra, fundaciones sin fines de lucro, municipios, entre otros).

Esta brecha, responde a una expansión desregulada de la cobertura en educación parvularia que se inició en la década de los 90s y empujada por el Ministerio de Hacienda (1996), permitiendo a la JUNJI delegar, por medio de subsidio, la administración de establecimientos educativos a entidades sin fines de lucro y a municipios. Este tipo de financiamiento es hoy uno de los más amplios en la externalización de JUNJI, implicando un modelo que permite delegar administración, pero con un financiamiento significativamente menor, que decanta en sueldos y condiciones más precarias para su funcionamiento, aun cuando permitió la ampliación significativa de cobertura.

Hoy los jardines infantiles VTF suman un total de 1.739 recintos a nivel nacional, los cuales están desagregados entre administración municipal, Servicios Locales de Educación Pública (SLEP), privados sin fines de lucro y un tipo de administración delegada correspondiente a Fundación Integra. De estos, se espera que la Nueva Educación Pública adhiera un total de 1.501 jardines infantiles, correspondientes a una matrícula total de 77.730 niños y niñas, lo que representa el 81,4% del total de la oferta pública VTF al 2023.

En un contexto de fortalecimiento de la educación pública, a través de los SLEP, es relevante pensar el rol que tendrá la educación parvularia bajo esta nueva administración y si existen mecanismos que permitan corregir las inequidades estructurales de esta oferta educativa, que mantiene sus características luego del traspaso, es decir, el financiamiento a través de una línea presupuestaria JUNJI para la operación e inversión, a través del “válor párvulo” y pierden los aportes adicionales que integran las subvenciones municipales directas.

Recientemente, la Subsecretaría de Educación Parvularia presentó datos relevantes en torno a la preocupación de esta temática, que ha sido históricamente abordada en diferentes subcomisiones mixtas los últimos años y en diferentes gobiernos, relevando un hecho evidente: existen infancias de categoría A, B y C en nuestro sistema.

Por otro lado, esta situación ya se advertía en el informe de la Evaluación de Programas Gubernamentales (EPG) realizado el 2015 por DIPRES, en el cual evalúa el desempeño del “Programa Jardín Infantil JUNJI”. En este documento, se menciona la necesidad de medir la eficiencia y eficacia del programa, a través de una herramienta por centro de costos que permita comparar el costo per cápita de un niño/a en jardín VTF y Administración Directa JUNJI. De este modo, JUNJI remite el 2021 un informe de metodología de valor párvulo, cuyo ejercicio actualizado daría un valor párvulo promedio de $326.531 para jardines infantiles clásicos JUNJI.

Sólo el 2023 un establecimiento de educación parvularia VTF en Santiago, recibe un valor de $225.640 para nivel de sala cuna y $146.057 para nivel medio, de acuerdo a la normativa que establece montos y normas para la transferencia de operación a entidades.

El esfuerzo de Santiago en garantizar más cupos es un paso en la dirección correcta, pero la inequidad en el financiamiento de jardines infantiles VTF sigue siendo una deuda.

En un escenario de amplias prioridades en educación, conviene un debate serio y con evidencia del valor de VTF hoy, de la necesidad de avanzar en calidad y justicia distributiva como principios estructurales de una nueva educación pública parvularia, en la que el Estado se comprometa con las reales necesidades de las infancias y los distintos tipos de dependencia que conviven en la educación pública.