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Opinión

La chilenidad verdadera y la construcción de un «otro amenazante»

Por: Antonio Elizalde | Publicado: 11.11.2023
La chilenidad verdadera y la construcción de un «otro amenazante» Beatriz Hevia | Agencia Uno
Un país habitado por amigos y enemigos, por humanos y humanoides, por chilenos verdaderos y chilenos falsos reduce su capital ético porque así se está destruyendo la necesaria confianza, base fundamental de toda comunidad humana, pues de este modo todos comenzamos a ver a quien es diferente a uno mismo, esto es a todo otro, ya no como una promesa sino como una amenaza, y al actuar así se ha contribuido a construir discursos de odio que nunca engrandecen ni hacen patria, la destruyen.

La diferenciación introducida en el discurso de cierre del trabajo del Consejo Constitucional por su presidenta, Beatriz Hevia, autocalificando a su propio sector y a quienes piensan como ella de «verdaderos chilenos«, genera una cuña en el discurso de aquellos que meses atrás exigían «una Constitución que nos una», pues no reúne sino que desune. La conclusión lógica y la pregunta que de allí se deriva es: ¿Existen falsos chilenos? Yo personalmente me siento así calificado por ella, porque mi pensamiento y convicciones están situadas en las antípodas de las suyas. Sin embargo, no la siento más ni menos chilena que yo.

Por lo tanto, si comenzamos a hablar de chilenidad y patriotismo, me hago las siguientes preguntas. ¿Cuán chileno y patriota era quien recurrió a los Estados Unidos para pedirle a su gobierno que derrocara al presidente elegido por los electores chilenos? ¿Cuán chilenos son aquellas personas que están transfiriendo al exterior su riqueza generada en Chile y que mantienen su patrimonio en paraísos fiscales? ¿Cuán verdaderamente chilenos son aquellos que eluden su responsabilidad civil y penal ante la justicia chilena fugándose al extranjero?

Un país, una patria, está conformada por un territorio y quiénes lo habitan, que de ese modo comparten una historia en permanente construcción, aportando cada cual lo mejor de sí mismo, buscando desde su identidad, su trabajo y esfuerzo, sus convicciones, valores y creencias, por muy diversas y variopintas que sean, enriquecerse gracias a la otredad, a la existencia de aquellos que siendo distintos a uno nos complementan en nuestra búsqueda de la felicidad que todos perseguimos.

Calificar a otro ser humano, como “chileno no verdadero”, es retornar, nostálgicamente quizás, a aquellos momentos del pasado en que el almirante de marras, autodesignado como jefe de la Armada, se permitía calificar a los opositores como «humanoides«. Ese es un período de nuestra historia en el cual se buscó por parte de la dictadura, construir un «otro amenazante», lo que nos condujo a que muchos agentes del Estado no tuvieran escrúpulos para violar, masiva y sistemáticamente, los derechos humanos de esos otros seres humanos, tan chilenos como ellos.

Cuando se crea un enemigo en todo aquel que es diferente a uno mismo, se estimulan los miedos e inseguridades anclados en nuestro cerebro reptiliano, en la dimensión menos evolucionada de nuestro aparato psíquico. Un país habitado por amigos y enemigos, por humanos y humanoides, por chilenos verdaderos y chilenos falsos reduce su capital ético porque así se está destruyendo la necesaria confianza, base fundamental de toda comunidad humana, pues de este modo todos comenzamos a ver a quien es diferente a uno mismo, esto es a todo otro, ya no como una promesa sino como una amenaza, y al actuar así se ha contribuido a construir discursos de odio que nunca engrandecen ni hacen patria, la destruyen.

Antonio Elizalde
Sociólogo. Ex rector de la Universidad Bolivariana.