Triunfo del En Contra: Sin retrocesos, el malestar sigue vigente

Sin alegría, pero con el alivio de no retroceder en derechos, se ha dado cierre al proceso constitucional con una clara mayoría que votó negativamente ante el texto propuesto por la derecha, pero esto, a su vez, apertura un nuevo escenario político. Uno que tiene como marco justamente aquellos elementos que definieron el resultado ‘En Contra’ del proyecto del partido Republicano y la derecha.

La desafección ciudadana al proceso y la poca alegría tras el resultado evidencian una frustración y hastío que es bastante claro en su mensaje: Chile está cansado de que le quieran pasar gato por liebre, de la imposición mezquina de un sector sobre otros, de las políticas excluyentes y la letra chica.

Sin duda, el debate sobre derechos de las mujeres, contribuciones y libertad de elección, permitió a la ciudadanía ver que el texto propuesto por la derecha estaba pensado para el beneficio de su sector, “los verdaderos chilenos”, que quisieron constitucionalmente rebajarles los impuestos a los sectores más ricos, profundizar la segmentación y exclusión social mediante la precarización de los municipios más pobres, la discriminación por creencias, género y situación económica (expresada en la objeción de conciencia institucional) y en una libertad de elección que no tenía al Estado como garante de los derechos, sino al bolsillo de las familias.

El domingo, una gran mayoría le dijo nuevamente NO al programa del partido Republicano y con ello se marca una clara derrota de las propuestas conservadoras y radicales. Ahora el resto de los partidos de derecha deben decidir si seguirán posicionándose al alero de sus ideas y figuras, como el tan ensalzado por aquel sector, Kast, o se pondrán del lado de las personas, que necesitan cambios que resuelvan sus necesidades y, por tanto, acuerdos que los viabilicen.

El voto ‘En Contra’ es el cuestionamiento a las prácticas políticas impositivas, poco dialogantes e intolerantes. Es la crítica de la ciudadanía a la incapacidad del sistema político de resolver los elementos estructurales que originaron un malestar social aún existente. Es la voluntad de no retroceder y la manifestación de una crisis latente, donde la respuesta no solo subyace en la necesidad de construir acuerdos, también en la capacidad de interpretar y representar el mensaje que nos deja el ejercicio de la democracia en esta nueva elección.

La sabiduría popular nos invita a resolver las diferencias políticas a partir del diálogo social y no desde la imposición. Esto no solo requiere de normas aprobadas de manera conjunta, también de favorecer un clima donde las diferencias tengan un lugar para ser canalizadas democráticamente, mediante acuerdos que resuelvan con sentido de urgencia.

El debate de estos años en materia constitucional, la reciente campaña y el resultado del domingo develan elementos que hoy podrían concitar acuerdos concretos, por ejemplo: que Chile pase de un Estado subsidiario a uno social y democrático, la importancia de los cuidados, un sistema de pensiones que asegure una vejez digna, un sistema de salud y educación que no discrimine y tenga en el centro el bienestar de las personas. En esta línea, hay debates que en beneficio de la gente hay que seguir dando en los diferentes sectores políticos, y para los que es necesario avanzar también hacia un pacto fiscal, cuestión tan trabada por las derechas, pese a que permitiría mejores condiciones para la vida de las personas.

El Presidente Gabriel Boric ha marcado una ruta con la voluntad de diálogo que lo caracteriza, requiriendo de manera urgente que Chile Vamos escuche a la ciudadanía y salga del atrincheramiento obstruccionista, para avanzar en aquellas reformas por las que los y las chilenas no pueden seguir esperando. Con el fin del proceso el llamado es a dejar de lado los intereses mezquinos y transitar por un camino que, en el encuentro de los diversos sectores, permita que Chile avance por un mejor futuro.