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El Pequeño Dictador: La Demagogia de Cristián Valenzuela

Por: Alex Dixon Fajardo Cisternas | Publicado: 02.01.2024
El Pequeño Dictador: La Demagogia de Cristián Valenzuela Cristián Valenzuela | Agencia Uno
El periodismo de opinión es esencial en la construcción de la opinión pública, cuando el que escribe se exige a sí mismo disciplina y honestidad, nutre el debate de ideas con perspectivas refrescantes y desafiantes. Pero cuando se carece de ambos elementos, lo que se produce es el efecto contrario, provoca desinformación e instala visiones anticuadas y repetidas, lo que termina por estancar el libre debate de ideas, que es esencial en una sociedad democrática.

Es paradójico leer a alguien tan preocupado por el buen ejercicio del periodismo y que a la vez ejerza un periodismo tan dañino para la democracia.

Efectivamente, el actual Presidente de la República no ha sido entrevistado por La Tercera este año que pasó. Lo que es una libre decisión de la máxima autoridad del país, resulta que para Valenzuela es un signo inequívoco del debilitamiento de la democracia para Chile (ver aquí).

En otras palabras, que el Presidente ceda entrevista a medios regionales o locales, en vez de a los medios del grupo COPESA o El Mercurio, es para encender las alarmas del dictadortómetro. ¿Cómo es posible que no quiera dar cara al monopolio periodístico del país? ¿Acaso se cree el Presidente de la República?

Estos medios están en todo su derecho para reprochar la ausencia del Presidente Gabriel Boric en ciertos espacios comunicacionales específicos, pero usar eso de medidor de la democracia es sobredimensionar la importancia de tu medio de prensa.

A los colegas les recomendaría que no se inquieten, hay más formas de incomodar al Poder de turno. Una de ellas es investigar, como lo hacen los profesionales de Ciper Chile, que no distinguen color político a la hora de dejar en evidencia hechos de corrupción o acciones como menos sospechosas.

Ahora, Valenzuela culmina su columna negando su propio titular “El Pequeño Dictador”, si bien en el primer párrafo afirmaba que “el Presidente ha devenido en un aprendiz de dictador”, ya terminando, pareciera recordar que es un profesional y no puede permitirse hacer ese tipo de acusaciones tan evidentemente sesgadas de ideología y engaño, por lo que empieza el cierre diciendo:

“¿Es Gabriel Boric un dictador? ¿Son sus rasgos autoritarios y su desprecio por los medios de comunicación comparables con los que ejercen consagrados dictadores como Maduro, Díaz-Canel o Putin? Sinceramente, ni de cerca”.

Pero, no quedando conforme, y dejándose en evidencia nuevamente, decide lanzar una advertencia profética, que tampoco le podrán cuestionar, pues no afirma nada concreto:

“Hay que estar atentos y vigilantes a cualquier atisbo de regresión autoritaria (…) Precisamente, es lo que podría resultar de la tensa relación entre el Presidente Boric y los medios de comunicación, que lo está llevando a convertirse, en ese ámbito, en una especie de dictador, pequeño y menor”

Con este párrafo dejó el ordenador, satisfecho, sintiendo el placer de otra columna impecable, en la que mezcla hechos reales con ideología, engaños y fantasía. Una columna en la que engaña a la ciudadanía, confundiéndola, diciéndoles que su Presidente es un dictador, aunque al mismo tiempo dice que no lo es, pero que podría serlo.

Por otra parte, su columna instala una premisa -con intención o no-, de que un Presidente es democrático dependiendo de cuántas entrevistas da a los medios de comunicación “más importantes del país”.

En contraste, hemos visto a muchas autoridades de nuestro país, desde alcaldes a diputados, que dan entrevistas a medios o matinales, en horarios en los que deberían estar ejerciendo su labor administrativa o legislativa. Una de las consecuencias concretas de que nuestras autoridades bailen al ritmo de los medios de comunicación.

Pero, volviendo a la columna, solo queda decir que el periodismo de opinión es esencial en la construcción de la opinión pública, cuando el que escribe se exige a sí mismo disciplina y honestidad, nutre el debate de ideas con perspectivas refrescantes y desafiantes. Pero cuando se carece de ambos elementos, lo que se produce es el efecto contrario, provoca desinformación e instala visiones anticuadas y repetidas, lo que termina por estancar el libre debate de ideas, que es esencial en una sociedad democrática.

Alex Dixon Fajardo Cisternas