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Ustedes políticos: ¿Han dicho alguna verdad durante las últimas 24 horas?

Por: Lucio Cañete | Publicado: 12.01.2024
Ustedes políticos: ¿Han dicho alguna verdad durante las últimas 24 horas? Imagen referencial | Cedida
Y puesto que las mentiras son detectadas durante el segmento del tiempo en que ejercen el cargo y no en la campaña previa por acceder al poder, en Chile debe debutar el referéndum revocatorio. Sí, nuestro país requiere de aquel acto soberano donde los electores de manera institucional se pronuncien sobre la permanencia de una autoridad cuando ésta ya está ocupando el cargo. De esta manera no solo el mentiroso, sino además el ladrón y el inepto podrán ser destituidos evitando soportar su gestión por más tiempo.

“Es más fácil pillar a un mentiroso que a un ladrón”, así lo declara un dicho popular y se podría suponer que es más fácil pillar al mentiroso cuando a la vez es ladrón. Pero al parecer aquí en Chile detectar a un político cuando miente y cuando en forma simultánea está robando, es una misión difícil, al menos para las instituciones estatales que tienen la responsabilidad de velar por el bien común. En efecto, ante un observador extranjero e imparcial, la habilidad para que los políticos chilenos al final del día se salgan casi siempre con la suya, pareciera ser casi un don. Sin embargo, esta aparente genialidad puede explicarse por una condición natural propia de la biología.

Los políticos y políticas profesionales que ocupan puestos de poder en Chile, tal como los ocho mil millones de seres humanos, somos el resultado de un proceso evolutivo donde engañar, mistificar y falsear, fueron y aún en cierta medida lo continúan siendo, exitosas conductas para salvar apremios, en especial ante amenazas a la supervivencia. En estos asuntos el antropólogo especialista en psicología evolutiva Robert Trivers establece que también actúan así muchos otros animales, plantas e incluso bacterias y virus. Es más, este doctor y actual profesor de la Universidad de Harvard, afirma que existe engaño a nivel del genoma dentro de un mismo organismo cuando elementos genéticos egoístas recurren a estrategias moleculares de disimulo para reproducirse más que otros genes competidores.

En este mismo contexto natural, el psicólogo Robert Feldman establece que si se descubrieran con mayor facilidad las mentiras, probablemente se mentiría mucho menos. Esa es precisamente la “ventaja del mentiroso”, como lo acuña este académico de la Universidad de Massachussets. Es decir, los políticos siguen con su rutina del engaño como exitosa conducta evolutiva porque han comprobado que es muy difícil que un individuo de su misma especie los desenmascare.

En efecto, diferenciar la verdad de la mentira no es una habilidad predominante en la especie humana tal como lo descubrieron los investigadores Carles Bonde y Bella de Paulo, quienes después de examinar decenas de miles de actuaciones individuales llegaron a la firme conclusión que solo en un 47% de los casos se pilla al mentiroso. Entonces, para un ciudadano común y corriente la probabilidad de identificar a quien lo está engañando es casi la misma que adivinar cara o sello al lanzar una moneda.

Se supondría que jueces, fiscales y policías; todos honestos y altamente capacitados en la lucha contra la mentira en sus diversas manifestaciones podrían tener mejor desempeño. Malas noticias: los expertos en busca de la verdad aciertan con la misma frecuencia que si se lanza esa moneda al aire. Así lo demostraron los profesores Paul Ekman, Maureen O´Sullivan y Mark Frank de la Universidad de California cuando midieron las capacidades de profesionales experimentados en pesquisar engaños, notando un pequeño incremento en los aciertos únicamente en el grupo de agentes de servicios secretos.

¿Por qué es tan difícil detectar el engaño? Hipótesis hay muchas, donde la más plausible es la falta de práctica para identificar a un político mentiroso en su mismo ambiente y ante su mismo objetivo. Así por ejemplo un tenista después de varios ensayos puede perfeccionar su saque, pues trata con la misma raqueta reglamentada, la misma pelota estándar y las mismas dimensiones fijas de la cancha; mientras que un ciudadano normal no tiene la posibilidad de perfeccionar su innato detector de mentiras.

En efecto, a diferencia del tenista que tiene de inmediato a la vista el resultado de su saque con propósito y escenario casi invariante, el ciudadano típico no recibe una retroalimentación rápida de cómo le fue en su intento. Salvo pocas excepciones facilitadas por posteriores reportajes de prensa independiente y/o por resoluciones de tribunales decentes, él no sabe si falló o acertó. Dicha persona a merced de los políticos y su dinámica, carece de referencias en el momento justo cuando las necesita. Ella con su propio detector natural de mentiras tiene muy pocas posibilidades de éxito tal como nuestros antepasados prehistóricos, quienes tampoco tuvieron la capacidad de recibir ni entregar información inmediata respecto del potencial mentiroso.

A los políticos cuando predican no les crece la nariz y por lo tanto pese a recomendaciones dadas por la neurociencia, es muy difícil que un ciudadano normal detecte sus mentiras en tiempo presente. Y cuando logran ser detectadas es porque se pudo comparar lo predicado con lo actuado, contraste posible de realizar una vez que ya se le otorgó el poder a quienes después se develaron como mentirosos; es decir, demasiado tarde. Así se identifica con nitidez la mentira en un presidente, alcalde, diputado, rector, senador, gobernador…una vez que está ejerciendo el cargo, y no antes cuando discurseaba en busca de votos.

¿Estamos entonces los chilenos condenados a sufrir los engaños de nuestros políticos? No, definitivamente no. Pese a que la evidencia científica ha demostrado lo difícil que es develar patrañas en el momento en que se está observando individualmente al potencial embustero, falaz o farsante; hoy existen más posibilidades cuando se actúa de manera colectiva antes y después de la mentira. Aun cuando los políticos cuenten con la complicidad de las instituciones que los protegen en vez de perseguirlos, sí es posible disuadirlos para que reduzcan la magnitud y frecuencia de sus mentiras. Ellos deben tener certeza que si son sorprendidos en alguna mentira, les costará caro.

Entonces hay que pegarles donde más les duele: quitándoles el poder. Privándolos de eso tan valioso para ellos que los hizo mentir justamente a quienes debían fidelidad. Y puesto que las mentiras son detectadas durante el segmento del tiempo en que ejercen el cargo y no en la campaña previa por acceder al poder, en Chile debe debutar el referéndum revocatorio. Sí, nuestro país requiere de aquel acto soberano donde los electores de manera institucional se pronuncien sobre la permanencia de una autoridad cuando ésta ya está ocupando el cargo. De esta manera no solo el mentiroso, sino además el ladrón y el inepto podrán ser destituidos evitando soportar su gestión por más tiempo.

Sin embargo, instituir este referéndum revocatorio para interrumpir el mandato de quienes no sirven requiere de modificaciones legales que están a cargo de los mismos políticos en cuestión. Y puesto que los ratones no fabrican ratoneras, el pueblo deberá ejercer presión para lograr estos cambios.

Lucio Cañete
Académico del Departamento de Tecnologías Industriales de la Facultad Tecnológica de la Universidad de Santiago de Chile.