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Crónicas de Narcolandia

Por: Juan Pablo Aedo | Publicado: 15.01.2024
Crónicas de Narcolandia Imagen referencial | AGENCIAUNO
Ninguna de las afectaciones que llevaron a las personas a estallar frente a la incapacidad e inacción política se ha abordado satisfactoriamente aún. Más de 4 años con la misma incapacidad de lograr si quiera una solución y en vez de ello olvidan o tratan de hacer como que no pasó nada. El seguir metiendo todo debajo de una alfombra, seguro traerá consecuencias difíciles de interpretar o imaginar.

A la hora que sea se prende la TV y se escuchan las voces, los vítores de distintas personalidades que claman por las armas. “Qué pasa con las subametralladoras” dice un honorable Senador, “Están guardadas por no uso” subraya un destacado comunicador, eso un día cualquiera de la semana un poco antes de la hora de almuerzo. Narcolandia vende más de lo que trafica. Se toma la agenda y reflota la pulsión, la tentación de quien sea que esté hablando se transforme en una especie de sheriff o justiciero, como una ráfaga de demagogia pura. Balas y populismo que lo único que hacen es argumentar su decadencia.

Esta última semana, por una parte lo ocurrido con Ecuador en Sudamérica, por la otra los cuerpos que aparecen ajusticiados a diario han sido la mezcla perfecta para una discusión carente de reflexión profunda sobre lo que efectivamente se vive. Pareciera ser que convenientemente el debate se centra en las consecuencias de lo que estamos enfrentando, esto es; el poder de fuego, la organización, la procedencia, las técnicas adoptadas de la criminalidad, los homicidios, raptos, desapariciones, etc. Eso alimenta y da pié para que emerja la contraofensiva de la violencia, pero la del lado de los “buenos” (por lo general políticos con mucha ambición malintencionada). Se hace hincapié sobre la cantidad de armas, la calidad de las armas, las alternativas o las facultades disponibles para poder disparar a matar, las posibilidades de los ciudadanos de armarse, la capacidad de las cárceles, y un largo listado que tiene como centro el quién puede ser más fuerte.

Se podría sostener esta idea de un debate conveniente porque por lo general –frente a una tribuna deseosa de respuestas– se opta por el cortoplacismo. No me ha tocado presenciar, ver o escuchar alguna exposición sobre alguna causa que subyace a toda la amplia gama de consecuencias de vivir en una de las sociedades más segregadas del mundo. Si nos detuviéramos a pensar que nuestro modelo de sociedad, nuestro orden social está determinado por un contrato neoliberal a ultranza heredero en gran medida de la sociedad del sueño norteamericano (campeona también en homicidios y marginación) no nos debería sorprender tanto.

Cuando el 2019, vecinas, vecinos, jóvenes, ancianos, profesionales, niñas y niños salían en masa (más de un millón de personas reunidas en una sola ciudad simultáneamente) a denunciar y meter ruido por las condiciones de vida desiguales que Chile aún tiene intactas, pareciera ser que eso de pronto significó nada. Pues bien, reduccionista y convenientemente se estableció el tabú que todo eso fue porque de pronto una ola de violencia sacudió a Chile y se empeñó en ajusticiar a una pobre elite que había querido lo mejor para Chile por décadas. Despectivamente a todo ese malestar hoy se le llama “octubrismo”. Muchas y muchos que sostienen o que quieren aparentar que lo ocurrido en esos meses no fue nada más que actos violentos, son los mismos que, en el mismo momento que ocurrían las cosas, decían que era una invasión extranjera o expresión de terrorismo influenciado por el K-pop.

En cambio ninguna palabra se dice sobre lo impresentable de la última PAES donde de los 100 establecimientos de “mejores” resultados, 98 se paga. O que más de 100 mil personas de la tercera edad en Chile murieron en la miseria en los últimos años esperando una nueva y mejor seguridad social. O ninguna palabra sobre las decenas de miles de muertes al año esperando por una atención o intervención de salud en las famosas listas de espera. El debate, por ejemplo en esto último, se prefiere centrar en las catastróficas consecuencias de que 2 millones de personas se queden sin previsión porque un grupo de trasnacionales se niegan a devolver dinero ganado ilegítimamente desconociendo más de un fallo judicial de sentencia definitiva.

Frente a todo eso sobre qué comunicar y cómo reflexionar, se escoge entonces cargar la mano a narcolandia, en vez de cargarle la mano a las condiciones que generan que exista esta nueva sociedad de las armas. Permitirse pensar que la precarización chilena es una precarización propia de Estados en que la política es servil de un pequeño grupo que dispone y dicta las verdaderas reglas ya no vende. Sudamérica entera está sometida a la dictadura del Capital que en último término se vuelve Narco como poder efectivo de control. Quizás la trampa es no deseada, pero en la práctica es asumida y conveniente.

Con todo ello, el debate continua y se cuestiona a “Peso Pluma” y nuevamente gana y da paliza como un “Peso Completo” y la expresión del control Narco incluso llegará al “Festival de festivales”. Las balas y las muertes de inocentes de seguro continuarán profundizando el círculo vicioso y allí se estará hablando “de la nueva cultura” asumiendo que ya está ahí y que no se puede cambiar. Será el pase gol para que se siga debatiendo si un carabinero debe portar un fusil o si los militares deben estar en la puerta de un mall, en vez de pensar en las razones de que un grupo de empresarios tiene para defraudar al fisco en cientos de miles de millones de pesos, o en cómo o qué motiva para que la corrupción se instale en las reparticiones públicas y armadas, o sobre cuál es la razón para que medio gabinete presidencial (personas de la más alta confianza presidencial) decidan juntarse en la oscuridad de la noche con aquellos que tienen el poder del dinero y en alguna medida causantes de la plena desigualdad.

Así es, no olvidar que ninguna de las afectaciones que llevaron a las personas a estallar frente a la incapacidad e inacción política se ha abordado satisfactoriamente aún. Más de 4 años con la misma incapacidad de lograr si quiera una solución y en vez de ello olvidan o tratan de hacer como que no pasó nada. El seguir metiendo todo debajo de una alfombra, seguro traerá consecuencias difíciles de interpretar o imaginar.

El ecosistema Narco dejará de serlo cuando exista la real voluntad de ocuparse de las causas verdaderas que lo generan.

Juan Pablo Aedo
Sociólogo.