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Cultura de migrantes en Chile: Un zoom óptico

Por: Benjamín Escobedo | Publicado: 02.02.2024
Cultura de migrantes en Chile: Un zoom óptico Imagen referencial – Frontera con Perú | AGENCIAUNO
Son varios los que han tratado de tomar cartas en el asunto (tema migración), incluso, durante el Gobierno de Frei (1994- 2000), se planteó el “Primer Plan de Regularización de los inmigrantes irregulares”, distinguiendo a quienes tienen documentos o no para residir o efectuar alguna labor en el país de destino.

El mundo migrante se ha vuelto cada vez más preponderante en nuestro país, lo que debería ser una riqueza cultural, étnica, económica y aporte a la industria, por el contrario, se ha vuelto en algunos casos un problema social, aumentando la pobreza en las calles principales de Santiago y provocando situaciones de vandalismo e incivilidades.

No obstante, si bien existe un porcentaje importante de profesionales que contribuye al país desde la medicina, negocios, transportes y otros medios de servicio público, pareciera que son la perla en medio de una crisis que vive el territorio nacional producto de lo enunciado previamente. Aunque cabe señalar, una vez más, que los hechos criticables aludidos son correspondientes solo a una parte de la población migrante, y en ningún caso a todo su conjunto.

Primero, el Diccionario de la Real Academia Española establece lo siguiente respecto al concepto de inmigrar: “Dicho del natural de un país: Llegar a otro para establecerse en él, especialmente con idea de formar nuevas colonias o domiciliarse en las ya formadas”. Por ende, la situación de un migrante podría darse por varios factores: (a) condiciones de vida, (b) problemas políticos, (c) deterioro económico, entre otros tantos.

No obstante ¿Qué sucedería si todas estas dimensiones enunciadas son entendidas como derechos universales sin perjuicio de las repercusiones adyacentes al territorio donde se desea arribar? Parece que Chile a homologado esto sin preservar la paz ciudadana, sin establecer límites claros para la migración. Claro, existen protocolos legales, pero en la práctica cada día siguen entrando migrantes a nuestro país, y son varios los indocumentados.

Por otra parte, la web oficial de Naciones Unidas señala lo siguiente: “Las personas en movimiento (trabajadores, estudiantes, emprendedores, miembros de familias, artistas y muchas más) son agentes impulsores muy poderosos para el desarrollo tanto en los países de origen como de destino. Las personas migrantes a menudo mantienen lazos muy estrechos con sus países de origen mientras abrazan a sus nuevas comunidades a las que aportan una amplia riqueza de conocimiento, experiencia y capacidades»

Y agrega que «[…] Si se la gestiona adecuadamente, la movilidad puede ser una piedra angular para el desarrollo sostenible, la prosperidad y el progreso. Liberar el potencial de la migración es clave para acelerar los esfuerzos en pos de alcanzar para beneficio de todos los significativos desafíos de la Agenda 2030, articulada durante la Cumbre de Objetivos de Desarrollo Sostenible de Nueva York que se celebró en septiembre de 2023”. Tal vez, estamos en presencia de una retórica sin delimitaciones visibles para el ciudadano común, donde las palabras de Naciones Unidas resultan en una mera utopía en la experiencia migrante de Chile.

Segundo, en nuestro país han arribado personas de diversas nacionalidades, por ejemplo: peruanos, bolivianos, venezolanos, haitianos, colombianos, dominicanos, mexicanos, argentinos, entre otras varias tierras de origen, sin embargo, existen muchas aprensiones sobre algunos de estos en específico.

Chile, una década atrás, no convivía con los dilemas que han surgido producto de una parte de la presencia y cultura migrante. Existe una pobreza que se contempla en carpas al más puro estilo gitano en Avda. Alameda, un comercio ambulante deliberado y, producto de aquello, ausencia de seguridad para quienes viven con la esperanza de un mejor país.

Por otra parte, son varios los que han tratado de tomar cartas en el asunto (tema migración), incluso, durante el Gobierno de Frei (1994- 2000), se planteó el “Primer Plan de Regularización de los inmigrantes irregulares”, distinguiendo a quienes tienen documentos o no para residir o efectuar alguna labor en el país de destino. Tal acción se tradujo en la concesión de una visa temporal válida por dos años, no obstante, los datos actuales reflejan un aumento superlativo de inmigración en Chile. Más aún, durante el gobierno de la expresidenta Michelle Bachelet también se realizaron “intentos” de mejorar esta realidad.

Por último, la Ley de Migración y Extranjería ordenaba a las personas que hayan ingresado a Chile por pasos no habilitados un plazo de 180 días para abandonar el país, sin sanción migratoria, siempre y cuando no tenga antecedentes penales en Chile ni medidas de arraigo judicial. Estos supuestos serian corroborados por la Policía de Investigaciones de Chile al momento de su salida del territorio nacional.

Pero esta declaración de la Nueva Ley de Migraciones no tiene la ejecución esperada en terreno dado los parámetros del Gobierno y Ejecutivo de turno, la inestabilidad y degradación ya se han hecho “normales” para esos ciudadanos que vivían años atrás en otro Chile, uno en acenso, no en decadencia cultural y social.

En síntesis, Chile parece vivir una enfermedad que, en ningún caso es la migración, sino más bien el comportamiento de un estrato específico, que degrada en síntomas que indudablemente tienen solución.

Benjamín Escobedo
Académico, teólogo e investigador de Historia.