La política tradicional en retirada

En su columna sobre “Sebastián Piñera (1949-2024)”, Carlos Peña se refiere al destiempo en la muerte del ex Presidente de la República, en la plenitud de su vida política, y a la consolidación de su legado pese a los fracasos de su último período (El Mercurio de Antofagasta, 07/02/2024). Sin duda, la sorpresiva muerte del Presidente Piñera constituye no sólo un hecho lamentable y de especial importancia a nivel nacional e internacional, sino que representa una variable interviniente en el contexto político del país y la proyección de su sector ideológico en los próximos procesos electorales.

La noción de ‘destiempo’ no conversa con las certezas que nos entregan las instituciones políticas. El filósofo esloveno Slavoj Zizek en su texto El sublime objeto de la ideología (1992) hace referencia a la teoría de la repetición de Hegel para dar cuenta de que el fallecimiento de Julio César lo consolidó en su poder personal, y su fortalecimiento fue de proporciones imperiales, pues finalmente se constituyó en una institucionalidad, ‘el César’.

En el ensayo “El Títere y el enano” (2003), Zizek precisa que la muerte de Cristo fue monopolizada y hegemonizada por las religiones judeo-cristianas que inmortalizaron a un hombre en una creencia transversal al tiempo y al espacio, a través de la institucionalización de su figura. Pero, las instituciones y normativas de un país no dialogan con las incertezas de la contingencia y escenarios políticos.

En una entrevista a un medio de tiraje nacional (El Desconcierto, 08/02/2024), utilizo una mirada gestáltica de la política, de paralaje diría Slavoj Zizek (2006), para dar cuenta de la retirada de la política tradicional. Esto se une a la ‘jubilación política’ del otro ex Presidente Ricardo Lagos y a la posible partida internacional de Michelle Bachelet.

Se nos van yendo finalmente los 30 años, y como diría Jacques Derrida en la Retirada de la Metáfora (1989), “… nos estaríamos desplazando sin percibir sus límites, procediendo de estación en estación, caminando a pie, paso a paso, o en autobús…” Los sucesos históricos han sido claros: el estallido social, el ascenso al poder de un gobierno postmoderno, el fracaso de los procesos constituyentes y la partida de los próceres de los gobiernos democráticos. Así como fuimos testigos de un ‘adiós, general’ y el final de la dictadura, hoy somos protagonistas en primera fila de los cuarteles de invierno.

Si bien la literatura más actualizada se refiere a la caída de las democracias capitalistas de Occidente por distintos factores (Daron Acemoglu y James A. Robinson, 2014; Steven Levistky y Daniel Ziblatt, 2018; Ece Temelkuran, 2019; Anne Applebaum 2021; Ben Ansell, 2023; Michael J. Sandel, 2023; Martin Wolf, 2023; Peter Turchin, 2024), ya se percibe que el modelo democrático basado en partidos políticos y liderazgos fuertes va en picada, y no es casualidad que los fenómenos de post-política se hagan presentes como la banalidad, farandulización y matinalización de la política como adscribe Andrés Jouannet Valderrama (Diálogo Político, 27/05/2021).

Desde un análisis más profundo, la retirada de la política tradicional tendría su justificación en la democratización del protagonismo (Marcela Mercado R.) de lo que José Bergua llamó ‘política nocturna’ (2015). La cantidad de gente dando testimonio sobre Piñera en todas partes del país provoca el quiebre del pacto social y los/as gobernados/as se hacen más importantes que los/as gobernantes.

El académico ruso Peter Turchin analiza la merma de las élites y el resurgimiento de las contra-élites para entender la desintegración política. Más personas quieren acceder al poder pero no a través de las vías tradicionales, sino en una sociedad del espectáculo (Guy Debord, 1967), que ofrece votantes seguros en videos de TikTok, memes de Facebook y audios de WhatsApp. El momento político del país sucumbe a esto y los partidos políticos no saben cómo navegar en esta Postdemocracia (Colin Crouch, 2020).