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Sebastián y sus asuntos varios

Por: Pablo Varas Pérez | Publicado: 13.02.2024
Sebastián y sus asuntos varios Expresidente Sebastián Piñera | AGENCIAUNO
Para Piñera la política, que posiblemente sea el arte de gobernar, fue una herramienta que utilizó a su regalado antojo para hacer pingües ganancias. Tráfico de influencias, uso y abuso de información privilegiada, evidentes conflictos de intereses, absoluta falta de transparencia y finalmente traición a la patria, así de sencillo, un traidor.

Precaria es la herencia política/social de quien fue presidente durante dos periodos en Chile. Pocas luces, muchas sombras. Pero cuando el cuerpo de Piñera aún mantenía su tibieza, ya se iniciaba la disputa por ungirse como el heredero de la obra, el futuro campeador, el mejor piñeirano, el custodio de la herencia, los agradecimientos por los bonos recibidos. A estas alturas va quedando al descubierto un manifiesto donde la evidencia por aquellas ansias para alcanzar el poder, deben resolverse con urgencia.

Piñera votó por Kast.

Si le entregamos algún valor a las encuestas, aquellas que lo posicionaron con el más bajo nivel de aceptación popular la cifra es evidente, fue el presidente del 6%. Sencillamente números lapidarios.

Aquello ya es irrelevante. La memoria corta dejó el espacio para que uno tras otro, políticos, empresarios, medios de comunicación fueran ensalzando hasta dejarlo un peldaño más abajo. Da Vinci dijeron algunos, brillante puntero derecho cantaba el coro. El mejor presidente de la historia, el listado es muy largo como lista de supermercado en un día de pago con bono incluido.

Sus dos gobiernos volvieron a Sebastián Piñera un hombre más millonario aún, su ubicación en la revista Forbes es indesmentible. Merece diploma para instalarse entre los mil ciudadanos más ricos del mundo, pues su fortuna supera con creces los más de dos mil millones de dólares.

En sus inicios se relacionó con la construcción de casas, pero luego pasó al mundo de la especulación y la ganancia. Compro papel, vendo papel y llevo mi plata a un lugar seguro donde no haya que pagar impuestos. Sus billetes encontraron cómodos y amplios espacios en los condominios de las Islas Vírgenes Británicas, de la cual no conocemos como se llama el presidente ni el nombre de la capital.

Se recordará que en apoyo a un candidato a la presidencia de Ecuador disparó endemoniado contra esos pecadores de paraísos fiscales. Los hizo responsables de la miseria de los pueblos y que se escondían entre oscuros laberintos para hacer del dinero asuntos clandestinos. Ya de vuelta a Chile se olvidó y efectuó una voltereta más como las ya ampliamente conocidas.

Una foto en el Caupolicán en los años 80 y una entrevista donde reconoce haber votado NO, no alteran ese tufillo dictatorial característico que mantenía. Cuando Hernán Büchi iniciaba su carrera presidencial llevado de la mano por Augusto Pinochet, Piñera en esos momentos ocupaba el alto cargo de abanderado/jefe de la campaña del candidato de la dictadura. No habló de las violaciones a los derechos humanos. Silencio absoluto. El enemigo a vencer era el comunismo.

No fue un demócrata desde el primer día. No lo fue, aunque lo diga el presidente Gabriel.

Defensor a ultranza de Pinochet, amenazó quemar al mundo si no era devuelto a Chile el más sanguinario dictador que recuerda nuestra historia. Aunque en algo se parecían, uno había robado en el banco de Talca y Pinochet había escondido el dinero robado en Chile en el banco Riggs. Hermanos con alma de banqueros.

Se puede decir que su administración no tuvo absolutamente ninguna intención de alterar el modelo, todo lo contrario. Basta recordar la condonación/perdonazo de una deuda tributaria por cien millones de dólares de Johnson’s, un desparpajo que sería imposible en otro lugar. En Chile si fue posible bajo el gobierno de Piñera.

Lo llamó el mejor Censo de la historia, un fiasco. Millones de dólares a la basura, lo que obligó al siguiente gobierno a realizarlo sin la parafernalia piñeirana. Después se quedó mirando alguna esquina en el techo como esperando que saliera alguna araña.

El presidente Gabriel realizó gestos humanos, pero tomó aliento para destacar asuntos que no son realidad. Una nube al parecer le tapó su mirada crítica, esa que construyó en la calle dando palos al sistema, y con lista en mano de nombres y apellidos a perseguir.

Para Piñera la política, que posiblemente sea el arte de gobernar, fue una herramienta que utilizó a su regalado antojo para hacer pingües ganancias. Tráfico de influencias, uso y abuso de información privilegiada, evidentes conflictos de intereses, absoluta falta de transparencia y finalmente traición a la patria, así de sencillo, un traidor.

La traición es asunto muy delicado, más aún cuando se trata de quien es en ese momento el presidente de todos los chilenos con banda presidencial. Aparece entonces Exalmar.

Piñera tenía inversiones en Perú. En el tribunal de La Haya se discutía un diferendo con Perú, cuestión no menor y que viene desde el siglo pasado. Chile perdió el juicio y el país vecino aumento su espacio como país en alta mar.

Las acciones de Exalmar aumentaron de precio lo que significó mayores ganancias para sus accionistas, entre los cuales estaba Sebastián Piñera. Nótese que estas no estaban en el famoso fideicomiso ciego del cual se alardeo tanto como muestra de haber pasado la prueba de la blancura.

Falta enumerar las violaciones a los derechos humanos cometidos por la policía, de la que dieron cuenta instituciones de carácter internacional, y que obligarán que el actual Director de Carabineros tenga que presentarse ante un tribunal para rendir cuenta del maltrato de miles de chilenos, cuyos apaleos y disparos fueron ordenados desde la casa de los presidentes.

Una vez más el presidente Gabriel se equivoca por falta de historia.

Pablo Varas Pérez
Escritor.