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Más allá de la paridad: Un feminismo de la vida cotidiana

Por: Emilia Schneider | Publicado: 08.03.2024
Más allá de la paridad: Un feminismo de la vida cotidiana Imagen referencial – 8M | AGENCIAUNO
Que Chile entero levante las banderas feministas es tan relevante como dejar claro quienes son los adversarios que impiden sus avances, tanto en su versión ultra derechista que gana terreno en el continente, como en su versión que busca procesarnos y quitarle el potencial de cambio a nuestras ideas.

En los últimos años y alrededor del mundo se ha visto la potencia del movimiento feminista y su capacidad de abrir debates en la política, en nuestros almuerzos de domingo y en lo más íntimo de nuestras vidas. Debido a esto, los feminismos y sus banderas de lucha se han masificado, lo cual da cuenta de victorias culturales y políticas, pero también advierte los riesgos que supone desdibujar los límites de éste.

Resulta bastante contradictorio ver poleras y accesorios en las que se lee “feminist” en oferta en el retail que explota a tantas mujeres, o ver mujeres conservadoras, pro dictadura y de derechas levantar parcialmente nuestras reivindicaciones desde sus coaliciones políticas anti aborto, como Evelyn Matthei.

Un momento que llamó particularmente mi atención fue cuando distintos personajes del progresismo -incluso de partidos de gobierno- celebraron efusivamente la paridad en el Tribunal Constitucional en nombre del feminismo. No quiero negar el avance, ¿pero es acaso feminista el TC? ¿Es compatible con nuestra visión radical de democracia? Como feministas socialistas nos corresponde decir NO.

No nos basta con tener instituciones o directorios de empresas paritarias mientras sigan tomando decisiones contra las y los trabajadores, mantengan la violencia machista, perpetúen la destrucción de la naturaleza común y no se definan por el fortalecimiento de lo público y el reconocimiento del derecho a los cuidados y a cuidar.

En los últimos años la paridad se ha convertido en un eje central del debate público sobre la participación de las mujeres y es una conquista de la cual no podemos retroceder. Pero, ¿es suficiente? No, necesitamos un feminismo que vuelva a abrir los grandes debates que nos dieron protagonismo en Chile, como cuando marchamos el 8M de 2018 contra la precarización de la vida y salimos a las calles aquel mayo contra la violencia en la educación, o cuando en 2019 fuimos miles detrás de un programa claro por la reconquista de nuestros derechos sociales, hoy entregados al mercado.

Un feminismo que hable del cotidiano, de la calidad de vida de las mayorías y sus derechos. No basta con superar techos de cristal, no estamos en política para abrirle paso a una nueva élite de mujeres; nuestro feminismo se plantea superar la injusticia que afecta a la mayoría de la población. Para el 99% dicen por ahí.

Nuestro camino es reconectar con las angustias de la vida cotidiana de las personas, como la violencia de género y la discriminación, las crisis en la economía doméstica y la falta de acceso a servicios públicos de calidad. Parar la olla, cuidar a niños, niñas y personas mayores, vivir libres y con dignidad.

Esto requiere una claridad fundamental: nuestro feminismo es un proyecto que busca mejorar la vida de mujeres, hombres y todas las personas.

Urge una mirada de totalidad, pues los problemas que aquejan a hombres también son fruto del patriarcado y el capitalismo: los bajos sueldos, la frustración sexual, las extenuantes jornadas laborales, la violencia en las calles y la sensación de ir perdiendo en una competencia por la vida buena, todo ello es fruto del modelo actual de relaciones sociales y económicas.

El feminismo debe ser la puerta de salida a estos flagelos, sin importar quienes somos o de dónde venimos. Las feministas no odiamos a los hombres, odiamos la violencia, amamos la vida y a los seres humanos. Somos un movimiento para toda la población, no solo para la mitad.

Es hora de volver a articularnos -más allá de lo institucional- en los distintos espacios de disputa en la sociedad, y buscar ser mayoría. Ideas no faltan; un sistema nacional de cuidados y su despliegue local, igualación de salarios y combate a las brechas laborales y económicas, derechos sexuales y reproductivos para garantizar la libertad y una política clara por la seguridad, la no violencia y la no discriminación, pensiones dignas con un sistema de seguridad social que combata la desigualdad por género y clase social, entre otros. Necesitamos priorizar, plantear un horizonte y avanzar, con la creatividad y masividad que lo hicimos en el pasado, pero atendiendo a las urgencias y particularidades del presente.

Que Chile entero levante las banderas feministas es tan relevante como dejar claro quienes son los adversarios que impiden sus avances, tanto en su versión ultra derechista que gana terreno en el continente, como en su versión que busca procesarnos y quitarle el potencial de cambio a nuestras ideas.

Nuestro feminismo busca una vida buena, segura, justa, con menos horas de trabajo, con cuidados y tiempo libre, en armonía con el medioambiente, con prosperidad, derechos y desarrollo que llegue para todas las personas, no solo unos pocos. Defendámoslo con fuerza, sin concesiones discursivas y sin regalar nuestras banderas.

Emilia Schneider
Diputada de Convergencia Social por el Distrito 10 (Región Metropolitana)