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La reorientación de lo espiritual: Del nihilismo a la desnihilización

Por: Alex Ibarra | Publicado: 18.03.2024
La reorientación de lo espiritual: Del nihilismo a la desnihilización Imagen referencial – Día de Yemanjá | AGENCIAUNO
La cultura occidental con la monopolización y sistematización de las creencias espirituales terminó reduciendo las manifestaciones, apartándose de lo oriental, de lo pagano, instalando una administración jerárquica de orden religioso que buscó con dogmas regular la cuestión espiritual.

«Ese desvalimiento es compensado
por la experiencia de la belleza,
por la experiencia del misterio.
El misterio de ser
pero no ser del mundo»
(Gastón Soublette)

En occidente, y también en oriente, hay una histórica tradición espiritual. Lo mismo sucede en las culturas que estos mundos desconocían, que al menos hoy sabemos de su existencia. La cuestión espiritual es uno de los fundamentos culturales más relevantes en nuestro modo de existir como seres humanos.

Incluso el paganismo representa una vocación espiritual alternativa que supone la convivencia con ritos sean individuales o colectivos. Esto lo han dejado claro los estudiosos de las llamadas culturas antiguas, que conforman antiquísimas representaciones que permanecen, de algún modo, en nuestras categorías de pensamiento.

La cultura occidental con la monopolización y sistematización de las creencias espirituales terminó reduciendo las manifestaciones, apartándose de lo oriental, de lo pagano, instalando una administración jerárquica de orden religioso que buscó con dogmas regular la cuestión espiritual.

Este intento no fue fácil, siempre hubo resistencias a esta visión jerárquica que no logró satisfacer la búsqueda de la experiencia espiritual. Siempre tuvo disidentes y no solo externos, también en su interior, quienes terminaban separándose de las posturas oficiales. La más grande resistencia que aún podemos reconocer es la modernidad, con el llamado cisma de Lutero, que junto a otros protestantes remecieron la estructura eclesial clásica.

La vida espiritual dogmática es capaz de aniquilar el vitalismo propio del ser humano en esta dimensión, que es parte de su condición fundamental. La porfía institucionalizada que agotaba las formas de vidas también trajo como consecuencia eso que se suele llamar como la nihilización, cuestión atribuida a la filosofía, especialmente a los maestros de la sospecha, Nietzsche, Marx y Freud.

Por cierto, no todos los filósofos se convencieron de la relevancia del nihilismo, varios conocían ya los relatos incubados desde la antigüedad clásica en el seno de la cultura occidental. Incluso algunos filósofos bastante nihilistas en sus formas de vida no se convencieron del bienestar que produciría a la humanidad. Autores como Wittgenstein o Kierkegaard guardaron siempre un resto, o una convicción, que les permitía un consuelo para su necesidad espiritual.

Los textos del filósofo danés son muestras claras de esto, en el caso del filósofo vienés no son tan claros, de todas maneras hay algunas lecturas del «Tractatus» que lo señalan y también quienes desde la fenomenología de la religión estudian algunos de sus escritos, tal vez el más evidente es aquel de la «Crítica a la Rama Dorada de Frazer«.

En fin, la nihilización tuvo bastantes adeptos y se convirtió en una corriente de pensamiento popular, en parte por todo ese resentimiento en contra de los administradores de lo espiritual, corriente hoy además de desacreditada, bastante debilitada. Por eso la consecuencia de que hoy asistimos a un contexto más plural de las creencias, que poco a poco se ha ido estableciendo, alcanzando tolerancia.

No se necesitó de una teoría de la desnihilización, el ser humano desde sí mismo comenzó sus nuevas búsquedas espirituales. Este fenómeno es el que tiene aterrado a los movimientos conservadores y neoconservadores, que rasgan vestiduras frente al pluralismo religioso que además comienza a recuperar formas ancestrales que ayudan a la vida espiritual.

Si bien esto no fue teorizado por los filósofos, hay algunos que lo supieron describir desde el duro diagnóstico de la nihilización hecho por Ciorán, se levantaron voces a favor de la cordura politeista, como contenedor de las distintas manifestaciones espirituales. También uno de nuestros importantes filósofos, el boliviano Fausto Reinaga, desde su planteamiento del pensamiento amaútico sintió la responsabilidad de compartir las formas de vida ancestrales, universalizando aquello que ni occidente ni oriente conocieron y que en algún sentido trascendental aún portamos.

El paso hacia la desnihilización es una búsqueda de lo sagrado, ese misterio que logra conmover al ser humano, cuando no se encuentra seducido por esas ideas que asumen la lógica orientada por un paradigma antropocéntrico excluyente y dominador.

Un paradogma que occidente fue imponiendo desde el patriarcado y que atenta sobre las concepciones humanistas abiertas a la ritualidad. De ahí que postulados como los de Humberto Maturana o Riane Eisler en su libro «El Cáliz y la Espada» son señeros para una búsqueda que pretende ir hacia los fundamentos olvidados de lo humano. La reorientación de lo espiritual es un desafío que nos invita a superar nuestro estado actual a favor de una concepción filosófica que contribuya a la convivencia.

Alex Ibarra
Doctor en Estudios Americanos. Magistrado del TRINO.