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El diario de vida de Josefa: Cartas de joven fallecida revelan eventual abuso sexual de su padrastro

Por: Natalia Figueroa | Publicado: 14.06.2021
El diario de vida de Josefa: Cartas de joven fallecida revelan eventual abuso sexual de su padrastro | Josefa Bruna.
En el diario de vida que se encontró después de su muerte, Josefa Bruna dio a conocer eventuales abusos reiterados de su padrastro. Él había sido denunciado al menos tres veces antes por violencia intrafamiliar por su mamá y una ex pareja. A esto se suman nuevos antecedentes en su contra por un posible abuso sexual a otra de sus hijas, derivada a la justicia desde un programa de reparación del Sename. La autorización de cremar el cuerpo de la menor, autorizado por su eventual victimario, le ha impedido al SML hacer estudios técnicos. Los relatos de sus amigas y entorno cercano, sin embargo, confirman el temor que la joven sentía de vivir con su padrastro, situación revelada en el contenido de unas cartas encontradas por su madre tras su muerte.

Seguir respetando su espacio y encontrar consuelo en sus recuerdos, fueron las razones para que Carolina Sepúlveda Arévalo (37) decidiera dejar intactas las cosas de su hija Josefa Bruna (14) en su pieza, después de su muerte, en septiembre de 2017. Hace cinco años la casa que arrendaban en Llay Llay se había convertido en su hogar, después de vivir en Santiago.

Recién en julio del año pasado, Carolina supo de una situación que se había mantenido en silencio por años para ella y su familia completa. Mientras ordenaba su ropa, encontró varias hojas de un diario de vida de “Violeta”, escritas con letra manuscrita.

Hoy fue el día más horrible porque estaba solo mi papá Carlos con los niños y me llamó (…) La Amparito estaba dormida y me metió a la pieza”, parte uno de sus relatos en que su hija describe cómo Carlos Arias, su padrastro, la habría abusado forzándola a tener relaciones sexuales con él. En algunas partes lo nombra directamente y, en otras, expresa sus malestares, lo incómodo y doloroso que significaba, y también se culpabilizaba.

Esa hoja del diario de vida estaba en un pantalón de Josefa, doblado en miniatura.

“Estaba al fondo, metido, y cuando sacudí la ropa cayó. Yo lo iba a dejar como basura y después lo recogí, los empecé a revisar y me encontré con todo esto”, cuenta hoy Carolina. En cada uno de ellos, acusa, la dinámica de violencia se repetía.

Lo que siguió fue la denuncia en la Fiscalía de Los Andes y una funa que se viralizó ampliamente por esos días. “En ese momento llamé a mi mamá, le conté a mi hermana Gabriela, quedamos en shock. Ella me dijo que teníamos que hacer la denuncia y ella después difundió la funa. Fue algo que ahora comprendo y que me hace entender muchas situaciones que vivimos”, dice.

Así, varias cosas que Josefa le había contado fueron tomando sentido para ella, como que al llegar del colegio su padrastro se encontraba viendo pornografía, aunque no sabía si era de menores, ella decidía sacar a sus hermanos chicos y llevárselos al patio.

Pero, sobre todo, Carolina hizo el vínculo inmediato con la decisión de Arias de cremar a su hija cuando falleció, después del accidente automovilístico que ambas tuvieron, junto a dos familiares.

 “¿Qué necesidad tenía de cremar el cuerpo?”

Este accidente fue entre San Felipe y Llay Llay. Carolina iba manejando, se quedó dormida y chocó con las barreras laterales de la carretera. El auto se volcó impactando una fábrica. El accidente dejó a Carolina internada en el hospital San Camilo de San Felipe y, después, con importantes secuelas físicas. Josefa, en tanto, no soportó el impacto y tuvo una muerte fulminante. Quien se hizo cargo de los trámites en ese momento fue Arias.

En mi calidad de padre declaro tener el mejor derecho para autorizar el traslado de los restos de Josefa Bruna”, se lee en el poder simple que lleva su firma.

Esta fue una decisión de la que se enteró Carolina una vez que salió del coma.

“Me dijeron que Josefa ya no estaba y me mostraron su ánfora, donde estaba sus cenizas. Me costó demasiado dimensionar que ella ya no estaba. No tuvimos la oportunidad de despedirnos”, expresa.

Que Arias decidiera cremar el cuerpo de la niña no dio posibilidad para que el Servicio Médico Legal constatara lesiones, que hasta ahora ha sido una de las trabas de la investigación para formalizar por abuso a Arias, que hoy se encuentra libre, con orden de alejamiento hacia sus hijos menores.

¿Qué necesidad tenía él para cremar el cuerpo? ¿Por qué la autorizaron para hacer eso si ella también tenía un representante legal, que es su papá? Él tenía total desconocimiento de esto”, son las dudas que de entrada plantea el abogado representante de la familia, Claudio Ruiz. “Ahora no se va a poder acreditar [la violación], pero sí la intencionalidad por los diarios. Hay otro tipo de situaciones como la violencia que él ejercía hacia los niños y hacia Carolina, que va determinando una conducta reiterativa a través del tiempo”, explica.

Animita que hizo la familia de Josefa

Para Carolina, de no ser por la funa que hizo por sus redes sociales, la denuncia que hizo en Fiscalía poco y nada hubiese avanzado. Solo después de eso, la PDI fue hasta su casa para recoger otros cuadernos, algunos objetos y muestras de pelo de Josefa. Las pruebas posteriores confirmaron su caligrafía y validaron los diarios como prueba.

Hace algunas semanas ella se encontró con Arias en Llay Llay, haciendo trámites.

“La vez que lo vi por acá me tiró la camioneta encima, empezó a gritarme cosas y, cuando vino a la notaría, quedó mal parado porque le iban a pegar. Le empezaron a tirar huevos y tuvo que meterse a la notaría. Es que aquí la gente en Llay Llay sabe de esto e, incluso, en una de las avenidas principales van a pintar un retrato de Josefa”, explica.

Testimonios

La mejor amiga de Josefa -a quien se le resguarda la identidad por ser menor de edad-, cuenta que ella prefería pasar los fines de semana en su casa porque se sentía más segura. Tampoco le gustaba que Arias la fuera a buscar y prefería quedarse a dormir allá para que su mamá la fuera a buscar al otro día. El papá de su amiga, que también pidió reservar su nombre, reconoce que “se había convertido en una hija más de la familia”.

De las veces en que se fue a quedar a la casa de Josefa, su amiga recuerda una actitud violenta de Arias, que gritaba a los niños y que los castigaba dejándolos encerrados mientras lloraban. Después de una discusión que tuvo con Carolina, él terminó por encerrarse con la hija menor en la pieza. «Josefa le imploraba que la dejara entrar para sacarla. Solo a ella se lo permitió”, recuerda.

“Ella era súper depresiva, a todos les ponía una cara feliz, pero cuando estaba con gente de confianza -conmigo, por ejemplo, que era su mejor amiga-, me comentó, incluso, que tenía intenciones de suicidarse. La mamá hace poco se enteró, no tenía idea de nada”, explica la misma amiga.

Este testimonio también ha sido parte de las declaraciones que dio su amiga ante la PDI y que se encuentra en la investigación que lleva la Fiscalía. Una investigación, que, como lo advierte el abogado de Carolina, ha sido muy lenta para la gravedad de los hechos. “Han concordado con lo que dicen las cartas, es decir, no daba espacio para la duda en que ella estuviese mintiendo. Además, prestaron esa declaración sin que ellas supieran que se estaba abriendo un proceso en contra de Arias. No hay ningún tipo de manipulación”, dice. Dichas declaraciones han sido muy relevantes ante la falta de un examen del SML.

La hija de 23 años de Arias, de otra pareja con la que se separó hace doce años, también decidió declarar ante la PDI. Reconoce que la relación que hoy mantiene con su padre es más bien económica y que decidió alejarse desde que conoció estas denuncias. “Viví alrededor de un año con Josefa, nunca existió la confianza o la relación cercana entre nosotras como para que ella me hubiese contado lo que habría pasado (…) Sin embargo, yo creo que lo que se señala en la funa que se hace en contra de mi padre sí ocurrió. Esto, debido a la forma de ser de mi papá, además que él siempre miraba a las mujeres y sobre todo a las niñas en la calle. Él las miraba como degenerado o viejo verde, siempre fijándose en la gordura o en la estética. Además, se fijaba en las mujeres menores”, relata.

A ella le quedó grabada una confesión de su padre: “Recuerdo en una ocasión, alrededor de dos años atrás, él me contó llorando que estaba enamorado de una mujer que era menor de edad, lo cual era un amor imposible”.

Viviana Arias Flores, su madre, había denunciado en dos ocasiones a Carlos Arias por violencia intrafamiliar. Sin embargo, ella prefirió no hablar para este artículo.

Otra causa por posible abuso

Con anterioridad a la muerte de Josefa, Arias fue denunciado por Carolina por violencia intrafamiliar. Los episodios se habían repetido varias veces y derivó en visitas al Programa de Protección Especializada en Maltrato y Abuso Sexual Infantil de Melipilla, que incluía sesiones psicológicas y con un asistente social por el contexto de violencia en el hogar.

Fue por esta causa, iniciada en 2016, que se incluyeron recientemente nuevos antecedentes. Su hija menor, de seis años, reconoció malos tratos por parte de Arias, castigos y golpes a su hermano menor que tiene Síndrome de Asperger. Además, en el relato que hace a un psicólogo da indicios de haber sido posiblemente abusada sexualmente.

Fernanda Ríos, la abogada que tomó inicialmente esta causa, explica que se han vislumbrado estas situaciones, que aún no son concluyentes, por parte del profesional que derivó los informes a tribunales.

“Cuando yo tomé la causa se determinó que los niños debían estar al cuidado de la abuela materna y la tía”, señala. Esto, debido a que la magistrada determinó que no estaba en condiciones por “su daño cerebral tras el accidente y el duelo patológico”.

Arias en estos momentos mantiene una medida cautelar de alejamiento hacia su hija menor después de su declaración.

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En el testimonio que entregó a Fiscalía, Arias asegura que Carolina inventó que él había violentado física y sexualmente a sus hijos. “Yo lo descarto de plano”, declaró. Contactado por El Desconcierto, asegura que «se está asumiendo que esas cartas son verdaderas” y que el relato de los abusos era «una soberana mentira de una mente enferma». 

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