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«El abogado entusiasta»: Colegas recuerdan la incansable trayectoria de Roberto Garretón

Por: Edgar Pfennings de la Vega | Publicado: 28.12.2021
«El abogado entusiasta»: Colegas recuerdan la incansable trayectoria de Roberto Garretón Roberto Garretón | Captura de pantalla
Tras el fallecimiento de Roberto Garretón, figura fundamental de la defensa de los derechos humanos en Chile, sus compañeros de la Vicaría de la Solidaridad y abogados en los tiempos de la dictadura cuentan su historia a El Desconcierto. Carmen Hertz, Nelson Caucoto y Roberto Celedón narran su lucha en tiempos en que «no estaba en ninguna parte de la bibliografía cómo se enfrentaba una dictadura tan brutal como la que tuvimos».

Roberto Garretón, en ese entonces un joven abogado de la Empresa Metropolitana de Obras Sanitarias (EMOS), tras el golpe de Estado vio un cartel en la Corte de Apelaciones de Santiago: «Se necesitan abogados para alegar en Consejos de Guerra».

Las atrocidades cometidas por la dictadura de Augusto Pinochet ya eran conocidas y el hombre de 32 años decidió acudir a ese llamado que significó su incorporación a uno de los primeros equipos jurídicos para hacerles frente. Ahí empezó un recorrido que duró más de cuatro décadas en defensa de los derechos humanos.

Durante su trayectoria, participó en importantes organizaciones contra los delitos de lesa humanidad, como el Comité Pro Paz y la Vicaría de la Solidaridad; luego, durante la transición a la democracia, siguió promoviendo los derechos humanos en el ámbito internacional, llegando a ser vicepresidente de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (ONU); y, finalmente, se convirtió en uno de principales referentes para jóvenes defensores.

Este domingo Garretón falleció a los 80 años tras algunas semanas con complicaciones de salud. A su velorio llegaron cientos de personas, muchas de ellas probablemente para darle un agradecimiento final por haber salvado sus propias vidas.

Uno de los presentes fue el Presidente electo, Gabriel Boric, quien afirmó: «Fue una persona gracias a la cual muchas otras hoy están vivas (…) Honrar su legado es nuestro deber como generación, lo digo como futuro Presidente y como joven. Quienes lucharon para defender los Derechos Humanos son una inspiración para nosotros».

En conversación con El Desconcierto, colegas y amigos recuerdan su trayectoria en defensa de los derechos humanos en uno de los periodos más oscuros de nuestro país.

Consejos de Guerra

«Roberto no tenía estudios en derechos humanos, como no los tuvimos ningunos de los que después llegamos a la Vicaría de la Solidaridad o estuvieron en el Comité Pro Paz. Roberto era pasión innata. El trabajaba en la EMOS. Es decir, llevaba juicios respecto al agua o temas laborales, cosas nada que ver con los derechos humanos», recuerda Nelson Caucoto, abogado defensor de los derechos humanos durante la dictadura, quien conoció a Garretón algunos años después del golpe.

En ese contexto Garretón leyó el llamado en tribunales para defender a presos políticos en los Consejos de Guerra, el que había sido puesto por el abogado Fernando Guarello Zegers e indicaba la dirección de su oficina en la calle Agustinas, en el centro de Santiago.

Caucoto cuenta que «Guarello estaba llevando solo una tremenda empresa en pleno periodo de la dictadura, un periodo peligroso en que se corría peligro para la vida, para la seguridad, para la integridad física y Roberto sintió ese llamado de alguien que no conocía (…) A esa cita también llegó Andrés Aylwin. Ahí dos democratacristianos se sumaron a la lucha por la defensa de los derechos humanos».

La abogada y hoy diputada Carmen Herz, quien también posteriormente trabajó en la Vicaría de la Solidaridad, complementa que «fue uno de los primeros abogados que se sumó a los pocos que defendían a los perseguidos después del golpe, especialmente en estos fraudes que eran los Consejos de Guerra«.

Este trabajo era particularmente complicado porque consistía en defender a personas que estaban siendo condenadas a muerte por militares que tenían nula formación en derecho, con defensas que tenían que prepararse en una hora, el plazo que muchas veces daban a los abogados para revisar los expedientes. Ante esto, Roberto Garretón cumplió un rol fundamental para idear estrategias con el fin de sortear estas adversidades, por lo que es recordado como un «creativo» de la defensa a los derechos humanos.

Creatividad jurídica y la Vicaría de la Solidaridad

«Roberto tenía creatividad porque ninguno de nosotros tuvo estudios en la academia o en la universidad respecto a derechos humanos. La vulneración trágica, violenta que hubo en Chile fue un tema nuevo para todos los profesionales. Entonces cómo enfrentas tú una dictadura que es tan brutal. ¡Si comenzó con el 11 de septiembre bombardeando La Moneda, matando tanta gente! Eso no estaba en los catálogos de nadie, no estaba en ninguna parte de la bibliografía cómo se enfrentaba una dictadura tan brutal como la que tuvimos«, cuenta Caucoto.

Carmen Hertz rememora que «Roberto, en primer lugar, era muy valiente. Tenía un gran coraje y se enfrentaba a lo que tenía que enfrentarse, cuando tenía que ir a los Consejos de Guerra o a las fiscalías militares».

En ese contexto se articuló con el apoyo del cardenal Raúl Silva Enríquez el Comité Pro Paz en que trabajó Roberto Garretón junto a muchos abogados y profesionales para defender a las personas perseguidas por la dictadura, donde destacó la figura de José Zalaquett como director de su departamento jurídico.

En 1976, tras presiones del régimen, la organización debió disolverse y Zalaquett fue detenido para luego ser expulsado del país. Inmediatamente después de que el Comité Pro Paz fue cerrado se creó la Vicaría de la Solidaridad, que cumplió sus mismas funciones y cuyo departamento jurídico fue dirigido inicialmente por Alejandro González Poblete, exsubsecretario de Justicia de Eduardo Frei Montalva, y más tarde por Roberto Garretón.

«Tanto Roberto Garretón como Pepe (José) Zalaquett y Alejandro González fueron quienes fijaron la impronta de lo que fue la defensa de los derechos humanos de la Vicaría de la Solidaridad, que fue la universal. La manera como nosotros presentábamos los amparos, las denuncias, todo el quehacer jurídico, fue escuela universal porque literalmente fue tomada por las Naciones Unidas, sobre todo por los relatores para países y para grupos de trabajo», sostiene Carmen Hertz.

Y agrega: «Roberto era un personaje, tenía respuestas para todo. Se le ocurría lo que teníamos que hacer en el momento. Era un ser notable, diría yo. Y una de las personas más nobles que he conocido».

«El abogado entusiasta»

El abogado defensor de los derechos humanos durante la dictadura, Roberto Celedón, quien hoy es convencional constituyente, define a Garretón como «un hombre cuya palabra fue siempre respetuosa, pero tenía siempre mucha fuerza de atreverse a decir la verdad, las cosas como son; no estaban medidas por recursos diplomáticos (…) Fue un hombre de mucha energía y convicciones personales muy asentadas y al espíritu de lo que fue el cardenal Silva Henríquez».

«Su figura es muy querida y muy respetada por todos los abogados de derechos humanos porque fijó una posición de principios de la Vicaría de la Solidaridad en una materia en que lamentablemente tuvo que ser confrontacional con el régimen político que sufría Chile porque nunca hubo voluntad de respeto por parte de la dictadura y en ese contexto se vivía en una permanente presión psicológica (…) La Vicaría de la Solidaridad fue el asilo contra la opresión de la dictadura. Y Roberto Garretón representa ese compromiso inclaudicable en la defensa de los derechos humanos en situaciones particularmente graves», agrega Celedón.

En la misma línea, Nelson Caucoto sostiene: «No le temía a nada Roberto Garretón. Era valiente, decía las cosas por su nombre.  Y lo que más destaco es la atención al público, porque era un tipo que no se fijaba en nada. A él le importaba la persona, la víctima, qué pasó, dónde esta, qué se podía hacer y cómo ayudarla (…) Yo lo llamaría un abogado entusiasta, enamorado de su tarea, de un tremendo amor al prójimo«.

«Cada día se levantaba pensando en lo que tenía que hacer. Era hiperquinético Roberto, se movía de una lado para otro para lograr los objetivos«, concluye Caucoto.

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