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Gustavo Gatica y el Plebiscito: “Debería darnos vergüenza una Constitución hecha en dictadura”

Publicado: 13.08.2022

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-¿Cómo lo has hecho para informarte sobre la nueva Constitución?

La he estado leyendo con la ayuda de mi polola y me he estado informado a través de redes sociales, de Twitter, buscando fuentes fidedignas.

-De aprobarse, ¿cómo vislumbras este nuevo Chile que se avecina?

Mejor que el anterior. De alguna manera el proyecto de nueva Constitución se debe aprobar por dos razones. Una es porque la Constitución de Pinochet se ideó, se escribió y se impuso en dictadura, mientras chilenos eran torturados, asesinados y hechos desaparecer. Debería darnos vergüenza que exista una Constitución hecha en dictadura. Por otro lado, este proceso nace de movilizaciones históricas de un pueblo que no fue escuchado por sus políticos.

-Mucha indolencia, verdad.  

Sí, claro. El pueblo le gritó a los políticos que lo escuchara, que necesitaba que las cosas cambiaran. Eso para mí dice mucho. Entonces, por esas dos razones, yo siento que se debe aprobar. Ahora, cuando empecé a interiorizarme sobre la nueva Constitución dije oye, esto está súper bueno y me convencí aún más de que se va a aprobar.

-¿Cómo es el país que sueñas?

El país que sueño tiene que ver con un cambio en la manera de relacionarnos: un país más empático, solidario e inclusivo. Muchas de estas cosas que te estoy nombrando están en la nueva Constitución: el respeto a los diferentes, a los pueblos originarios, a las personas neurodivergentes, con discapacidad, a las diversidades sexuales. Yo apruebo porque siento que el texto va en la línea de ese país que muchos soñamos. Si somos concretos y realistas, esa idea del mundo no se va a concretar ni en 10 o en 15 años más, probablemente, porque los cambios son lentos, pero mientras buscamos alcanzar ese mundo mejor, podemos aprobar y cambiarle la vida en el presente a nuestra gente. Para mí es súper sencillo: podemos caminar y mascar chicle a la vez.

-Te has transformado en un rostro del Apruebo, ¿cómo has sentido ese pulso, esa vibra callejera?

El 4 de julio, cuando entregaron la propuesta, yo estaba bien desesperanzado. Todas las encuestas decían que se venía mala la cosa y tenía la percepción de que estaba medio complejo el asunto. Te aseguro que si las elecciones hubieran sido el 5 de julio, el Rechazó hubiera ganado, porque tuvieron un año entero para difamar a la Convención. Pero ahora, con el texto en la mano, es otra la realidad. Por eso hay que conversar con la gente en la calle para ir desmintiendo todas las fake news. Es el texto mismo versus las malintencionadas interpretaciones.

Foto: El Desconcierto

-¿Qué cosas te hacen sentido del proyecto?

Lo que más me hace sentido y que ando pregonando como loro es el tema medioambiental. Vivo en Colina, a 30 minutos al norte de Santiago, y hay sectores que no tienen agua. Aparte de la sequía que estamos viviendo, hay mineras que se están robando el agua. Es un tema urgente y es realmente hermoso leer los artículos donde se habla sobre la protección de los humedales, los glaciares, el océano y el agua. Realmente es más de lo que esperaba y así lo han planteado destacadas organizaciones que califican la propuesta como pionera y vanguardista. El primer artículo habla de un Estado ecológico y eso me parece demasiado moderno, comparado con la Constitución de Pinochet que consideraba el agua como un negocio y un bien de consumo.

-¿Qué otras cosas importantes crees que es necesario cambiar?

Yo destaco algo que me tocó muy de cerca y que es el tema de los derechos humanos. Hay un artículo que destaca el rol del Estado y su deber de encargarse de la verdad, reparación y justicia. También temas de corrupción, porque a todos nos molestó cuando a algunos empresarios los mandaron a hacer clases de ética y esta Constitución es bien estricta en esa materia. Se reconocen además a los profesores, lo que para mí es un orgullo porque mis papás son profes, un gremio que ha sido muy poco valorado.

-¿Qué has hecho para motivar a la gente por el Apruebo?

He hecho videos para redes sociales, he participado en actividades públicas y estoy buscando constantemente qué cosas hacer. Todo el rato pienso en eso, cómo llegar a más gente, no sólo a aquella que está convencida, sino mostrarles lo que sale en el texto para combatir las mentiras, sobre todo el tema de que no tendríamos vivienda propia que han logrado instalar en mucha gente.

-Ha sido una campaña bien agresiva donde cuesta desmontar el entramado de mentiras. ¿Cómo has vivido ese proceso?

Es bien dañino, no se trata siquiera de una mala interpretación, es falso de lleno, y lo logran instalar como si fuera una verdad. Es demasiado sucio y no sé cómo calificarlo. Es como lo que se difundió estos últimos días sobre la educación sexual integral. Pero así lo han hecho siempre, en cada elección hay una campaña del terror. Es la carta que siempre juegan.

-¿Cómo has percibido estos primeros meses del gobierno de Boric?

Siento que lo han hecho bien. Obviamente han habido errores, como en cualquier gobierno, pero tiendo a entenderlos por la propia inexperiencia. Estos cabros son nuevos y en lo político han tenido errores, pero tiendo a ser más comprensivo porque es gente que está gobernando por primera vez. Hay muchas medidas que han tomado que valoro bastante y me parecen que van en directo beneficio del pueblo, como el tema de Fonasa y el alza del sueldo mínimo.

-¿Y respecto a Boric?

Valoro mucho esa cercanía que tiene con la gente, me gusta que se acerque a los niños, que converse con ellos, sobre todo después del presidente tan raro que teníamos antes. Más allá de cuestiones políticas, luego de tener un presidente empresario, me agrada mucho que haya llegado uno que lea, que vaya al teatro y que valore el arte.

-¿Te ha sorprendido Fabiola Campillai en el Congreso?

Debo reconocer que cuando supe que se iba postular al Senado dije guau, se va a meter donde están los políticos más duros, más vieja escuela por decirlo de alguna manera. Pero siento que lo ha hecho súper bien y está dando la pelea en ese espacio, porque es súper importante ocupar todos los espacios disponibles para poder cambiar las cosas.

Agencia Uno

¿A ti también te tantearon para un cargo político en su momento?

Sí, de Apruebo Dignidad me contactaron para ser constituyente y el Club Social y Deportivo Colo Colo también me lo ofreció, pero yo tengo claro mi lugar. Siento que tenemos que cambiar el mundo, me encanta la política, pero no me sentiría cómodo, esa es la verdad. Igual no le cierro las puertas, pero por ahora no. Ya terminé mi carrera que era uno de los objetivos que tenía en el mediano plazo, entonces quizá más adelante puede ser una opción, pero no lo sé.

-¿Por dónde va tu aporte?

Va por el tema de la psicología, intento aportar ahí, más en micro que en macro, tratando de entregar un mensaje sincero y con esperanza, que es lo que siento, y motivar a la gente para que cambiemos el mundo, pero de un paso a la vez.

Los ojos y la vida

En medio de la entrevista, sin darse cuenta, Gustavo usa sus dedos para tamborilear sobre la mesa. Hace un par de años le regalaron una batería y lo que al comienzo fue una suerte de hobby, ahora lo tiene como miembro de una agrupación de músicos con trauma ocular que a mediados del año pasado comenzaron con un proyecto que mezcla rock, rap y punk.

En febrero del año pasado tocaron junto a Bloque Depresivo en Valparaíso, después los invitó Illapu y luego participaron junto a Ska-P y Molotov en el festival Maleza.  Hace tres semanas atrás tuvieron su primer show con venta de tickets en el GAM y hoy la banda comienzan a ser reconocida en un circuito que tiene como público a muchos familiares de víctimas del estallido social.

-¿Por qué se pusieron “Hacia la Victoria”?

Ese nombre nace de una canción de la banda que se llama “Hacia la Victoria”. A mí me parece bien interesante el nombre, porque indica que estamos avanzando hacia algo y no nos quedamos en lo que nos ocurrió. Probablemente el significado es distinto para cada uno, pero habla de algo que está en el futuro.

-Este año se cumplen tres años del estallido social, ¿cuánto ha cambiado tu vida desde entonces?

Apenas escuché tu pregunta te iba a responder que mucho, pero no sé si tanto en verdad. Cuando me dispararon yo iba en segundo año de universidad y mi vida siguió su rumbo en lo académico, no como sucedió con la Fabiola (Campillai), por ejemplo, que pasó de ser pobladora a senadora. Obviamente perder la visión es un cambio profundo, sobre todo el primer año, pero ahora creo que he entrado a un punto de acostumbramiento a esta nueva vida. De hecho, estoy viviendo solo y puedo hacer muchas cosas con independencia. Obviamente hay otras cosas que no se puede, pero bueno…

-El amor igual es una extensión de los sentidos, ¿cómo fue volver a amar después de lo que te pasó?

Fue difícil, pero después de esa tormenta que nos sacudió, volvimos a una especie de normalidad, donde todo era nuevo. Ahora que nos fuimos a vivir juntos, hay que hacer las cosas de distinta forma. Pienso en mis papás, por ejemplo, que cuando salen a comprar uno va a la feria mientras el otro al supermercado. Dividirse un poco las tareas, aunque en nuestro caso no es tan así: hay tareas que yo no puedo hacer, pero sí puedo aportar en otras.

-¿Cuáles son tus tareas?

Cosas de la vida diaria, como hacerme el desayuno. Cocinar no lo domino tanto, aunque a veces me hago lentejas que me gustan harto. En general me va bastante bien con las labores del hogar, como el aseo, hacer la cama. Lo que sí me cuesta mucho y que lo reconozco es andar en la calle. En ese sentido soy poco independiente y dependo de alguien para andar en cualquier lado. Sé que la rehabilitación total, y así me lo me lo enseñaron en la Fundación Luz, es cuando puedes andar solo. Pero entiendo que es parte de un proceso y siempre van a haber cosas que uno le cuestan más.

-¿Qué ha sido lo más difícil en este periodo?

Lo más difícil fue acostumbrarse a que mi imagen fuese pública, porque yo igual soy bien low perfil, y lo intento manejar lo mejor posible. Recuerdo muy bien un sueño que tuve donde despertaba en una estación de metro y me levantaba de la cama con la gente pasando alrededor mío. Como soy psicólogo de profesión, asumo que tenía ver con que mi intimidad estaba siendo expuesta públicamente. Yo en verdad no busqué esto, me llegó de un día para otro y la gente obviamente busca acercarse y expresar su cariño. Ahora ya me acostumbré y lo veo de otra forma, pero fue bien difícil al principio.

Siempre has dicho que no tienes vocación de ícono y que temes transformarte en una suerte de bandera de lucha. ¿Sigues pensando lo mismo?

Igual sigue siendo extraño que hayan banderas con mi rostro. Entiendo que la gente lo hace desde el cariño y que no hay una mala intención detrás. De ahí parte mi análisis. También entiendo que siempre se busca levantar ciertas figuras, pero a veces no es tan cómodo, porque uno pretende seguir con su vida normal, tomarse una chela tranquilo con sus amigos. No busco ser un ícono, ni un ejemplo para nadie.

-¿Todavía la gente te da las gracias en la calle? ¿Has logrado explicarte ese fenómeno?

Entiendo que el tema de dar las gracias tiene que ver con que todos teníamos la idea de que las cosas cambiarían, que estábamos hartos del sistema y nos unimos en esa lucha. Entonces la gente hace ese análisis, consciente o inconscientemente, y por eso da las gracias. Porque entiende que era una lucha que todos estábamos dando, pero que sólo a algunos les costó los ojos y a otros la vida. Esa es mi explicación ahora.

-Si hay algo que llama la atención en tu caso es la resiliencia. Ni siquiera congelaste tus estudios cuando te dispararon. ¿Por qué decidiste continuar y no tomarte un tiempo?

Porque me sentía preparado para continuar. De hecho cuando me dispararon, lo que se me pasó por la mente es cómo voy a estudiar, leer libros, usar el celular, escribir ensayos. Pero después, cuando estaba en la clínica, se acercó gente especialista en discapacidad visual y me enseñó a ocupar el celular, el computador y el braille. Ahí dije, igual puedo continuar. Va a ser más difícil, pero se puede. Ahí entendí que no era imposible. Y, bueno, finalmente logré titularme.

-A propósito de tu profesión, ¿cómo ves la salud mental de todas las víctimas del estallido con quienes te ha tocado compartir?

Para contextualizar mi respuesta debo decir que en la banda donde toco somos 11 integrantes, una pequeña muestra de los más de 500 heridos por trauma ocular. De esos 11 casos, sólo en el mío se ha individualizado a la persona que disparó. Entonces no ha habido verdad, ni justicia y la reparación estatal ha sido totalmente insuficiente. Los chiquillos están bien porque han sido capaces de armar redes de apoyo y cuando a alguno le falta algo, estamos todos para ayudarlo. Pero no ha sido fácil porque muchos perdieron la pega, tuvieron que reinventarse y no recibieron ayuda de nadie. El año pasado se suicidó un compañero en Valparaíso, que fue una noticia que nos impactó mucho a todos. Entonces no es fácil.

-¿Qué ha sido lo más difícil de enfrentar desde el punto de vista psicológico?

Uno de los síntomas del estrés post traumático es que tienes desconfianza por el daño que te hicieron. Por eso es difícil relacionarse con ellos, porque están muy dolidos. Son casos bien complejos y no tan conocidos. A veces conversamos con algunos compañeros y pensamos que pasamos a ser sólo un número: los 500 heridos por trauma ocular. Pero cuando te pones a conversar con ellos sobre lo que vivieron cuando les dispararon es muy fuerte. Hay compañeros que vieron parte de su ojo en su mano, otros lo buscaban a su alrededor, algunos incluso recuerdan la mirada del carabinero cuando le disparó. Que aún no exista justicia, entonces, es algo muy desesperante.

-Tu caso sí ha avanzado jurídicamente, sin embargo, hay otros que no han avanzado nada. ¿Qué impresión tienes de ese fenómeno y por qué esa diferencia?

Mi caso y el de la Fabiola son más emblemáticos y han avanzado un poco más. Tal vez por la gravedad de las lesiones o porque son más mediáticos. Pero la mayoría de los casos no es así, ni siquiera los han llamado de la Fiscalía. Entonces si me preguntas yo creo que es por la normalización de la impunidad. Así como no se hizo justicia después de la dictadura, tampoco se está haciendo ahora y pasa a ser lo normal.

-¿Sientes que hay una real posibilidad de un proceso de reparación en el país?

Se está avanzando en esa línea. De hecho el programa de reparación que se presentó la semana pasada es muy pionero en el mundo, porque pone en el centro a las víctimas de violaciones de derechos humanos. En otros procesos es una mesa de expertos la que define cómo es la reparación. El proceso que se está levantando acá, en cambio, son mesas a nivel nacional donde se van a juntar las víctimas y van a conversar cómo conciben la reparación. Y, después de eso, se va a constituir una mesa nacional con expertos, políticos y también con las víctimas. Es un trabajo bastante interesante que encabeza la senadora Fabiola Campillai y la Subsecretaría de Derechos Humanos.

-¿Has hablado con el Presidente Boric sobre esto?

Hablé con él el día del cambio de mando. Le dije que los heridos de trauma ocular no podían seguir esperando y él me dijo que lo iba a tener presente.

-¿Y en tu caso, cómo va el tema jurídico?

Bastante lento, la persona que me disparó alcanzó a estar alrededor de un año y dos meses preso. Luego se determinó que era demasiado tiempo la prisión preventiva, que no era un peligro para la sociedad y  quedó en libertad. Es una situación bastante llamativa porque hay presos políticos que llevan tres años en prisión preventiva y los juzgados ni siquiera determinan que es mucho tiempo. Igual es molesto que la justicia funcione tan distinto de acuerdo a la persona que está adelante, cuando se supone que ley pareja no es dura. Según estimaciones que nosotros hacemos como familia, el próximo año recién debería empezar el juicio, o sea, más de tres años después que me dispararon. Creo que es demasiado tiempo.

-Probablemente en ese juicio te vas a encontrar con la persona que te disparó. ¿Has pensado en ese momento?

No mucho. Siendo sincero no sé qué haría en ese momento, pero me cuestiono mucho qué es la justicia y qué significa que una persona se vaya a la cárcel. Porque yo no concibo la justicia como un castigo ni como una venganza. Para mí lo ideal es que la persona que me disparó cambie su manera de pensar y modifique esa violencia que tiene dentro. Por eso me cuestiono si en la cárcel va a suceder eso. Yo no lo creo, pero es el sistema que tenemos.

-Claudio Crespo, el carabinero que te habría disparado, tampoco ha dado señales de arrepentimiento ni ha pedido perdón.

Es verdad, pero creo que en este mundo hay que cambiar las cosas, o sea, como la cárcel no rehabilita y tampoco va a volver más empática a una persona, me cuestiono muchas cosas en ese sentido. Pero claro, como bien dices, esta persona no ha dado señales de arrepentimiento ni mucho menos de perdón, que tampoco busco y no quiero que se mal entienda porque no es algo que esté buscando, sino que son reflexiones sobre lo que pienso.

-¿Y si en algún momento quisiera acercarse a ti?

Depende de muchas cosas, pero si se diera la instancia, no me cierro a conversar. Por supuesto que no sería fácil, sobre todo por mis padres y mis cercanos que no quieren ni verlo a kilómetros, pero en lo personal no me cierro esa posibilidad. Pero depende para qué va a ser. Depende de muchos factores.

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