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Wilfredo Miranda, periodista nicaragüense exiliado: “Ortega dinamitó la institucionalidad”

Por: Claudio Pizarro | Publicado: 05.11.2022
Wilfredo Miranda, periodista nicaragüense exiliado: “Ortega dinamitó la institucionalidad” |
El periodista Wilfredo Miranda va por su segundo exilio en Costa Rica. Una realidad que han tenido que asumir varios colegas del país centroamericano, sumido en una crisis profunda de desmantelamiento democrático. Sobre el ejercicio de una redacción “multisituada” y el hostigamiento persistente del gobierno, habla el ganador del Premio Iberoamericano de Periodismo Rey de España.

“Las circunstancias me obligaron a desprenderme de mi casa en Managua, a vender pertenencias, a dejar huérfana a mi perra, a extrañar condenadamente a mi familia y a escribir periodismo sobre Nicaragua desde lejos”, contaba al diario El País Wilfredo Miranda, en mayo de 2019, sobre su primer exilio forzado, tras el allanamiento a la redacción de Confidencial por la policía de Daniel Ortega y Rosario Murillo, tras una serie de graves hostigamientos a periodistas.

Dos años más tarde, luego de retornar a su país, la historia se volvió a repetir. Wilfredo, ahora cofundador del medio independiente Divergentes, tuvo que abandonar nuevamente su país luego de asistir a una citación de la Fiscalía de Nicaragua acusado de violar la Ley de Ciberdelitos, una de las tantas normativas creadas por el gobierno para controlar a la población disidente. 24 horas más tarde estaba arriba de un bote rumbo a Costa Rica.

Miranda coincidió con El Desconcierto en un encuentro de medios nativos digitales en Colombia, en el marco del Festival Gabo de Periodismo, narrando de primera fuente la crisis que vive el país centroamericano y las dificultades de una redacción instalada en el exilio.

-¿En qué momento Nicaragua se transformó en una dictadura?

Ha sido un proceso paulatino. Desde que Daniel Ortega regresó al poder dinamitó la institucionalidad y, poco a poco, instaló un régimen híbrido, entre autoritario y funcional. Se alió con los empresarios, lo que le permitió al país tener crecimiento económico a nivel macro, a medida que iba haciendo fraudes electorales.

-¿Cómo fue esa bitácora de ascenso al poder?

Ortega regresa al poder en 2006, después de perder la revolución sandinista en las urnas en 1990. Y llega al poder no porque haya sido mayoría, sino porque hizo un pacto político con el expresidente corrupto Arnoldo Alemán, para asegurarle la impunidad a cambio de una reforma constitucional que le permitiera salir electo presidente. Antes era con un porcentaje de 50% más uno y, con la reforma, lo dejaron en 35% de los votos siempre que obtengan 8 puntos de ventaja sobre el segundo lugar. Y así Daniel Ortega, tras intentarlo tres veces, logró alcanzar el poder en 2006.

-¿Cómo fue ese primer periodo?

Al día siguiente se adscribe al ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de América) y Hugo Chávez le pone un millón de dólares a su disposición y una ingente cantidad de cooperación venezolana que nunca se transparentó, siendo usada de manera discrecional para comprar voluntades, coartar a las instituciones del Estado y congraciarse con el empresariado.

-¿Qué pacto hizo con los empresarios?

A la luz del negocio petrolero, los empresarios empezaron a importar carnes, café, al mismo tiempo que se volteaban para otro lado ante los fraudes electorales. También Ortega le ofreció a la Iglesia penalizar el aborto terapéutico y afianzó los lazos con Estados Unidos, que es el principal socio comercial de Nicaragua. Pese a que se miraba con cierta reserva, se vendía como un gobierno de reconciliación. En 2008 vemos el primer gran fraude en elecciones municipales. A partir de esto comienzan a cooptar a todo el mundo y crear una especie de modelo autoritario híbrido, como solían llamarlo las calificadoras internacionales.

-¿Qué piensas de esta imagen de la izquierda latinoamericana sobre ciertos grupos rebeldes, denominados de liberación nacional, cuyos líderes han sido romantizados históricamente?
Es miope, no entienden lo que ha pasado en Nicaragua. Daniel Ortega no solo hizo fraudes electorales sino que obligó a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia a que declararan el candado constitucional que prohibía la reelección en Nicaragua. Y después de eso, reformó la Constitución para permitir la reelección indefinida, poniendo a su mujer como vicepresidenta en la primera línea de sucesión constitucional. ¿Eso es ser de izquierda y democrático?, yo no lo creo.

-Es más bien un disfraz…
Ellos se disfrazan con un aura revolucionaria y se visten con un ropaje anti imperialista, pero no se enfrenten al imperialismo. Entonces hay una romantización bastante pueril respecto a Daniel Ortega. En 2018, por ejemplo, impone una reforma a la seguridad social que hace estallar esta olla de presión que era Nicaragua. La gente explotó, salió a las calles a manifestarse. ¿Y qué hizo Daniel Ortega? Aplastar las manifestaciones con disparos letales a la cabeza, el cuello y el tórax.

-Fue en la denominada rebelión de abril.
Sí, la gente se levantó, salió a las calles a exigir que derogaran la reforma a la seguridad social, porque le quitaba pensión a los abuelitos, incluso no consultó a sus socios empresarios y éstos la rechazaron. Entonces se configuró un estado de implosión social que nunca habíamos visto, con marchas tan enormes y manifestaciones tan grandes que el gobierno se vio arrinconado y tambaleó.

-Hubo más de 300 muertos…
Sí, 365 muertos, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Entonces lo que hizo el gobierno al segundo mes de protesta, porque las protestas duraron seis meses, fue armar policías y grupos paramilitares para desarticular la protesta social. No lo digo yo, lo dice la ONU. Se trata de grupos irregulares con armas de alto calibre, de guerra, AK-47, que disparan sin piedad y causan distintas masacres. En la calle, reporteando, varias veces escapé de la ráfagas y veía sesos en el piso, gente baleada, fue una cuestión terrible. Fue el peor baño de sangre que el país ha vivido desde la postguerra.

-Y luego comienzan a meter presa a la gente que participó en las protestas.  

Llegamos a tener más de mil presos políticos en ese proceso. Entonces él (Ortega), después de la represión, se inventa una amnistía. Si bien se agradece la liberación de gente que estaba siendo torturada en prisión, lo que hace es autoexcluir los crímenes que se contemplan en esa amnistía. Entonces se queda atornillado en el poder, quiebra con los empresarios, con la iglesia, con Estados Unidos, quiebra con todo el mundo y se vuelve un paria, pero tiene a la policía y el ejército de su lado. Por eso a fines de 2018, muchos periodistas nos tuvimos que ir al exilio en la primera oleada de exiliados más grande desde la guerra, donde más de 120 mil nicaragüenses terminan en Costa Rica. Yo decido regresar en 2021, tocaban elecciones generales y todo el mundo creyó que se iba a abrir una especie de ventana…

-Pero Ortega termina encarcelando a todos los candidatos opositores…

Sí, nunca esperamos que iba a haber otra escalada represiva como la que hubo. Daniel Ortega, después de las protestas, dejó instalado un Estado policial. En Nicaragua vas al supermercado, al mercado, a la escuela y está lleno de policías. Sacar una bandera en mi país te cuesta cárcel. Entonces con ese estado policial todo el mundo se está yendo de Nicaragua. Y precisamente en 2021 surgen varios candidatos opositores y Ortega los mete presos a todos.

-¿Y cuáles eran los cargos?

Daniel Ortega controlaba el Poder Electoral y pudo haber hecho un fraude, pero creo que tenía demasiado miedo de enfrentarse a una elección con un mínimo de garantía, porque después de la masacre, su popularidad se desplomó hasta un 19%, siendo sostenida por empleados públicos y algunos simpatizantes trasnochados. Entonces al final arrestó a todos los candidatos acusándolos de traición a la patria, lavado de dinero y menoscabo a la integridad nacional. Leyes completamente ambiguas que se transforman en su tridente represivo.

-Incluyendo la Ley de Ciberdelitos…

Sí, esa es otra ley que inventaron y que permite al gobierno encarcelar por 8 años a quien ellos consideren que promueve noticias falsas. Porque lo disfrazan de buenismo, para penalizar la filtraciones de pornografía infantil, pero el espíritu de la ley busca castigar a quienes crean zozobra en la población a través de redes sociales. Es una ley mordaza para acallar a todo el mundo. Hay más de 15 personas condenadas por ciberdelitos, entre ellos una periodista, gente presa por poner un twitter, un estado en Facebook. Esto provoca  una autocensura terrible en Nicaragua, porque la gente no puede tuitear ni poner nada en Facebook, porque saben que se pueden ir a la cárcel.

-¿A ti te acusaron también?

A mí la fiscalía me llamó y me interrogó por casi cinco horas, acusándome que había violado la ley de ciberdelitos y que me iban a caer ocho años de cárcel. Todo en un contexto donde están metiendo preso a todo el mundo y muchos comienzan a salir exiliados. Yo salí de mi casa un 9 de junio y al otro día crucé en un botecito por el mar abierto y llegué a Costa Rica.

– O te ibas, o te encarcelaban. No había otra opción, me imagino.

Claro, yo tampoco quiero estar preso. Un periodista preso no sirve para nada. Me acuerdo que después del interrogatorio me llama mi abogado y me dice que debería salir del país, porque él acababa de irse. Esa misma noche comienzan a arrestar al presidente de la patronal, a Violeta Granera, a Juan Sebastián Chamorro y se riega un bulo de que están allanando mi casa. Ahí decidí salir de Nicaragua.

-¿Te fuiste solo?

Salí solo. Estaba en un hotel, porque te seguían y no podía ir a mi casa. Cuando mi abogado me llama, a eso de las 7 de la noche, decido irme a una playa del sur del país y, al día siguiente, muy temprano, me monté en un bote disfrazado de pescador. Me demoré una hora y media en llegar a Costa Rica.

-El asunto no termina ahí, porque si sigues escribiendo amedrentan a tu familia.

Esta es la etapa más reciente de todas las etapas represivas. Antes te quitaban el pasaporte, te desterraban o no te dejaban entrar al país. Ahora están empezando a echar presos a familiares de personas exiliadas que hablan y el gobierno les cae encima. Es una persecución sin descanso, sin escrúpulo, sin ningún principio moral.

-¿Y en el caso tuyo qué hiciste?

Tuve que sacar a mi papá hace varios meses, porque cada vez que yo publicaba en el país, ellos tenían una patrulla policial frente a la casa de mis padres con la sirena encendida. Y con amenazas diarias de encarcelarlos. Era una cosa emocionalmente insostenible, por eso decidimos que debían salir del país.

-Han cerrado también muchas ONG, tengo entendido.

Han cerrado más de dos mil organizaciones de la sociedad civil, incluidas organizaciones médicas que operaban a niños con labio leporino. El régimen de Daniel Ortega ha llegado a una etapa de totalitarismo rampante donde han echado presos a sacerdotes, músicos, feministas, periodistas, empresarios, campesinos,  líderes estudiantiles y a ciudadanos que opinan en redes sociales. Todo pensamiento crítico en Nicaragua es crimen e implica cárcel, persecución o exilio.

-¿Cuántos periodistas exiliados existen en estos momentos?

Ahorita, según el cálculo más reciente, hay más de 200 periodistas exiliados, en su  mayoría en Costa Rica, España, México y Estados Unidos. El Gobierno ha cerrado en lo que va de este año más de 50 medios de comunicación nacionales y locales. No sólo eso, confisca sus instalaciones. En Nicaragua los pocos periodistas que quedan ya no firman sus notas por seguridad. Es bien difícil que puedan salir a reportear. Ser periodista en Nicaragua te convierte en una apestado, porque a la gente le da miedo acercarse. Ahora tenemos el reto de seguir haciendo periodismo desde el exilio, cuando las mayoría de las fuentes están presas o también en el exilio. Y las que ahora están afuera, no quieren hablar, porque les pueden caer a sus familiares en Nicaragua. Entonces se configura un enroscamiento bien complicado.

 

-¿Cómo han sorteado las dificultades de trabajar todo este tiempo desde afuera?

Tratando de trabajar con los periodistas que tenemos dentro todavía. Buscando fuentes de información diversas, construyendo nuestras propias bases de datos. Intentando generar mecanismos o canales de confianza para que la gente pueda entregar información. Y, sobre todo, sorteando con el miedo de cada reportero, porque lo primero ahora es la seguridad. No quiero que por una historia, echen preso a un periodista. Por eso es  complicado investigar y hacer un periodismo de fondo. Hemos estado sopesando todo eso, tratando de cubrir un poco más de coyuntura diaria. Pero la gente está aterrada, casi no denuncia. Antes salía al exilio y denunciaba. Ahora ni eso. Es una dictadura comparable a la de Pinochet o de Videla. Una dictadura con una persecución sistemática, científica y perversa contra toda voz crítica.

-Las nuevas voces de la nueva izquierda latinoamericana se han pronunciado respecto a Nicaragua. ¿Qué te parecieron las intervenciones de Boric y Petro?

Yo creo que Boric, al igual que Petro, se dieron de bruces creyendo que podrían negociar o tenderle un puente a un dictador que dispara a matar. Él no quiere negociar con nadie, simplemente está atrincherado en el poder porque se cree el elegido y va a estar en el poder hasta que se muera. Boric ha buscado acercarse para ver si logra entrar en razón, Petro intentó tender un puente de diálogo, pero todos los esfuerzos han fracasado, incluido los del Vaticano y Estados Unidos.

-¿Y algunas voces más benevolentes? En Latinoamérica hay de todo hoy en día.

Muy poco. Daniel Ortega cada vez va perdiendo aliados. Cortó relaciones diplomáticas con Taiwán para reconocer a China, Venezuela lo apoya pero tiene su propia crisis y está negociando con Estados Unidos. Prefieren que le compren petróleo antes de quemarse con un dictadorzuelo como Ortega.  Lo apoya tácitamente el gobierno de Nayib Bukele (El Salvador) al no votar en los foros internacionales contra la represión, lo mismo el gobierno de Xiomara Castro (Honduras). Y ahí pararía de contar.

-¿Divergentes, como medio independiente, ha sufrido de amedrentamientos o persecución?

Sobre todo acoso policial, en el caso de mi familia y otros reporteros,  y persecución judicial con citaciones a la fiscalía. Ahora sabemos también que Daniel Ortega escucha teléfonos, pero su represión es más tradicional. Hay simpatizantes sandinistas que te siguen, existe difamación y hostigamiento en redes sociales, amenazas de llevarse presos a tus familiares, etcétera.  En 2018  me tuve que mudar cuatro veces, porque una vez la policía se metió a mi casa, buscándome. La propaganda del gobierno puso un cartel con mi cara en todas las redes sociales que decía «terrorista mediático, se busca. Favor entregarlo a las autoridades”.

-¿Ves alguna solución a lo que pasa hoy en Nicaragua?

Nicaragua ha hecho de todo, sobre todo de manera pacífica y nos hemos encontrado de vuelta con asesinatos, crímenes de lesa humanidad, presos, persecución, exilio, cárcel y dolor. Yo no veo salida. Estamos ante dos sociópatas del poder.

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