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Verónica Undurraga: «Los 12 bordes no limitan la discusión de temas importantes»

Por: Camilo Espinoza | Publicado: 21.02.2023
Verónica Undurraga: «Los 12 bordes no limitan la discusión de temas importantes» Verónica Undurraga, integrante de la Comisión Experta | Foto: Cedida
En entrevista con El Desconcierto, la integrante de la Comisión Experta pone el acento en la “enorme responsabilidad” que tiene la institución de “generar confianza en la ciudadanía” para este nuevo proceso constituyente. “El puro texto no puede producir cambios si no va acompañado de una ciudadanía activa que le dé vida”, plantea.

Verónica Undurraga no esperaba ser parte de la Comisión Experta cuando el 24 de enero recibió el llamado del senador Ricardo Lagos Weber. El PPD había tenido que bajar al abogado José Antonio Ramírez porque no se cumplía con el criterio de paridad del órgano de 24 integrantes, que debía tener 12 mujeres y 12 hombres.

“Lo que me contó el senador Lagos Weber es que cuando salió mi nombre como una posibilidad y se hicieron consultas a personas que me conocían, tanto del PPD como de otros partidos, recibieron buenos comentarios transversales de mi trabajo y trayectoria. Tuve 15 minutos para pensarlo, porque había que entregar la lista”, cuenta en entrevista con El Desconcierto.

La doctora en Derecho, directora de Espacio Público y académica de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) finalmente dijo que sí. “Acepté porque me pareció que era mi deber y porque personas a las que respeto mucho y que representan diversas sensibilidades políticas me manifestaron que, más allá de mis capacidades para el trabajo técnico, yo generaba confianza en distintos sectores”.

– ¿Cómo se ve el escenario que le tocará enfrentar en la Comisión Experta?

Creo que hay muy buena disposición de parte de todas las personas que la integran. Va a ser un trabajo intenso en una tarea que es compleja y para la cual hay poco tiempo.  Lo bueno es que hay bastante discusión y reflexión avanzadas gracias a los procesos anteriores. Tendremos diferencias de opiniones, pero eso es bienvenido y enriquece la democracia. Mientras más puntos de vista estén presentes en las deliberaciones, mejor.

De hecho, creo que la Comisión debe hacer un esfuerzo especial para identificar perspectivas que, por nuestras trayectorias profesionales o experiencias de vida, no sean para nosotros evidentes y que pueden ser muy relevantes para definir las normas de la nueva Constitución.

– ¿Ve problemas de legitimidad en la Comisión Experta al ser un órgano designado? ¿Se puede resolver eso en el camino?

Las y los integrantes de la Comisión Experta fueron propuestos y aprobados por los representantes del Congreso que fueron elegidos por la ciudadanía y mediante un acuerdo al que llegaron esos mismos representantes y que se plasmó en un proceso de reforma constitucional.  Por eso, el diseño que contempla una Comisión Experta designada de esa manera y un Consejo Constitucional elegido por votación directa que trabaja sobre un anteproyecto que le presenta la Comisión, es legítimo.

Se puede diferir en el modelo de órgano constituyente que uno prefiere, pero no hay un solo tipo de diseño legítimo, hay muchos posibles. Este modelo no es el que yo personalmente habría elegido, pero hay que recordar que en democracia las decisiones se toman por acuerdos de las personas elegidas por la ciudadanía y que esas personas tienen preferencias distintas. Es el mejor modelo al que pudo llegarse dada la diversidad de posturas que hay en el Congreso y eso es valorable, más allá de nuestras opiniones personales.

– ¿Cree que la Comisión Experta partirá con el pie izquierdo al tener a Hernán Larraín como el presidente de su primera sesión?

No, definitivamente no creo eso.

La «enorme responsabilidad» de generar confianza

– En su opinión, ¿cuál es la principal misión que tiene la Comisión Experta?

Técnicamente, la misión de la Comisión es proponer al Consejo Constitucional un anteproyecto de propuesta de nueva constitución en un plazo de tres meses desde nuestra instalación, aportar con derecho a voz en las instancias de discusión del Consejo Constitucional, formular observaciones que mejoren el texto de la propuesta que entregue el Consejo y, finalmente, trabajar en conjunto con el Consejo en afinar la redacción de normas de manera que logren suficiente apoyo del Consejo para lograr ser aprobadas por los quorum que se necesitan.

Más allá de lo técnico, como la Comisión Experta va a empezar su trabajo tres meses antes de la instalación del Consejo Constitucional, creo que tenemos la enorme responsabilidad de generar confianza en la ciudadanía, de lograr en lo posible una buena conexión con ella y de ir involucrándola, tanto recibiendo sus aportes como explicando claramente lo que vamos haciendo.

– ¿Cuáles cree que van a ser los nudos más difíciles de desatar en materia constitucional en la Comisión Experta?

No lo sé con certeza. Hay temas de diseño que son difíciles, incluso si hubiera acuerdo transversal respecto de los objetivos que quieren lograrse, por ejemplo, en el diseño del sistema político, de la regulación del poder judicial o en materia de descentralización.

Una parte del diseño es intelectual y esa parte ya es difícil. Además, estos cambios institucionales, que son necesarios y a veces urgentes, deben tomar en consideración aspectos culturales, problemas prácticos, la natural resistencia al cambio de las personas que trabajan en esas instituciones, es decir, muchos elementos respecto de los cuales nadie tiene información completa ni control sobre los posibles impactos de las reformas.

Hay cambios que no pueden seguir esperando y el momento de discutirlos es el proceso constituyente, por lo que hay que trabajar en forma muy seria para llevarlos adelante, pero a la vez, debemos ser muy prudentes. También es muy posible que las diferencias ideológicas que cruzan a la población chilena se expresen en la Comisión Experta, por ejemplo, en la manera de entender el Estado social de derecho o el alcance de la protección constitucional a la naturaleza, entre otros temas.

De eso se trata el proceso constituyente en todas sus etapas, de que las distintas visiones estén representadas y se llegue a acuerdos básicos comunes que guíen y habiliten los debates democráticos posteriores.

Los 12 bordes constitucionales

– ¿Cuáles son los temas que para usted van a ser prioritarios de abordar?

Una constitución tiene una doble faz. Representa un pacto social que refleja nuestras expectativas y compromisos respecto de la sociedad que queremos construir hacia el futuro. Eso se ve expresado en forma más evidente en las normas que recogen principios y derechos fundamentales y es muy necesario que la ciudadanía pueda sentirse interpretada por estas normas, por lo cual para mí son prioritarias.

Pero por otro lado, estas normas por sí solas son insuficientes si el diseño de los órganos del Estado, sus potestades y procedimientos queda mal hecho. Un mal diseño de las normas orgánicas puede incluso frustrar la concreción de los objetivos que nos fijamos como sociedad, lo que es casi peor cuando se han puesto muchas esperanzas en ellos.

Por lo mismo, para mí la prioridad está en lograr que ambas partes de la Constitución se articulen bien: que exprese compromisos asociados a la dignidad, la libertad y la igualdad en una sociedad inclusiva y que nuestras instituciones queden bien diseñadas para que las transformaciones necesarias para avanzar en ese camino puedan hacerse efectivas y las personas perciban que eso está sucediendo.

– ¿Qué tan de acuerdo está con los 12 bordes que se establecieron para este proceso constitucional?

Las 12 bases institucionales que se acordaron son muy heterogéneas. Algunas son principios constitucionales que me parecen básicos, como que Chile es una República democrática, que la soberanía reside en el pueblo y que ésta tiene como límite la dignidad y los derechos humanos.

Otras buscaron dejar establecidos ciertos parámetros para la discusión constitucional de manera de dar las certezas a las distintas fuerzas políticas, certezas que eran necesarias para suscribir acuerdo y eso me parece que es legítimo, como por ejemplo, el carácter unitario del Estado, el reconocimiento del Estado social y democrático de derecho que promueva los derechos sociales con responsabilidad fiscal y permitiendo la participación de instituciones estatales y privadas, o el poder legislativo bicameral.

En conjunto me parece que nos permitirán trabajar bien. No limitan la discusión de temas importantes y sirven para bajar niveles de ansiedad en la deliberación y eso es bueno.

– ¿Cuánto queda y cuánto muere del proceso constitucional anterior?

La respuesta exacta la tendremos al final, si se aprueba la nueva Constitución, pero el acuerdo que se plasmó en la reforma constitucional que habilita este nuevo proceso ya da pistas: por ejemplo, quedó la paridad, el Estado social y democrático de derecho, el compromiso por el cuidado y la protección de la naturaleza y su biodiversidad, que son tres temas que se instalaron en la Convención Constitucional.

Por supuesto que la forma en que esos y otros temas se traten en el nuevo texto son relevantes, pero no hay que olvidar que los procesos constituyentes son mucho más que la redacción de normas y que el puro texto no puede producir cambios si no va acompañado de una ciudadanía activa que le dé vida y lo comprenda de cierta manera.

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