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Héctor Velis-Meza: “El gran triunfo de los políticos ha sido desunir al mundo del libro”

Por: Mario Gutiérrez | Publicado: 26.06.2023
Refiriéndose al bajo nivel de lectura de los chilenos, el periodista y escritor acusó que “el problema está en el hogar”. Además, sostuvo que la Ley del Libro “es letra muerta” y que Gabriel Boric “es un lector”. Sin embargo, en su diálogo con Manos Libres, también habló de cine e incluso de amor.

Héctor Velis-Meza es un gran conversador. Disfruta del diálogo y hace de ello un momento agradable. Esta vez se conectó vía Zoom con el programa Manos Libres desde su parcela en Ocoa, donde vive la mayor parte del tiempo, acompañado de perros, gatos y zorros, compañías con las que también se deleita.

Tiene 74 años, acaba de publicar -orgullosamente- su quincuagésimo octavo (58) libro, y en esta entrevista deambuló por las distintas complejidades que atraviesa, hace ya décadas, la industria editorial. Acusó responsabilidades compartidas, recordó ejemplos exitosos del Estado como órgano editor de libros, pero comenzó con lo más contingente: la controversia por el rechazo del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de nuestro país a asistir como Invitado de Honor a la Feria del Libro de Frankfurt, respecto a la cual entregó varios detalles.

El sueño del pibe

«Lo primero es decir que la Feria del Libro de Frankfurt y yo tenemos la misma edad, es decir, los dos nacimos el año 1949. Yo no la conozco personalmente y lamento no conocerla, pero ¿por qué me siento cercana a ella? Porque yo, durante muchos años, fui gerente de la Cámara Chilena del Libro y, como tal, sí la tuve que conocer porque mucha gente preguntaba por lo que era este evento. Posteriormente, fui durante diez años también miembro del directorio de la Cámara Chilena del Libro».

«Es decir, ¡es el sueño del pibe ir la Feria del Libro de Frankfurt!, ¡es como si Chile hubiera rechazado un Mundial de Fútbol!, por decir algo. Entonces, (lo de rechazar la invitación) resultó inexplicable. Por eso es que ese día que se supo esto, yo tuve como un día de furia y escribí esa carta que tú leíste y que la publicó al día siguiente El Mercurio (carta en que satíricamente criticó la medida del ministro Jaime de Aguirre) y también coloqué como historia en Instagram algo muy parecido y la vieron más de 5.000 personas».

Dios mío, ¡qué nos pasa!

«A ver, lo primero que dicen que es muy caro, yo no conozco en ningún lugar donde sea barato ir (a una feria similar). No conozco ningún lugar en el mundo donde a ti te inviten y tú llegas y no pagas. Es decir, a ti cuando te invitan, tú sabes que va a ser un costo muy alto, pero los beneficios que te va a traer esa inversión son más altos todavía. Yo estuve mirando cuál fue el primer país invitado a Frankfurt y no fue un país, fue un continente, América Latina. Y eso habla mucho de lo que ocurre, por ejemplo, en México, porque ese país ha sido una potencia que publica libros, es un país que tiene una industria editorial muy fuerte».

«Otro país que ha sido invitado es Brasil, y el otro es obvio, Argentina. Sabemos que la industria del libro argentina siempre ha sido muy fuerte, activa y creativa. Por años fui a la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que es una de las más importantes y una de las más grandes. Pero, en este contexto, Frankfurt, es decir, ¡no sé por cuánto hay que multiplicar esto para dimensionar el tamaño de la actividad!»

«Esta es una feria a la que la gente no puede ir más que el último día, es una feria estrictamente profesional, ¡es la más profesional de todas las ferias! Es la feria donde se transan los derechos de autor, es decir, la posibilidad que tenía Chile de llevar los libros de sus autores era una ventana que se abría para que los libros de los chilenos fueran traducidos, para que fueran comprados, para gestionar películas y series de televisión. O sea, cuando te pones a pensar en todo lo que podría haber ocurrido en Frankfurt, tú dices ´Dios mío ¡qué nos pasa!´».

¿Dónde están los libros?

“Respecto a lo que había que invertir para ir a Frankfurt, hablan de 8.000 millones de pesos, otros dicen diez mil millones, y por ahí alguien dice que este dinero lo vamos a usar para, por ejemplo, hacer campañas para que la gente lea, y yo me empiezo a acordar de las campañas de antes. Imagínense que yo llegué al mundo del libro el año 74, más o menos, y me acuerdo de la (campaña) más emblemática, el maletín literal».

«Yo me pregunto si ¡alguien ahora se acuerda del maletín literario alguien se acuerda o dónde están los libros del maletín literario! Entonces, a veces no he estado muy de acuerdo con algo y es en que se gasta mucho dinero en que se publiquen libros acá en Chile. Yo recuerdo que, en la Cámara Chilena del Libro, cuando se presentaba lo que es el informe del ISBN (International Standard Book Number), que es el más exacto, se sabía cuántos libros se publicaban, porque por ley, todo libro que se publica en Chile tiene que tener el número ISBN, que es como su Rut, y lo administra Cámara del Libro».

«Como yo estuve tanto tiempo ahí, conozco muy de cerca y desde adentro lo que es. Entonces, siempre los directores celebraban y decían ´pero qué cantidad de libros estamos publicando! pero como yo representaba a una librería en ese sillón (en el directorio de la citada agrupación), yo decía ´sí, es verdad, que se publican muchos libros, pero me gustaría saber ¿dónde van esos libros?, porque no llegan a las librerías, ¡no llegan a las librerías!”.

El problema está en el hogar

“Los problemas del libro son muchos, es una cadena y ahora yo me he dado cuenta de que el origen de todo este problema está en el hogar. Mucha gente dice que el Estado ha renunciado a lo que es la formación de las personas, principalmente en la creación de hábitos de lectura y yo siempre he creído que no es, exactamente, la tarea del Estado el enseñarnos a leer. Esa tarea la tienen los padres y yo creo que ellos renunciaron. Yo me acuerdo de que el hábito lector en mi caso se creó en mi casa».

«Yo tengo aquí, donde vivo, (Ocoa)…recién conté los libros y son del orden de los 2.000 los que tengo aquí al frente de mí en la biblioteca de mi casa, y en mi departamento en Santiago hay 10.000. Pero ¿qué hace el colegio respecto a este tema?, una vez que tú ya tienes el hábito de lectura, el colegio te orienta las lecturas, y ahí estaba la función del Estado porque, en mi caso, yo soy un hijo del fisco, estudié en el Instituto Nacional”.

¿Quién lee la Constitución?

“Me recuerdo que lo único que yo quería era llegar a primer año de humanidades cuando el profesor nos entregaba la lista de libros que teníamos que leer y me acuerdo de que la lista era superior a 15 libros al año. ¡Es decir, más de un libro al mes! ¡Y eran los grandes libros que formaban la historia, la estructura y los cimientos de la literatura chilena! Ahí entonces entraba el Estado, entraba con sus profesores de Castellano y con otros profesores que con el tiempo se perdieron. Por ejemplo, todo lo que yo sé de Economía, que es bien poco, pero curiosamente, es lo más elemental, me lo enseñaron en el colegio con el profesor que hacía economía. Otro ejemplo, en el pasado ¡tú no pasabas de curso si no te sabías la Constitución! O sea, acabamos de rechazar una Constitución, estamos por leer otra y yo me pregunto ´ ¿alguien conoce la que tenemos? ´(ríe)”.

Liceos de antaño

“El Estado no tiene que darnos plata para hacer libros, ¡el Estado tiene que educarnos! Hoy día los grandes colegios, los mejores colegios son los colegios particulares. Hace poco me invitaron a dar una charla al Grange, que es un muy buen colegio inglés, y cuando yo llegué al colegio y almorcé con el rector, con algunos profesores y los mejores alumnos, ellos se dieron cuenta que yo era un exalumno del Instituto Nacional y me dijeron lo siguiente ´Héctor, este colegio se creó a imagen y semejanza del Instituto Nacional, por años la mitad de los profesores del Grange eran los mismos profesores del IN´. Entonces, yo pienso y la pregunta que me hago es ¿por qué diantres los liceos fiscales de antes eran mejores que los colegios particulares de hoy, que no son buenos?”.

¡No saben leer!

«Lo de los resultados del SIMCE yo lo veo de otra manera, yo lo vi como profesor en la Universidad, en primer año, cuando tuvimos que crear un ramo que se llamaba Comprensión Lectora y si ustedes me preguntan ¿por qué yo no estoy haciendo ese ramo ahora? Bueno, simplemente porque en el último curso que hice en la Universidad, prácticamente, ¡reprobé a todo un curso porque eran incapaces de entender un libro! Ahí descubrí alumnos que no sabían leer y cuando yo reclamé me dijeron ´tú estás loco me dijeron, cómo va a haber un alumno que no sepa leer´. Entonces, le pedí al director que por favor citara al alumno a su oficina y lo hiciera leer, y después me llamó y me dijo ´efectivamente no sabe leer´. Por lo tanto, yo me pregunto ¡qué estaba haciendo ese alumno en la universidad!, ¡cómo entró a la universidad si no sabía leer!”».

Rastros de Quimantú

“El Estado alguna vez en Chile sí se preocupó de los libros. Yo nunca me voy a olvidar el día en que tuve que entrevistar al director de la editorial Gabriela Mistral, que era un exoficial de la Fuerza Aérea que aceptó recibirme y fue muy franco, fue extremadamente franco cuando me dijo ´la única empresa que funcionaba en la Unidad Popular era Quimantú (editorial que funcionó entre 1971 y 1973) ´».

«Es decir, él estaba en Gabriela Mistral que fue la sucesora de Quimantú, y era la única empresa que ganaba dinero, me dijo. Esa era la única empresa que hacía lo que tenía que hacer, ¡y la contribución que hizo Quimantú para que los chilenos leyeran fue notable y eso, curiosamente, lo hizo el Estado! Es por eso, que de repente dicen ´nooo, el Estado no debe estar para publicar libros´, yo digo ´ ¿pero, por qué Quimantú resultó? ´, ´¿publicó libros que eran proclives a la Unidad Popular? Publicó algunos, por supuesto, pero hizo de todo, ¡publicaba las grandes obras de la literatura universal!  Y luego (la editorial) Gabriela Mistral, con este exoficial, trató de hacer algo parecido y ¿en qué terminó Gabriela?, Mal, yo fui al remate de sus máquinas”.

Igual que las papas

“El año 1976, tú lo dijiste, es el año clave con el IVA. Ahí, obviamente, el equipo económico que tenía el gobierno militar, simplemente, no encontró ninguna razón para que el libro no tuviera IVA, y dijeron ´si los libros -y lo recuerdo perfectamente- son como las papas, son como cualquier cosa. Y dijeron ´el día que le quitemos el IVA a los libros, van a llegar los de la leche para que se lo quiten, van a llegar los de las farmacias, etc.»

«Es que no entienden que no existiría la buena leche, no existirían las buenas papas, no existirían las buenas farmacias y los buenos remedios ¡si las personas no leen! Es decir, no pueden compararlo, ¡por eso que me viene la furia! cuando yo digo ´les da lo mismo la feria de las pulgas, ¡una feria del libro y una feria de los chicles! ´, sin desmerecer ni a las pulgas ni a los chicles, por cierto”.

Democracia de las aspirinas

“En los años 80 fui gerente la Cámara del Libro y me tocó participar en la realización de las ocho primeras ferias que se hicieron, antes se hacían en el Parque Forestal y después se fueron a la Estación Mapocho. Y, curiosamente, durante todo ese tiempo nosotros esperábamos que terminara ese largo interregno militar porque sabíamos que lo primero que iba a hacer quién llegara (al primer gobierno en democracia), nos iba a escuchar y se iba a dar cuenta de ese horror que había ocurrido todo ese tiempo».

«¡Incluso el propio gobierno militar reconoce el año 1980, más o menos, que en Chile había un apagón cultural!, y me acuerdo que fue un estudio que se hizo en la Universidad Católica donde se demostró que, ya el año 80, estábamos perdiendo esa habilidad (la capacidad lectora). Bueno, llegó el año 1990 y ahí partimos a pasar nuestra cuenta, a decir ¨nosotros tenemos esta antigua aspiración de eliminar el IVA para fomentar la lectura´. Y, claro, nos escucharon, ¡pero siempre nos dieron un Aspirina, un Panadol, un Ketoprofeno cuando estábamos más dolidos! Los ministros de Hacienda, que, en el fondo, han sido los que se han negado a esto, ¡nunca, nunca encontraron que nuestras razones tenían algún asidero!”.

Libros regalados

“Entonces, ¿qué es lo que hicieron muchas editoriales? Dijeron ´somos una empresa como cualquier otra, tenemos que usar el marketing, tenemos que usar la publicidad y se hicieron muchas cosas en esa época. Acuérdense cuando se regalaban libros con las revistas. ¡La cantidad de libros que se regalaron fue gigantesca! La revista Ercilla, la revista Hoy también los regalaba».

«Hay gente que dice que la empresa privada tampoco se ha preocupado de fomentar la lectura, y la verdad es que ¡la empresa privada también se preocupó! Pero ¿es la función de la empresa privada estimular los hábitos de lectura? ¡No, pues, yo creo que no! En ese tiempo hubo lucro, marketing y hubo estimulación. Yo mismo fui por la revista Ercilla a Argentina a buscar una colección para regalar y encontré la Historia Universal de Grimberg».

«Ese fue como un error mío haber encontrado esa historia porque, como la encontré en Buenos Aires, no alcancé a saltar a Barcelona porque me habían dicho ´si no la encuentras en Buenos Aires te vas a Barcelona´ y la encontré en Buenos Aires (ríe). Y la historia de Grimberg es una gran colección de libros de Historia Universal y se publicó en Chile, y se regaló con la revista Ercilla, pero siempre me he preguntado ´ ¿es tarea de la revista Ercilla estimular los hábitos de lectura? ´ ¡No, pues, era marketing!”.

Están todos peleados

“Para que sacaran la Ley del Libro hubo que ir a hacer números a la Cámara de Diputados. Fui también a la cámara cuando empezó a discutirse esta ley. Allá arrendamos alguna micro y partíamos a hacer números y a hacer ruido con toda esta historia. Y finalmente, salió la Ley del Libro, sí, salió, ¡pero eso es letra muerta! Por ejemplo, lo que veo y lo han dicho también otras personas, ¿qué es lo que se ha conseguido con la realidad del libro en Chile?, y es algo que la pandemia lo agravó, obviamente».

«La pregunta es ¿cuántas librerías han cerrado ya?, ¿cuántas editoriales han cerrado? Y al respecto, ¿qué es lo que pasa? Lo que yo veo es que hoy día el mundo del libro, además, perdió la fuerza que tenía, porque hasta hace más o menos unos 10 o 15 años había una sola institución, la única institución gremial que aunaba a todos los actores del libro, menos los escritores que tienen la SECH (Sociedad de Escritores de Chile). Estaban en esa agrupación los editores, los distribuidores y las librerías».

«Pero hoy día, yo pregunto ¿qué pasó en la Cámara Chilena del Libro?, yo empecé a ver la desintegración de la misma cuando, primero, se fueron los editores chilenos e hicieron su propia asociación gremial, después se fueron los editores internacionales e hicieron su corporación del libro, después apareció la Furia del Libro que tomó a los independientes y a los autoeditados. Y, en definitiva, el peso que tenían desapareció, ¡pero cuando iban todos juntos ese peso existía! ¿Se acuerdan lo que ha sido la FILSA en los últimos años? ¡se ha ido deteriorando! ¿Y por qué? ¡porque están todos peleados, no se hablan!, es una cosa muy rara”.

Virtudes de SADEL

“Creo que el gran triunfo que han tenido los políticos fue desunir a la gente, al mundo del libro. Yo diría que hoy día hay una sola institución que está creciendo con buena salud, y que se está preocupando del mundo -más que del libro-, de los derechos de autor que es SADEL (Sociedad de Derechos Literarios), tal vez hoy día es la más poderosa, porque por fin SADEL ha logrado llegar a entender lo que es el mundo de la piratería, por ejemplo, del plagio, de la reprografía».

«Hoy día han hecho una labor notable para reunir fondos con las universidades, principalmente ¡y las universidades han entendido que para poder fotocopiar un libro y hay que pagar! SADEL consiguió eso y es una gran cantidad de dinero la que pagan las universidades para tener hoy día el derecho -y que no sea un delito- reproducir un libro y hacerlo legalmente, pero sí han pagado”.

“Creo que Boric es un lector”

“Con franqueza creo que Boric lee, lo digo honestamente, creo que él es un lector. Acuérdense era vecino mío (en el Barrio Bellas Artes) y era un cliente de la librería Metales Pesados, era un cliente habitual de esa librería. Pero les voy a decir algo que es bien interesante. Imagínense que ¡cuántos años estuve en la feria, haciendo ferias de libros y nunca vi un presidente! Pero ahora sí se ve al presidente que va a la Feria del Libro».

«Siempre nos llamó la atención que el poder nunca llegara (a FILSA). Las veces que yo vi a un presidente chileno en la Feria del Libro era cuando se inauguraba, vi al presidente Lagos, vi a la presidenta Bachelet, creo que incluso vi a Piñera. Vi a otros presidentes de otros países, vi al presidente de Bolivia, vi al presidente de Ecuador, vi a la presidenta de Argentina inaugurando la Feria del Libro acá en Chile y lo que más me impresionó es que ¡cantó la Canción Nacional nuestra, se la sabía!, yo estaba debajo de ella mirándola y dije, pero ¡cómo se sabe la Canción Nacional! Después (las autoridades) recorrían la feria, pero no volvían. Es decir, nunca vi a uno de estos presidentes que llegara como cliente. Vi ministros, por supuesto, vi parlamentarios, sí, iban algunos. Pero el presidente Boris va a la Feria del Libro y va como cliente, esa es la diferencia, digo yo”.

Cultura y sus enemigos

“Tú tienes que ordenar las cosas de tal modo que ese dinero, que no es poco. Tal vez los artistas, los escritores van a tener que, a lo mejor, renunciar por un tiempo a los dineros que les dan para hacer sus obras. Porque, por ejemplo, tú no sacas nada con darle dinero a los escritores para libros que no se van a leer».

«Entonces, yo creo que lo primero que hay que hacer es usar ese dinero para buscar una fórmula con la que seamos capaces de convencer a la población, particularmente a los padres, para que lean. Cuántas veces algo me han parado a mí por ahí algún padre y me dice, ´dígame, don Héctor, ¿qué puedo hacer yo para que mi hijo lea? Y, claro, me hacen esa pregunta y yo lo que hago, en vez de contestarle, le hago otra pregunta ´ ¿y usted lee? No. ¿Y por qué no lee? Es que no tengo tiempo´».

«Yo me acuerdo que mi madre -que tuvo que trabajar hasta que se murió-, salía en el turno en El Mercurio a las doce de la noche, llegaba a la una de la mañana y ¡se daba tiempo para leer!, y conversaba de libros con nosotros, ella fue la que me orientó. Por lo tanto, yo digo, si un niño no ve que sus padres leen, ¿por qué va a pensar que eso es fantástico y entretenido? Y hoy día el libro tiene un enemigo que es el streaming, Netflix, al extremo de que yo me he pasado al lado oscuro también (ríe). ¡Soy un fanático de las series de televisión!, pero es lo mismo que leer, si eso es lo que yo le tengo miedo, por eso te digo que estoy en el lado oscuro”.

Portero de la memoria

“Se está perdiendo la capacidad de crear la capacidad, de imaginar, en eso es lo que estamos. Hoy día ya no te encuentras con gente tan luminosa que había antes, esa gente tan creativa que hablaba y tú la escuchabas porque lo que tenía en la cabeza era información. Yo siempre les decía a mis alumnos ´ustedes cuando no saben algo, ¿qué hacen’ toman el teléfono y eso no es aprendizaje. El aprendizaje se da cuando tú tienes que buscar la información, darte todo ese trabajo que significaba encontrarla y digerirla después, pero acá tú lo lees y pasas a otro tema, no hubo aprendizaje. Es decir, el portero la memoria no funciona, el portero de la memoria funciona cuando tú digieres la información. Cuando tú digieres un libro, pasa al portero de la memoria y entra a la memoria de largo plazo y ahí es donde funciona la cabeza”.

Historia de El Padrino

“¿Qué es lo que es lo que más le cuesta hoy día a una persona?, contar una historia porque antes no costaba contar una historia porque tú leías no es cierto. Ese hábito, esa práctica fue la que tú no te diste cuenta cuando habías aprendido algo nuevo que no te lo enseñaron, no te enseñaron a contar una historia, simplemente lo aprendiste porque llenaste tu cabeza, tu cerebro, tu mente con historias y eso te permitió, además, ampliar los límites de la imaginación. Incluso uno se hizo experto, cuando era chico, en contar películas porque no todos podían ir al cine. Recuerdo que mi madre me contó películas que cuando yo las vi después en el cine, me impresionó la precisión con que las contaba y ¿de dónde nacía esa precisión? de los libros, la lectura».

«Hoy día los dos combinan, el libro y el streaming, Netflix o Paramount o HBO, etc. Pero te falta entremedio lo que hacía que tú fueras capaz de retransmitir esa historia, porque lo que te lo daba era el libro. Cuando yo leí El Padrino, me recuerdo perfectamente que lo estaba leyendo, en un momento y mi esposa me interrumpió y yo me enojé. ¡Y me enojé porque estaba en una parte que era clave! Días después, yo fui a ponerme la buena y la interrumpí yo a ella ¡y se enojó! Me dijo ´no, no, no, ¡estoy leyendo El Padrino! Y después, por curiosidad, le pregunté ´ ¿qué estabas leyendo’, y era exactamente lo mismo donde me había interrumpido a mí”.

¿Cuánto dura el amor?

“Tal vez lo más es raro que voy a decir, es que mi mayor error puede haber sido haberme casado porque ni ella ni yo queríamos casarnos, pero fuimos obligados porque ella era menor de edad. Cuando yo la conocí, la mayoría de edad era a los 21, y nos conocimos en la universidad, y yo era mayor que ella como cinco años. Entonces la única manera en que a nosotros se nos permitió la relación, era si es que nos casáramos».

«Pero después con el tiempo, me di cuenta de que fue un error porque yo nunca he creído en el matrimonio, ¡e imagínense me casé! No creo en el matrimonio porque creo que las relaciones que no se dan a través del matrimonio, ¡siempre son más fuertes!, ¿saben por qué? Porque no hay un papel que te obligue a amar. Mi padre se casó cinco veces, yo creo que, en el fondo, él estaba enamorado del amor, y el amor yo siempre he creído que dura tres años. Entonces lo que viene después es lo más importante, pero no es lo que ocurre en los primeros años”.

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