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Chile furioso o por qué una sociedad se vuelve más violenta

Por: Felipe Avendaño | Publicado: 09.12.2023
Chile furioso o por qué una sociedad se vuelve más violenta Imagen referencial desarticulación de banda criminal | Agencia Uno
En este reportaje analizamos las causas y manifestaciones de la violencia y cómo se ha naturalizado como medio de relación social para la resolución de conflictos, en un contexto de pluralidad de crisis, donde el ser humano está en un estado permanente de incertidumbre con instituciones tensionadas que más que resolver el problema, lo agudizan.

Conmoción generó la muerte de Anthony, un niño de 5 años que fue alcanzado por una bala en la población Las Aralias, comuna de Padre Hurtado cerca de las 20:30 horas del martes, luego que un auto abriera fuego frente a la casa de sus padres, dejando heridos a dos adultos. Anthony falleció media hora más tarde en el SAMU de Santa Rosa, a pocas cuadras de su casa.

42 días antes, el 24 de octubre, en el mismo SAMU fallecía Sabrina Durán, líder de una banda de narcotraficantes que los medios de comunicación bautizaron como “Ina, la Narco Reina”, quien murió desangrada luego de ser acribillada a plena luz del día por una supuesta banda rival en una calle de Padre Hurtado. Si bien Anthony como Sabrina tienen historias diametralmente distintas, sus muertes son consecuencias, según dijeron las autoridades, de ataques por “ajuste de cuentas”.

«Hace 30 años atrás, en este mismo lugar, el Presidente Aylwin recibió la noticia de que había sido asesinado Jaime Guzmán”, dijo el miércoles el alcalde de La Florida, Rodolfo Carter, a la salida de La Moneda, refiriéndose al magnicidio del senador y fundador de la UDI a manos del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR).

Las declaraciones de Carter se dan a dos días de que anunciara “emergencia comunal” en La Florida, propuesta que contempla el reclutamiento de civiles y 100 ex funcionarios de Carabineros, Policía de Investigaciones y Fuerzas Armadas para apoyar el trabajo de seguridad.

Mientras algunos aplauden la medida adoptada por el alcalde, -siguiendo el ejemplo de su par de La Reina, José Manuel Palacios-, otros critican el “populismo punitivo” del edil, ya que, para algunos, este tipo de propuestas no apuntan precisamente a la eficacia del sistema de justicia, sino que instrumentalizan el dolor de las víctimas y sólo buscan calmar y aprovechar el temor de la población.

“Sabemos que existen delincuentes que son muy peligrosos. Hemos visto que se ha venido reiterando el hecho de que cuando van a ser controlados atropellan a carabineros o se enfrentan a disparos. ¿No les va a ocurrir eso a nuestros funcionarios que son civiles? ¿Qué vamos a hacer después de que eso pase?”, dijo el concejal de La Florida, Reinaldo Rosales.

El concejal emplazó al alcalde a “dejar la preocupación por las encuestas y por los votos” y poner “un poco más de seriedad en la toma de decisiones”. Por su parte, el contralor Jorge Bermúdez le quitó el piso a la medida de Carter. “No existe tal cosa y los Estados de Excepción son los que están dispuestos en la Constitución. Los alcaldes por cierto no tienen esas facultades de gobierno para hacerlo”, dijo a CNN Chile.

Según la última Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (ENSUC) del Instituto Nacional de Estadísticas, el nivel de victimización llegó a un 21,8%, incluso más bajo que las cifras registradas durante la pandemia, donde alcanzó un 23,6%, los números más bajos en 20 años. Lo que sí subió fue el nivel de temor de la población, que alcanzó un nivel histórico del 90,6%.

Violencia, desigualdad y descrédito institucional

El FPMR, al que hace referencia Carter, también fue el responsable del secuestro a Cristián Edwards, hijo del fallecido dueño de El Mercurio, hecho que motivó la creación de la Fundación Paz Ciudadana, conocida por encuestas de percepción de temor y delincuencia. El Índice Paz Ciudadana 2023, publicado en octubre, arrojó un aumento de la percepción de inseguridad, pero bajos índices de victimización.

Según el “Primer Informe Nacional de Homicidios Consumados”, elaborado por el Centro Nacional para la Prevención de Homicidios y Delitos Violentos de la Subsecretaría de Prevención del Delito (SPD), la tasa de homicidios pasó de 4,5 en 2018 a 6,7 en 2022, ubicando a Chile entre los países con menos homicidios de América Latina y el Caribe, donde el promedio alcanzó los 19,9 cada cien mil habitantes en el año 2021.

“Si nos comparamos con América Latina somos una tasa de leche. Todavía tenemos los índices de criminalidad más bajos. Chile se sitúa alrededor de los 7 homicidios por cada 100.000 habitantes versus 40 que tiene Venezuela”, dice Daniel Grimaldi, director ejecutivo de la Fundación Chile 21.

Si bien la cifra de homicidios ha ido en aumento, para el también director del Laboratorio sobre Violencias y Gestión de Conflictos, el fenómeno de la violencia tiene varios factores, donde se entrecruzan expectativas no cumplidas, frustración y un sistema que no cuenta con las herramientas para hacer frente a la crisis, sumado a la falta de legitimidad que hace que la ciudadanía deje de acudir a ellas para la resolución de conflictos y opte por otros caminos que están, en algunos casos, fuera del marco legal.

“La psicología social dice que la violencia se expresa en sociedades que tienen una brecha amplia entre las expectativas y la frustración”, dice Grimaldi. El ejemplo más claro sobre esa combinación de frustración y violencia es la Revolución Francesa, donde la extrema pobreza del pueblo y los lujos obscenos de quienes vivían en el Palacio de Versalles hizo que los franceses tomaran la violencia como herramienta de emancipación y decapitaran a Luis XVI y a María Antonieta, poniendo fin a la monarquía y los privilegios del clero y la nobleza. Alguien que supo capitalizar ese sentimiento de frustración hacia la clase dominante, el que aumentó durante la pandemia, fue Javier Milei, quien, con un discurso con alto nivel de violencia verbal y con una motosierra como símbolo, llegó al poder en Argentina con la promesa de terminar con la “casta”.

Para el director ejecutivo de Chile 21, hay tres pilares para explicar el fenómeno de la violencia: el funcionamiento de las instituciones, la brecha entre expectativas y frustración y el nivel de tolerancia a la violencia que tiene cada sociedad.

Postura similar que tiene Mauro Basaure, investigador del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES). “En los países más desiguales y con menor capacidad institucional para procesar conflictos, hay más protestas sociales en las que se ven involucradas la violencia y enfrentamientos”.

En el Informe Anual del Observatorio de Conflictos del COES, que analizó manifestaciones sociales de la última década, arrojó que tanto las protestas de 2011 (Movilización estudiantil), 2016 (No+AFP) y 2019 (Estallido Social), la principal causa de los ciudadanos para movilizarse fue por los salarios, seguido por las condiciones laborales. Todo esto en un contexto de un profundo descrédito de las instituciones a raíz de casos como el Milicogate, Pacogate, Penta y SQM, caso Karadima, caso La Polar, HidroAysén, colusión de los pollos, farmacias y el confort.

Toda esa lista, sumada a declaraciones desafortunadas de ministros que subestimaban la frustración de una parte de la ciudadanía y ponían a prueba su tolerancia, desencadenó la violencia sin precedentes que se vivió en las calles de las principales ciudades del país durante octubre y noviembre de 2019.

Antia Mendoza

Antia Mendoza

“Hay una naturalización del uso de la violencia como medio de relación social, y eso es algo gravísimo, porque estamos utilizando la violencia como un medio para acceder más rápidamente a objetivos diversos” dice Antia Mendoza, psicóloga que trabaja en la implementación de políticas de seguridad ciudadana y prevención de la violencia en México.

Mendoza también se refiere a la violencia ejercida por agentes del Estado, donde los gobiernos prefieren ejercer más violencia sobre la población, en vez de buscar otros métodos para salir de la crisis. “Tenemos sistemas de seguridad que están militarizados, donde prevalece el uso de la fuerza y de la violencia institucional por encima de estrategias inteligentes preventivas”.

Multiplicidad de crisis e incertidumbre

“Me parece que estamos caminando hacia un fracaso civilizatorio muy importante, abandonando la convivencia pacífica, los medios de resolución de conflictos, estrategias de prevención inteligentes basados en información, en evidencia. Estamos apostando por más armas, el uso de la fuerza, el uso de las Fuerzas Armadas para problemáticas que son de seguridad ciudadana”, reflexiona Mendoza.

La académica aborda la influencia que tuvo la pandemia y las diversas crisis que se están desarrollando actualmente tanto a nivel individual como colectivo, lo que ha generado tensión en las relaciones personales y las que existen entre las instituciones y la ciudadanía.

“Venimos de una pandemia que generó muchas situaciones de intolerancia y miedo. Muchos problemas de salud mental que no le estamos dando de alguna manera relevancia, con una pluralidad de crisis y también un abandono a la persona”, analiza.

Desde un punto de vista más psicológico-victimológico, Mendoza dice que “no estamos atendiendo asuntos relevantes, sino que de carácter de urgentes. Las cosas importantes, como es el bienestar de la ciudadanía, la salud mental, la convivencia ciudadana, las estamos dejando de lado”.

“Estamos generando, tolerando y reproduciendo muchas formas de violencia y que al final somos víctimas de esas formas de relación que estamos de alguna manera legitimando”, dice Mendoza.

Para Luis Nitrihual, decano de la Facultad de Educación, Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de la Frontera, el panorama es preocupante, a raíz de las múltiples crisis que estamos viviendo como sociedad.

“Es evidente que estamos en presencia de un momento de transición o de transformación epocal, un orden que está agotado, cultural y económico. Todo acto de violencia es la expresión de algo que no se puede resolver. La única forma de resolverlo es destruyendo algo, matando a alguien y eso no se puede. Estamos viviendo en sociedades donde eso se está manifestando en cada momento”, dice.

Violencia simbólica, redes sociales e industria de la inseguridad

Cuando una conducta es esencial para la economía se la transforma en virtud social, dice el libro “Contra los estereotipos”, del colectivo feminista La rebelión del cuerpo, que toma esta reflexión de la escritora estadounidense Naomi Wolf, quien se ha convertido en una de las principales representantes de lo que se conoce como la tercera ola del feminismo.

“Hay toda una industria que se va beneficiando de generar inseguridad en las personas y en las mujeres”, dice Carolina Aspillaga, doctora en psicología y parte del equipo de investigación de La rebelión del cuerpo.

Aspillaga, que su campo de estudio se centra en el amor romántico y los vínculos sexoafectivos, explica que las mujeres han sido socializadas para aprender que lo que las hace más valiosas tiene relación con su cuerpo.

“La trampa, por ejemplo, es la delgadez. Esa idea de que cuando sea más flaca voy a ser feliz. Entonces vas dejando de hacer cosas y vas gastando tu tiempo, tu dinero, tu energía, tu mente en un ideal que además es inalcanzable. Ni siquiera las mujeres que aparecen en las revistas de belleza se ven como aparecen, porque muchas veces están retocadas”, ejemplifica.

En la misma línea, Javiera Vera, también psicóloga del colectivo feminista, habla sobre cómo este tipo de inseguridades y socialización de género se enmarcan en la violencia simbólica, principalmente hacia las mujeres.

“En la medida en que yo tenga este hombre, macho, proveedor, que sale a trabajar y por otro lado tengo a una mujer que se queda en casa haciendo las labores de cuidado, estoy reproduciendo estas conductas que son beneficiosas para el sistema”, dice Vera.

Sobre la inseguridad y el impacto de las redes sociales en la reproducción de esta “conducta esencial” a la que se refiere Naomi Wolf, la psicóloga nombra los filtros de Instagram, como ejemplo de esta inseguridad como conducta que se transforma en una virtud social y funcional al sistema. “De alguna manera, uno se relaciona ahí consigo mismo como desde la falta, lo que no soy, lo que me gustaría ser y no estoy cumpliendo”.

En esa línea, Luis Nitrihual habla de la “sociedad del reconocimiento”, idea propuesta por el filósofo alemán, Peter Sloterdijk, donde las personas están constantemente buscando la aprobación de sus pares, ya sea en el trabajo o los amigos, lo que se intensifica con las redes sociales y la “cultura del like”.

“Sentirse parte es la norma, el desprecio tiene cuotas endémicas, la frustración de no ser reconocido, pertenecer a un grupo, por más descabellado que sea. Cuando eso se junta con aquel líder que aparece como un salvador, entonces es probable que en esa situación de vulnerabilidad yo me aferre a este líder”, dice Nitrihual.

Sentimiento de vulnerabilidad e inseguridad que es amplificado y utilizado en las redes sociales para influir, ya sea en la propia percepción de hombres y mujeres, como para infundir temor aumentando la percepción de la violencia y criminalidad en Chile.

“Me gustaría saber en qué datos se basa la administración para decir que estamos en una emergencia comunal”, dijo el concejal Rosales sobre la decisión del alcalde Carter de decretar un estado de excepción en La Florida. “Si nos vamos solamente a los delitos de alta connotación pública, el año pasado, La Florida registró 11.163 delito, muy por debajo a lo que existía prepandemia”, agregó.

El filósofo británico Bertrand Russell, decía que el poder es equivalente a la energía en la física. El poder nunca desaparece, sólo se transforma. Pensamiento que se podría aplicar con la violencia, dice Daniel Grimaldi y pone de ejemplo una reflexión del psicoanalista, Juan Pablo Jiménez, que dice que nunca vamos a poder terminar con la violencia, hay que aprender a vivir con ella.

En tiempos de crisis e incertidumbre económica, climática y social, como la que se vive actualmente, el filósofo francés Claude Lefort, decía que la verdadera democracia es saber manejar la paz social frente a la incertidumbre, aceptar que los caminos no están trazados y sólo queda aceptar la incerteza de la vida humana.

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