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La memoria ingrata por los muertos del COVID-19 y el duelo que no pudo ser

Por: Felipe Avendaño | Publicado: 25.12.2023
La memoria ingrata por los muertos del COVID-19 y el duelo que no pudo ser Posta Central | Fotos: Alejandra De Lucca V. / Minsal 2020
A más de tres años del primer caso de Covid en Chile, muchas de las familias que perdieron a sus seres queridos han tenido que lidiar con la usencia del duelo, ese último adiós que es fundamental para sobrellevar la muerte de un familiar. Hoy tienen la sensación de que una gran mayoría se olvidó o prefiere no recordar lo que se vivió durante la crisis sanitaria, mientras ellos han quedado con esa deuda de no haber podido dar el último abrazo.

“Un abrazo y a cuidarnos todos”, alcanza a decir el geriatra Juan Carlos Molina antes de romper en llanto frente a las cámaras del matinal Bienvenidos de Canal 13. Son las 11:47 de la mañana del 9 de junio de 2020 y al panelista del matinal le acaban de informar que Carmen Quiroz Farías, su cuñada, falleció producto del COVID-19.

“A cada uno de nosotros nos puede tocar, tengamos conciencia de eso, nadie está libre. Valoremos el estar juntos, el abrazarnos”, dice el doctor Molina antes de abandonar el estudio.

“Llegamos al cementerio y se bajan unos tipos vestidos completamente de blanco. Nos gritan que nos alejemos, que mantuviéramos la distancia. Desde lejos veíamos cómo se llevaban el cajón, que se suponía iba mi mamá. Lo metieron en el sepulcro y cerraron la tapa y ahí nos permitieron acercarnos. Con mi hermano estuvimos ahí dos segundos. No hubo misa, no hubo nadie más”, recuerda su hija Carmen Paz.

Carmen Paz y su madre.

Felipe Avendaño.

COVID-19

“La última vez que lo vi estaba sentado en una camilla, con una cara como cuando dejas a un niño por primera vez en el colegio, como indefenso, esa mirada es difícil de olvidar, porque no tuviste tiempo de despedirte. Solo le hice señas con las manos y que iba a estar todo bien. Nunca pensé que ese momento era la despedida”, cuenta Fernando Ramírez sobre la última vez que vio a Ramón, su único hermano, quien falleció de Covid en el hospital de Talca.

“Anda a ponerte a la foto, quizás puede ser la última”, escuchó Marcelo que le decía su esposa para que se colocara junto a sus padres para tomarse una fotografía en el cumpleaños de su madre.

Era el 8 de octubre de 2020 y esas palabras fueron una premonición, ya que efectivamente fue la última fotografía que se tomaron los cuatro hermanos Órdenes junto a sus padres. Tres meses después, los dos fallecían producto del COVID-19.

El padre de Marcelo se contagió de Covid a comienzos de enero y a los pocos días su estado de salud empeoró. Un día lo llaman del hospital y le piden que vaya con el carnet de su padre. Marcelo ya intuía que había ocurrido lo peor.

“Cuando llego al hospital digo que vengo porque me llamó el doctor. Las enfermeras se pusieron nerviosas, como que ninguna me quería decir. Yo les digo ‘calma, me imagino que mi papá falleció, por algo me llamaron’”.

“Necesitamos que pase, me dicen. Veo a mi papá encima de la camilla y la carita afuera de un bolso en que lo tenían. Lo cierran y le ponen una marquita que era el nombre, el RUT. Firmé unos documentos y fue todo”, cuenta Marcelo.

Pero para Marcelo el momento más duro llegó a las pocas semanas después. Estando hospitalizado en la UCI de la Clínica Santa María tras también haberse contagiado de Covid, le dicen que su madre está en estado grave producto del virus.

“Me dicen que mi mamá está gravísima y que seguramente en cuestión de horas puede fallecer. En ese momento le pido al doctor que me dé de alta. Obviamente me dice que estoy loco. En ese momento perdí un poco la cordura, porque claramente no te pueden dar el alta, pero mi vieja se estaba muriendo. No la vi nunca más”, recuerda.

Los relatos y experiencias de Carmen, Fernando y Marcelo son casi calcadas. Llevaron a sus seres queridos al hospital sin pensar que no los volverían a ver. Por las restricciones sanitarias que había en ese momento producto de la pandemia no había posibilidad de hacer ningún tipo de ceremonia, responso o funeral. Tampoco pudieron abrazarse ni decir un simple, pero necesario adiós.

La última foto de Marcelo Órdenes junto a sus padres.

Felipe Avendaño.

Cinco etapas del duelo

En 1969 la psiquiatra suizo-estadounidense Elisabeth Kübler-Ross presentó lo que se conoce como las cinco etapas del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.

Proceso fundamental para poder sobrellevar una pérdida como es la muerte de un ser querido, proceso que no han podido completar las personas que perdieron a un familiar durante la pandemia y que en muchos casos ha derivado en problemas de salud mental.

“Los ritos es algo muy importante a nivel psíquico porque hay algo a nivel simbólico, hay algo que uno necesita ver, como es el cuerpo, la corporalidad, es algo muy importante cuando llega el ataúd” dice Katherine Veloso, psicóloga clínica y miembro de la Unidad de Salud Mental de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

“Todo ese proceso es lo que nos ayuda finalmente a hacer este duelo, gente que te está acompañando, que te abraza. Toda esa dinámica se vuelve también parte de ese mismo rito y como culminación de ese rito es la ida al funeral, la compañía, la contención, la que no se vio en la pandemia”, agrega la psicóloga.

La profesional explica que lo que pasó en pandemia se puede denominar como pérdidas ambiguas o duelo traumático, ya que hay ausencia tanto del rito como del cuerpo.

“Podemos poner el ejemplo de las personas detenidas desaparecidas donde no hay corporalidad. La incertidumbre y todo lo que conlleva, es decir, personas enfermas que fueron y no volvieron”, ejemplifica.

Detenidos desaparecidos

La historia de Chile conoce de personas y cuerpos que no volvieron, de madres, padres, hermanos, hijos e hijas que salieron un día de sus casas y nunca más aparecieron. Si bien los contextos y las causas son totalmente diferentes, los detenidos desaparecidos de la dictadura y los muertos sin funeral de la pandemia comparten la ausencia del cuerpo, la negación al ritual y la despedida que quedó pendiente.

El periodista Richard Sandoval investigó por cerca de un año sobre las historias y experiencias de familiares que llevan medio siglo buscando a sus desaparecidos, trabajo que culminó en el libro “Amor, te sigo buscando”. Para él existe un puente que une estas dos experiencias, donde la situación de la muerte se convierte en un trauma.

“Lo que más identifique en mi proceso de investigación fue que la muerte de una persona y su desaparición y la no ubicación de un cuerpo trasciende con creces a una experiencia personal con la muerte. Se convierte en una experiencia colectiva con la muerte, con la pérdida y con el trauma”, explica Sandoval.

El periodista agrega que, tanto en el caso de los familiares de detenidos desaparecidos como las muertes en pandemia, comparten el concepto de fragilidad y ausencia de rito.

“Se hizo muy patente con la pandemia sin duda, porque las imágenes lo indicaban gráficamente así. No poder darle la mano ni darle un beso a tu familiar que se muere debe ser un trauma que hasta el día de hoy le pesa a la gente y todos lo hemos olvidado al día de hoy”

Estrés postraumático

“Yo nunca lo había vivido, de ver pacientes saturando cero de oxígeno. ¿Qué está pasando? Eso no lo habíamos visto jamás. Después venía el cansancio físico, que fue súper importante porque los turnos eran, aparte de ser muy extenuantes, con una sobrecarga laboral terrible. Me acuerdo de que pasábamos noches completas intubando pacientes. Entregábamos pacientes pendientes por intubar a las ocho de la mañana del día siguiente, era una locura”, recuerda el Dr. Jorge Ibáñez, subdirector médico de la Posta Central, quien para la pandemia era el jefe del Servicio de Urgencia.

A más de tres años del primer contagio de Covid registrado en Chile, la Subsecretaría de Redes Asistenciales cifró en casi 3.000 las licencias médicas solicitadas por funcionarios de la salud entre abril y junio de este año. Esto se traduce en un aumento de 118% de ausentismo en comparación a los tiempos previos a la pandemia.

Según la publicación “Estrés Post Traumático en el Personal Sanitario de la Unidad de Emergencia de un Hospital Terciario en Pandemia SARS COV-2”, publicado en septiembre de 2023 y que le hizo un seguimiento a las consecuencias que han experimentado el personal de salud que debió hacer frente a la pandemia, hay una alta prevalencia de agotamiento y trastorno de estrés postraumático (TEPT) entre el personal médico y enfermería, incluso dos años posterior al brote de Covid.

El estudio señala que el personal de salud, principalmente los conocidos como la “primera línea”, es decir, los funcionarios que vieron la muerte de frente, arriesgando sus vidas y exponiéndose a turnos extenuantes de hasta 24 horas los siete días de la semana casi sin posibilidad de ver a sus familias, en la actualidad presentan serios problemas de salud mental.

87% de los encuestados presenta Síndrome de Burnout, 81% cansancio emocional alto, 61% sintomatología compatible con despersonalización, que es la sensación de observarse a sí mismo desde fuera del cuerpo o tener la impresión de que lo que lo rodea no es real.

Además, hay 35% de prevalencia de TEPT y 26% presenta un riesgo alto de síntomas, sumado al aumento de consumo de alcohol, drogas y sedantes.

Alto índice de presión en Chile

Los informes preliminares sobre Covid “Health Care Workers Study”, situaron a Chile a nivel latinoamericano con los índices más altos de depresión y pensamientos suicidas junto a Bolivia.

“Probablemente nos falten todavía unos 3 o 4 años para poder salir de esto, así que ahí viene de frentón la pregunta a la autoridad acerca de cuáles son los planes para poder seguir avanzando. Creemos que son insuficientes los planes aun los que se han hecho en cuanto a la salud mental de la población en general. Existe una secuela importante, la estamos viviendo actualmente”, señala el doctor Ibáñez.

“Yo creo que no es una secuela, porque una secuela es cuando uno se logra recuperar y levantar. Esta es mi herida, esta es mi cicatriz. Yo creo que actualmente estamos en la etapa subaguda, digamos, del enfrentamiento de una complicación secundaria de la pandemia. La pandemia fue nuestra enfermedad principal, ahora estamos en una complicación secundaria que es el enfrentamiento de la salud mental de la población y de la de los trabajadores de la salud propiamente tal”, agrega.

Ignacio De la Torre, presidente del Colegio Médico de Valparaíso, pone el acento en el alto número de licencias médicas, pero también en el alto número de agresiones a equipos de salud.

“En el primer semestre, mientras trabajan generando un promedio de 21 hechos al día de violencia hacia los trabajadores de la salud, 3 de cada 10 trabajadores hoy día están con licencia y la mayoría son enfermedades de salud mental o músculos esqueléticas derivadas de la atención de pacientes”

Tanto los familiares de los fallecidos en la pandemia, como los profesionales de la salud, tienen la sensación de que autoridades y la sociedad en general se olvidó de lo que se vivió hace un par de años.

Si bien algunas comunas han levantado memoriales en recuerdo de los fallecidos y el Senado decretó el 21 de marzo como el día en que se conmemora a las víctimas del Covid-19, no ha habido una pausa, un tiempo para reflexionar sobre lo que se vivió como sociedad, como tampoco para recordar a los compatriotas que ya no están.

Tomando en cuenta que las muertes que se sucedían a diario generaron un pánico en la población, lo que impulsó medidas de precaución y una celeridad inédita en producir y distribuir una vacuna, no es aventurado afirmar que los que actualmente están vivos es, en parte, por los más de 65.000 chilenos que fallecieron, en su mayoría solos en una cama de hospital sin la posibilidad de despedirse de sus familias.

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