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Waldo Rojas: Raúl Ruiz y la ironía militante de “El realismo socialista”

Por: Gustavo González Rodríguez | Publicado: 07.01.2024
Waldo Rojas: Raúl Ruiz y la ironía militante de “El realismo socialista” Waldo Rojas | Cedida – Gustavo González
Waldo Rojas, poeta y amigo de Raúl Ruiz, fue uno de los actores en «El Realismo Socialista», la recientemente reconstruida película del destacado cineasta, que vio la luz tras el arduo trabajo de su viuda, y reconocida directora, Valeria Sarmiento. Sobre la obra, Raúl Ruiz y más, conversó Rojas con el periodista, escritor y exdirector de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, Gustavo González.

2023 fue un buen año para el cine chileno, entre otras razones por el estreno de “El realismo socialista”, la película filmada por Raúl Ruiz entre 1972 y 1973, que estuvo perdida hasta su reconstrucción de la mano de su viuda, Valeria Sarmiento, directora de la versión definitiva de 80 minutos.

El rescate de “El realismo socialista” fue la culminación de un largo proceso de búsqueda de trozos del filme en Estados Unidos, Bélgica y Portugal, de la productora Poetastros y la propia Valeria, para brindarnos en la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado un testimonio en clave irónica del período de la Unidad Popular, con los obreros como protagonistas fundamentales, según Waldo Rojas.

El poeta Waldo Lincoyán Rojas Serrano, amigo de Ruiz desde 1965 y testigo de su casamiento con Valeria en 1969, es uno de los actores de este histórico filme. Radicado en Francia desde 1974, viene con frecuencia a Santiago y en su último viaje vio la película. Hablamos de este tema y de su estrecha amistad con Raúl Ruiz y Valeria Sarmiento. La entrevista tuvo lugar en su pequeño departamento santiaguino de calle Mosqueto, junto a su esposa Elisa Godoy, oportuna ayuda memoria en varios pasajes.

Waldo conserva el mismo bigote con que aparece en la película, aunque ahora encanecido. Exponente destacado de la “Generación del 60”, Waldo nació en Concepción en 1944, hijo de un profesor comunista empeñado en la enseñanza del mapudungun, que puso nombres mapuches a todos sus hijos y que fue asesinado por la policía en 1955, cuando regía aún la llamada Ley Maldita.

Publicó su primer libro de poemas en 1964. Su profesor en el Instituto Nacional, Ernesto Eduardo Lillo, le inventó un premio para conseguir que el Ministerio de Educación financiara la publicación. Tuvo un paso fugaz por la escuela de Arquitectura antes de viajar al norte como empleado en la construcción de la Panamericana, donde controlaba el peso de los camiones que transportaban materiales. De vuelta en Santiago se enroló en Ciencias Sociales del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile.

“Como en las vacaciones me quedaba sin plata, iba a Concepción donde mi familia. Allí hubo un gran Encuentro Internacional Universitario en 1965. Había un restorán donde todo el mundo iba a almorzar, y ahí conocí a un chileno que estaba interesado en el cine, aunque no había filmado nada todavía, solamente un par de tentativas. Me acerqué a él, nos presentaron, era un poco mayor que yo. Era Raúl Ruiz”.

Jorge Teillier, Raúl Ruiz y Waldo Rojas

Jorge Teillier, Raúl Ruiz y Waldo Rojas

Volvieron a verse en Santiago. “Nos hicimos amigos muy cercanos, porque pegábamos en una infinidad de cosas cotidianas: la comida, por ejemplo. Yo sabía cocinar desde muy temprano porque nuestra nana era francesa y yo comía con ella en la cocina”.

Raúl Ruiz ya comenzaba a filmar y llevó a su amigo Waldo a ver “La maleta”, su primer cortometraje, en la pequeña sala de la calle San Martín de la Universidad de Chile, donde se enseñaba Teatro y Cine. En 1968 fue el estreno de la primera obra maestra de Ruiz, “Tres tristes tigres”, con Nelson Villagra, Jaime Vadell, Shenda Román, Delfina Guzmán y Luis Alarcón. La banda musical de la película incluyó tres boleros interpretados por Ramón Aguilera con letras de Waldo Rojas: Voy a morir sin tu amor, Busquemos un camino y Cuando te encuentro.

“Yo solía asistir a las filmaciones, a los preparativos de sus películas y Raúl acostumbraba a meterme delante de la cámara”. Y es que a Ruiz le encantaba trabajar no solo con actores profesionales, sino también incorporar a sus amigos en los elencos. Así, Waldo Rojas actuó en “Nadie dijo nada” (1971), “Palomita blanca” (1973), “El realismo socialista” y “Diálogo de exiliados” (1974).

¿Qué sentiste al ver, a 50 años de distancia, esta reconstrucción de “El realismo socialista”?

−Reconstrucción es la palabra que conviene. Está todo lo que se pudo encontrar, lo que se consiguió. Yo no participé en todas las secuencias, pero asistí a buena parte de la filmación y pienso que lo que hemos visto ahora es un porcentaje bastante alto de lo que se filmó. Faltan algunas secuencias y planos, pero en lo reconstruido no está falsificado el propósito de Raúl. Hay que ver la película con la distancia del tiempo, y funciona.

¿En qué sentido?

−Hay un factor de lectura que tiene que ver con el tiempo que pasa y con la historia. Lo que se puede haber dicho irónicamente, con un sentido del humor, de pronto adquiere otro carácter, otra lectura. Es lo que pasó con esta película. En un comienzo es humorística, en cierto modo crítica, pero pasado el tiempo, visto todo lo que sucedió, la memoria de aquello es perturbada por el presente, alterada en su sentido. Hay que poner “El realismo socialista” en su fecha, en su momento, porque Raúl hizo la película como un crítico de lo que se venía, de lo que veía venir y que sucedió.

Y explica:

−Era otro clima y es muy difícil reconstruir los estados de ánimo colectivos de aquellos años. Pero lo cierto es que el golpe de Estado era previsible y al mismo tiempo inhabitual, impensable y a la vez pensable si se observa la América Latina de entonces, con golpes, represión e intentos socializantes.

A coro, Elisa y Waldo comentan la que tal vez es la escena clave del filme, cuando la asamblea juzga al trabajador que instaló un taller en su casa con implementos de la fábrica expropiada y él se defiende con el argumento de que “ahora la empresa es de todos”.

−Lo fundamental en “El realismo socialista” son los obreros, el pueblo− subrayan.

Hacia ese eje convergen los elementos de la película. Está el burócrata que pone paños fríos a las demandas del sindicato de la expropiación de la fábrica abandonada por los patrones. Están los militantes que conciben la acción poética como instrumento de concientización del pueblo y a la vez se enrostran hasta el cansancio su mutua condición de pequeños burgueses.

Waldo Rojas en El realismo socialista

Waldo Rojas en El realismo socialista

−“El realismo socialista” fue para Ruiz una película seria. “Realismo socialista como una de las bellas artes”, ese era el título original. Yo le agregué esa segunda parte y Raúl estuvo de acuerdo. En el momento actual, lo de realismo socialista aparece como una ironía negativa respecto del socialismo, antiestalinista por supuesto, pero en su origen era una ironía militante.

Waldo Rojas rememora a su gran amigo:

−Raúl era de una inmensa cultura, no solamente cinematográfica, además literaria. Era un gran lector y desde muy temprano él quiso hacer otra cosa diferente a lo que se hacía, así fuera en el cine o en las letras. Escribió una inmensa cantidad de textos que Valeria ha conseguido ahora publicar.

Y continúa:

−En materia de cine él tenía una idea clara que caracterizaba su opción, que no era ni narrativa, ni teórica, ni militante, sino todo eso junto en cierto modo. Lo que a Raúl le importaba básicamente era el plano, no tanto la secuencia, que cada plano tuviera una suerte de personalidad. Tenía una idea clara del proyecto mismo de lo que pensaba filmar, pero había un margen de incertidumbre, que él maneja en su momento y se ofrece como sorpresa o posibilidad, una incertidumbre creativa.

Raúl Ruiz nunca gritaba durante una filmación, ni insultaba o zamarreaba a sus actores, recalca Waldo Rojas, que acompañó, a veces como actor, la trayectoria cinematográfica de su amigo en Europa. Apunta que existió una visión errónea del exilio en París, como si no hubieran sufrido estrecheces. Raúl Ruiz y Valeria Sarmiento fueron bien acogidos en la capital francesa, porque él ya tenía un prestigio como cineasta. Alguien les prestó un departamento desocupado durante las vacaciones, pero luego tuvieron que acomodarse con Waldo y Elisa en una estrecha vivienda.

Raúl Ruiz filmó en 1974 “Diálogo de exiliados”, una película donde retrató en clave irónica a la comunidad de chilenos que comenzaba a instalarse en París, con sus respectivas militancias políticas, sus vínculos con el proceso de la Unidad Popular y su inserción en el nuevo país con el apoyo solidario de los franceses.

El resultado enfureció a los que esperaban de Ruiz una película combativa y militante, comenta Waldo Rojas.

−El exilio de los chilenos, al menos en Francia, era un despelote total, porque no había ninguna estructura, salvo tal vez en los comunistas con el apoyo del Partido Comunista francés. Pero había una masa de intelectuales y militantes de extrema izquierda que llegando allá querían constituirse en lo más representativo de lo que había sido la UP, lo que era perfectamente falso. Desde allí hubo quienes persiguieron a Raúl por “Diálogo de exiliados”, que no admitieron la ironía, e incluso llegaron a amenazarlo de muerte. Él tuvo que prevenir a la policía.

La libertad creativa fue siempre irrenunciable para el mayor cineasta chileno.

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