Sin embargo, han pasado muchos años desde que algún espacio de la llamada ‘telerrealidad’ logra brillar en pantalla: Generaciones Cruzadas, el último reality de Canal 13 –todavía en grabaciones- ha obtenido un promedio de 10, 5 puntos de rating desde su estreno. Una cifra muy por debajo de los casi 40 puntos de peak que marcaron alguno de los realities que ya forman parte de la vieja cultura pop chilena.
En paralelo, otro símbolo de la televisión basura del país también comienza a tambalearse: los programas de farándula, con siete propuestas en el medio local, han experimentado un descenso continuo en sus niveles de audiencia, a 12 años de su debut en Chile.
Según las cifras del People Meter (Time Ibope), en el período entre enero y mayo de 2014, el espacio Alfombra Roja, por ejemplo, evidenció una baja de casi tres puntos menos en comparación al mismo período del año pasado. Dichas razones empujaron a las autoridades del canal a poner fin al programa.
Farándula y realities llegaron a la televisión chilena con la finalidad de distraer y entretener a los espectadores en base al seguimiento de las vidas de los famosos del mundo local y sus problemas. Durante años, esos tópicos fueron el material de diversos espacios en la mañana, el mediodía, la tarde y el horario prime, convirtiéndose en verdaderos temas de discusión para los chilenos. Sin embargo, al fin, los formatos y sus protagonistas parecen haberse agotado ante los ojos de la audiencia.
Según el periodista y opinólogo Ítalo Passalacqua, la pérdida de interés del público y la falta de buenas historias en el mundo de los famosos ha logrado que temas de farándula “deriven a otros más generales como, por ejemplo, la legalización de la marihuana o el aborto al que se llega a través de un rostro de farándula».
En efecto, el desgaste televisivo de dichos formatos ha permitido la entrada de nuevos temas y espacios de discusión al medio, que no ha tenido más alternativa que abocarse a los debates que imperan en la opinión pública. Una que, en términos generales, parece más interesada en los asuntos políticos y ciudadanos desde la irrupción reciente de los movimientos sociales en Chile.
Como si de un juego de dominó se tratara, la caída del formato de realities ha implicado también el declive de la farándula en la televisión. Del mismo modo, por ejemplo, las teleseries –líderes de sintonía, especialmente durante los 90 y el 2000- tampoco han logrado romper los niveles de sintonía.
En entrevista con La Tercera, el especialista en televisión Ricardo Torres apuntó a orígenes sociales como causantes de la caída: “El diagnóstico es el mismo, es genérico. Se trata del cambio social, del vuelco en los valores, más comunitarios, de justicia y colaboración”.
Desde el mundo de la tv, sin embargo, señalan que dichos espacios solo deben reinventarse y buscar un nuevo camino. Que público dispuesto a ver esos programas siempre hay y que el agotamiento responde, ante todo, a la falta de rostros atractivos, a malos casting y no a un despertar social. Sin embargo, esta vez, los números que de la misma vereda tanto defendieron hace algunos años, hablan por sí solos: quizás sea tiempo de dar una nueva oportunidad a nuevas apuestas televisivas, lejos de la evasión inculcada durante más una década.