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La Once. La gran ganadora de Sanfic

Por: Rodrigo Ruiz | Publicado: 27.10.2014

Alberdi Once

Cuando en 2011 Maite Alberdi estrenó su primer largometraje, El Salvavidas, dejó claro que lo suyo era una propuesta visual arriesgada y que su interés por narrar una historia se escapaba de la técnica “mosca en la pared” del documental, es decir, dar cuenta de los hechos tal y como acontecen, desde un punto de vista temporal o dramático. En ese entonces, Alberdi se arriesgó en fijar la cámara en la arena, sin mostrar el mar, salvo en la escena final, ya que lo importante eran los diálogos de los veraneantes, con el fin de retratar el espíritu del litoral central. Para ello escogió muy bien a su protagonista, un salvavidas bastante sui generis, lleno de contradicciones, como todo ser humano. Quizás por ser su ópera prima, la profundidad de los diálogos o el clímax final no alcanzaron la profundidad que sí merecía su puesta en escena. Sin embargo en ésta, su segunda obra, la lección está más que aprendida.

El documental La Once, galardonado tanto como mejor película y mejor dirección en la competencia nacional Sanfic 2014, es una obra bastante original, que marcará sin duda una tendencia en la arena local. Alberdi es capaz de retratar al ser humano en los diálogos de unas amigas octogenarias, que sagradamente se reúnen una vez al mes a tomar la once.

Tal como la misma documentalista comenta, la idea surgió cuando su abuela, gran admiradora de su trabajo, dejó de ir al estreno de El Salvavidas porque tenía su reunión mensual para tomar Once con sus amigas de colegio. Para Alberdi, la decisión era incomprensible, por lo que decidió explorar este mundo y luego retratarlo. El logro es convertir la historia de un grupo de amigas octogenarias, totalmente desconocidas, en una experiencia de carácter universal, por la riqueza de los diálogos y las emociones expresadas a través de la imagen.

Para ello retrató muy exhaustivamente a estas mujeres de clase alta chilena, cada una con su propio carácter, que se juntan no sólo a rememorar anécdotas sino a filosofar respecto de la vida, contrastando las visiones ingenuas que alguna vez tuvieron como adolescentes, para llegar a conclusiones mucho más maduras, a veces tremendasm otras graciosísimas, dando cuenta así del paso del tiempo, del sentido de lo vivido, de la amistad, del significado del amor, de los cambios sociales, de la postura ante la muerte, todo siempre ligado a una visión femenina del mundo.

El público es capaz de reír con gestos, comentarios o anécdotas elegidas inteligentemente para mantener al espectador enganchado, ya que cada uno de los temas nos toca como sociedad, independientemente de la condición social, ya que ellas mismas pueden quedar como señoras clasistas, pertenecientes a una vieja escuela de crianza. Estos testimonios, llenos de verdad, son producto de una observación privilegiada, en donde la cámara para a ser un integrante más, para dar una profundidad poco usual en los diálogos.

La construcción narrativa, eso sí, es producto de la pericia de Alberdi, que va construyendo a su antojo las secuencias –como ella misma afirma- por lo que utiliza siempre primeros planos en casi todas sus imágenes, con el fin de mezclar las temporalidades de cada una de estas reuniones, registradas durante tres años. Por ello, a pesar que el espectador tiene la ilusión de que el tiempo corre en forma lineal, el trabajo de la directora es el de una hormiga que arma con todos sus recursos una narrativa que corre desde la risa a las más profundas emociones.

El resultado es una obra profunda, que nos adentra como espectadores de primera línea a este pequeño mundo, en donde se recuerdan las alegrías de infancia o los dolores de la vida y la vejez, pasando por flexiones filosóficas sobre el matrimonio, los hijos, el amor, la muerte y sobre todo la condición femenina. No hay nada que escape a su arte, que sigue siempre una línea visual muy delicada, tanto como los pasteles que preparan estas amigas para recibir a sus visitas en la Once, poniendo ojo en cada detalle, en el gusto de compartir un tecito y seguramente no quedar mal frente a los ojos de las demás.

Este documental tiene más que merecidos ambos premios y nos habla también de una directora que seguramente está sentando precedentes y sólidas bases de un trabajo original, arriesgado y profundo.

 

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