Fue pocos meses antes de su muerte a los 103 el 23 de enero de 2018 que Nicanor Parra acudió a la primera notaría de San Antonio en la calle Barros Luco y, con su hija Colombina Parra como albacea, firmó su testamento.
Un documento que, según reveló Culto de La Tercera, involucraba entre otras cosas cuatro propiedades -una en La Reina avaluada en $518 millones-, terrenos en Peñalolén avaluados en $300 millones además de un extenso patrimonio cultural.
El testamento habría beneficiado considerablemente a Colombina Parra. Se desglosa de la siguiente forma: el 50% iría para los seis hijos e hijas del antipoeta, es decir, un 8,3% para cada uno; mientras tanto, el otro 50% corresponde a un 25% de cuarta de mejoras -destinado a familiares- y en un 25% llamado cuarta de libre disposición -que se puede otorgar a externos-.
Según el testamento al que accedió Culto de La Tercera, estos dos últimos puntos habrían sido destinados a Colombina, dejándola con un 58,3% de la herencia.
Es por esto que Catalina Parra, quien ya había anticipado en una entrevista a Revista Ya una «delicada tarea» en la disputa por la herencia, acudió junto a su hermano Alberto al estudio Grasty Quintana Majlis, donde se confromó un equipo para el caso con abogados como Jorge Meneses, Claudio Feller y Franco Achiardo, además del ex ministro del Interior, Jorge Burgos.
El argumento para revisar el testamento sería que Nicanor Parra habría tenido un delicado estado de salud mental a la hora de firmar el testamento. Algo que refuta Luis Valentín Ferrada, abogado de Colombina Parra: «Catalina Parra está justamente hablando ahora porque sabía que había un testamento y esperó a que se muriera mi abuelo para impugnarlo, cuando en realidad los últimos siete años ella estuvo ausente».
Tanto un documento firmado en la notaría de Ximena Ricci como los testimonios de testigos avalan la sanidad mental de Nicanor Parra al momento de firmar el documento.