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Sebastián Ayala, actor: «El cine chileno es un poco segregador y le pertenece a una clase que tiene los recursos para hacerlo»

Por: Christopher Jerez Pinto | Publicado: 23.02.2019
Uno de los personajes más reconocidos que interpretó es el problemático «Maicol» de la serie de TVN «El Reemplazante», en 2012. De ahí en adelante ha cosechado éxitos en todos los ámbitos de la actuación. Desde su faceta de intérprete, dramaturgo y director, el actor conversó con El Desconcierto de sus reflexiones sobre el arte, la industria cultural, activismo LGBTI y sus próximos proyectos.

El 2012 el joven actor Sebastián Ayala interpretó a «Maicol Araya» en la exitosa serie «El Reemplazante» de TVN, ganándose rápidamente el cariño de la fiel audiencia de la producción nacional. Allí encarnó a un problemático estudiante secundario que movilizaba la historia basada en las manifestaciones por la educación pública, gratuita y de calidad de la época.

Oriundo de Valparaíso, el intérprete de 30 años hoy está dedicado a distintos proyectos que consideran tres de sus pasiones: la actuación, la dramaturgia y la dirección. Todos ellos tienen un importante punto en común y es que abordan debates actuales como conflictos sociales, luchas de género o demandas de la población LGBTI.

El cariño que le tiene a su ciudad natal es profundo y lo demuestra mediante su incansable trabajo para que pronto el lugar «se transforme en un foco cultural importante y que en verdad sea la capital cultural del país». «Que no sea sólo un apellido medio falso», dice el actor.

«Me acomoda la calidad de vida que tengo estando acá, cerca de las personas con las que trabajo y con los que me rodeo. Eso me hace estar creativamente más activo y, por lo mismo, desde mi disciplina creo que hay muchas cosas que hacer todavía. Eso puede verse de forma negativa, porque hay pocos espacios y carencia de recursos, además falta gestión y producción, pero también creo que es motivador porque hay tantas cosas que hacer que uno siempre está ocupándose«, explica.

Captura "El Reemplazante"

TV con contenido

Ayala reconoce que hace nueve años que dejó de ver televisión, porque su actual contenido «no le aporta nada». «Las series en las que he actuado, especialmente ‘El Reemplazante’, tenía que ir a la casa de mi mamá para verla en vivo. Siento los productos audiovisuales que en verdad tienen contenido y tienen algún elemento importante tanto temático como creativo se programan en un horario donde nadie los puede ver. Tampoco me interesan los matinales ni las teleseries ni nada que signifique un contenido vacío. Eso no significa que en algún momento la televisión pueda llamar mi atención», comentó.

—¿En qué quedó el movimiento que generaron en redes para una tercera temporada de «El Reemplazante»?
—La serie se postuló el año pasado al fondo del Consejo Nacional de Televisión (CNTV) y no se lo adjudicó. La serie se postuló a una línea que se llama segundas o terceras temporadas. No estuvo fondo, y no sé si este año vuelvan a postularla. Nosotros ya hicimos un teaser e incluso la postulación te exige tener capítulos escritos, entonces ya estaba la temática planteada.

—¿Cuál crees que fue la importancia de “El Reemplazante” al debate de la educación?
—Me llama la atención eso, porque podríamos decir que es una temática que responde a un periodo en particular, pero hay una cosa que trasciende. Hasta hoy todos los días me escriben chicos sobre cosas que les llaman la atención o les están pasando. Si bien la serie se hizo hace más de cinco años atrás, yo siento que todavía hay temas que plantea que no están resueltos. El movimiento estudiantil que mostramos respondía a esa época y ahí tengo un ejemplo personal: yo este año empiezo a pagar mi crédito, donde participé en todas las movilizaciones, y este año mi hermana chica entra a la universidad con gratuidad. Siempre supimos que el movimiento no nos iba a beneficiar a nosotros en particular, pero sí a las otras generaciones. Yo creo que desde ese lugar sí se logró un cambio, que aún no es completo.

—¿Falta representación gay, lésbica o trans en las teleseries? ¿Qué opinas de cómo se caracteriza esta población en tele?
—Yo sólo veo teleseries chilenas que en el último tiempo han incorporado personajes homosexuales o lesbianas, creo que trans hasta ahora no. En «Perdona Nuestros Pecados» había dos chicas que eran lesbianas, pero no la vi tanto, así que no podría hacer una crítica hacia cómo se abordó. Además, obviamente respondía a una época en que estaba ambientada. Desde ese lugar ya me parece un súper aporte permitir que haya dos mujeres tengan una historia dentro de la trama, que no son personajes incidentales. Normalmente se visibiliza mucho más a los hombres. Creo que responde a un proceso de apertura del espectador. De todas formas, leía muchos comentarios de personas que no les parecía bien o que les parecía violento para ellos, o incluso asqueroso. Eso ya es un acto de provocación. Espero que con el tiempo se puedan ir profundizando esas temáticas y que ya no sea sólo el hecho de que no pueden estar juntos, porque hay muchos temas dentro de una pareja del mismo sexo. Obviamente las series extranjeras han abordado mucho mejor el tema.

El actor cuenta que en «la serie ‘El Reemplazante’ había un personaje que era homosexual, pero nunca se abordó claramente ese tema. Tampoco hubo claridad de cómo llevar en lo concreto a ese personaje. Me acuerdo que mientras estábamos en preproducción, en los ensayos, se notaba que no había experiencia de cómo mostrarlo».

«Hubo comentarios del tipo ‘él no puede ser afeminado’, ‘él se tiene que ver masculino’ o ‘él es un homosexual que no quiere parecer una mujer’. Comentarios que hoy no se permitirían. No tiene nada que ver la homosexualidad con ser femenino y ser femenino tampoco podría ser calificado como algo negativo», reflexiona.

Foto: Fabrizzio Valenzuela

Multifacético artista

Además de su alabado paso por TVN, que incluso lo hizo merecedor un Premio Altazor el 2013 como Mejor Actor, el intérprete ha desarrollado una nutrida carrera en el teatro y el cine. En las tablas, hoy mantiene presentaciones de «Romeo y Julián«, la obra en que reversiona el clásico de William Shakespeare y «Agorafobia», una historia basada en el trágico incendio de la discoteque LGBTI «Divine» en 1993.

Sobre este último montaje, escrita y dirigida por él mismo, explica que creció con «el mito de la Divine y de las personas que murieron en ese incendio. Además, yo hice el casting para la serie ‘Zamudio’ (TVN) para el personaje protagónico y llegué hasta las últimas instancias, pero no quedé. Me quedé con la sensación de que era muy importante hablar de este tema, y en paralelo estaba escribiendo mi proyecto de dramaturgia para la universidad. El 2015 cuando yo empecé a investigar, este tema no era tan conocido por el público. He vuelto a postular a un fondo de circulación poder llevar la obra a otras comunas y creo que hoy, incluso desde la autoridad, se está viendo que es importante».

El multifacético joven explica que junto a su compañía de teatro «A la deriva» trabajan en llevar la temática de género a los escenarios. «Es un objetivo que nos propusimos, porque creemos que es necesario hablarlo desde todos los lugares», comentó.

—En tu proyecto personal «La Isla de las Gaviotas» eres director, guionista y protagonista, ¿de qué trata y por qué quieres realizarlo?

—Este proyecto lo he postulado dos veces al fondo audiovisual y aún no nos lo adjudicamos. Es difícil, sobre todo para mí, que no soy director de cine o no pasé por una escuela de cine. Todavía pareciera ser que no tengo el currículum para dirigir una película, según lo que dice la evaluación. El año pasado quedamos en lista de espera y este año por tercera vez volveremos a postular, y si no sale, haremos una campaña de financiamiento colectivo. Esta historia trata del amor entre un chico adolescente y un hombre mayor, que es el esposo de su tía. Es una historia de crecimiento, donde este chico se descubre, se acepta, se aprende a amar a sí mismo, antes de amar a cualquier otro. Él tiene que superar muchas barreras para poder aceptarse.

Ayala cuenta que hace un tiempo entró a trabajar «a la Fundación Todo Mejora sobre el suicidio adolescente en la comunidad LGBTI y desde ese lugar para mí es muy triste e impactante ver que muchos jóvenes no logran superar esa etapa de aceptación. Que no logran entenderse y respetarse a sí mismos, aceptar su identidad de género o su identidad sexual. Para mí es súper importante (la película), porque tiene algo de mi biografía, del descubrimiento de mi sexualidad, de mi adolescencia y la de mis amigos. De un tiempo en que viví el periodo pokemón, donde muchos jóvenes descubrían su sexualidad muy abiertamente en lugares públicos. Mi forma de contarlo es desde el cine y la actuación. Es todo un desafío, escribir, dirigir y además actuar esta película. Hasta ahora va todo muy bien, así que estoy muy entusiasmado.

—También actuaste en la película «Jesús» del director Fernando Guzzoni, que llamó la atención por tomar elementos de la historia de Daniel Zamudio y también por las escenas sexuales explícitas entre hombres que incluye, ¿dónde está la importancia de estos detalles?

—La película viene muy de la mano con un punto de vista de dirección muy particular y que no necesariamente responde a lo que el cine chileno está preparado para ver o realizar. Es una película que funciona más en festivales que en el cine comercial, por lo menos en Chile. Es muy desconocida igual, porque no es una película que se pueda programar en cualquier sala. Ningún cine se va a arriesgar a programarla por mucho tiempo y aunque esté en Onda Media, tampoco es tan conocida porque no se le va a hacer mucha publicidad. Sin embargo, creo que es súper importante que el cine chileno se atreva a narrar de formas distintas y que sea valiente, consecuente y atrevido desde su forma y punto de vista del director. En el fondo el director estaba explorando una forma de narrar, no solo en esta película, sino en su trabajo anterior «Carne de perro» y ahora en su proyecto «Blanquita», que está inspirado en el caso de Gemita Bueno. Para uno como actor, atreverse o no a actuar bajo esa dirección es una decisión. Yo tuve el poder de decir “este proyecto no es para mí” o decir “vamos, cuento esta historia”. Consideré que era necesario contarla, porque en Chile las escenas de sexo homosexual son muy pocas y que normalmente se ha cosificado el cuerpo de la mujer en el cine. El cuerpo del hombre muy pocas veces está expuesto y creí que desde ese lugar era quitar esa tela de Dios que tiene el hombre en el cine, y mostrar el cuerpo del hombre como siempre se ha mostrado el cuerpo de la mujer.

De fondos y castings

Sobre sus proyectos actuales, a pesar de que tiene algunos trabajos en carpeta, comenta que «como actor en el último tiempo he tenido poca pega» y que ha recibido muchos ‘no’. «Hay bastantes proyecto donde no me llamaron o no quedé, pero creo que responde a un porqué». Por el momento, el dramaturgo se conforma con «seguir participando en proyectos que sean un aporte para el debate y las personas».

—¿Cómo ves el fomento a los talentos jóvenes en el cine?

—En general, el cine chileno, desde ciertas generaciones más grandes, es un poco segregador. Al final, el cine todavía le pertenece a una clase que tiene los recursos para hacerlo -porque es caro-, y porque tienen acceso a ciertos festivales, especialmente a los internacionales. Ahora ganamos en el Festival de Cine de Lebu con mi corto “El Dani” que habla sobre VIH y el premio era ir al Festival de Cine ICARO en Guatemala. Desde ese lugar me di cuenta que el cine chileno tiene un buen estatus internacionalmente y se valora harto el trabajo, la factura y las temáticas que plantea, pero desde nuestro lugar en Chile sentimos que estamos en un lugar todavía precario. Eso pasa porque desde afuera se ven las mismas personas de siempre, los que llevan años haciendo cine y que han tenido acceso a los recursos del Estado. Entonces, hoy las personas que planteamos otros temas y que además no pertenecemos a Santiago, estamos en lugar súper precario para realizar nuestros proyectos. Ni siquiera hablar de largometrajes porque la competencia se da en una sola línea que es nacional, a diferencia de los cortos que uno puede postular de manera regional. Entonces, es como si en regiones no se hicieran largos.

—Hace un tiempo comentaste que se había rechazado tu proyecto que abordaría el caso de la joven lesbiana asesinada en Limache, Nicole Saavedra, por qué se negó el financiamiento?

—El montaje se llama “¿Dónde está Nicole?” y fue rechazado porque el proyecto incluía una investigación. Considerando que es teatro documental, sentimos que es importante partir  así el proyecto y el fondo eso lo consideró exagerado, y dijo que esa parte no se podía financiar con el fondo. Eso nos parece terrible, porque al hacer teatro documental, más que hacer una ficción nosotros necesitamos recursos para investigar en el lugar, con las personas de allá, con la familia. Este año haremos los cambios que nos sugirieron, pero todo es un azar, porque las personas que te evalúan un año, no son los mismos del año siguiente.

—Dijiste que había un porqué detrás de los “no” que has recibido en los castings, ¿cuál es ese?

—Creo que actualmente las personas que están haciendo castings para audiovisual, para series, cine o teleseries son las mismas de hace diez años atrás, y esas personas pertenecen a una clase en particular. Para ciertos proyectos, sobre todo en teleseries -y lo han dicho explícitamente-, buscan personas bonitas, altas, rubias, blancas, que sean dignas de desear. Yo no soy eso. No soy rubio, ni alto, ni blanco. Yo claramente no respondo a ese casting. Básicamente se privilegia un casting de belleza, antes que el talento. Y tampoco digo que yo soy el más talentoso de Chile, pero es lo que muchos colegas han reconocido de mi trabajo, y por los premios que he podido recibir. Se transformó en un círculo vicioso porque son siempre las mismas personas haciendo castings a los mismos actores. Además, yo no vivo en Santiago, entonces no puedo estar en los eventos donde normalmente la gente que hace castings se conecta con los actores, no necesariamente porque los fueron a ver actuar al teatro o los vieron en una película, sino porque te vieron en una fiesta o un evento de una marca, o porque fuiste a su cumpleaños. Yo no tengo intención de entrar en esa dinámica y prefiero estar en los proyectos donde me llaman porque soy un buen actor.

Artista y activista

El tercer espacio de las historias destacadas en el Instagram de Ayala (@sebitayala) cita «Activismo». Allí sube registro de manifestaciones y convocatorias a actividades de protesta, principalmente ligadas a demandas del movimiento LGBTI. El reclamo por justicia en el caso de Nicole Saavedra es uno de los temas de los que más parte de ha hecho en el último tiempo.

—Tras lo ocurrido con Nicole Saavedra y considerando lo ocurrido hace unos días con la golpiza a Carolina Torres, ¿cómo ves esta realidad en el país?

—Me parece súper bien lo que está pasando ahora con Carolina Torres de que se esté levantando la voz. Ojalá se resuelva su caso y que salga con vida de toda esta situación y que sólo sea un mal momento en su vida y en la de su familia. Pero también siento que hay un clasismo implícito en estos casos, aunque Carolina no pertenece a una clase alta, sí es de Santiago, y Nicole Saavedra vivía en El Melón, un pueblo que nadie sabe identificar. Un pueblo en la quinta región, minero, agrícola. Ella venía de una familia con pocos recursos, donde sólo tenía a su mamá. No tenían las capacidades para hacerse escuchar. Su hija estuvo secuestrada 7 días y apareció muerta y violada. Han pasado casi tres años donde aún no se sabe quién asesinó a Nicole. En el fondo, tener más visibilidad está causando una reacción contraria y bien perversa en las personas que no están de acuerdo, porque ya no tienen miedo de insultarte, gritarte en la calle o incluso cometer actos tan terribles como meterte en una tina con agua hirviendo. He visto un montón de situaciones en el último tiempo y si bien los ataques pueden venir de un desconocido, las estadísticas indican que mayormente la violencia viene de personas cercanas a ti, personas de tu círculo familiar, profesores. Es terrible porque implica un vínculo emocional de la persona violentada con el agresor y eso lo vuelve más complejo de denunciar y entender.

—Revisando tus redes sociales y otras entrevistas notamos que no sueles hablar explícitamente de tu orientación sexual, pero sí eres muy activo en la visibilización de temáticas LGBTI, ¿por qué?

—No necesito una etiqueta en particular, ni tampoco salir de algún clóset en el que nunca he estado. No necesito revelar mi vida personal para ser parte de alguna causa. Ese ha sido uno de los principales problemas del activismo: cuando tratan de involucrar su vida personal, poniéndose uno como persona antes que la causa. Yo no necesito ponerme en el lugar de víctima para entender que alguna situación está mal y que actualmente la comunidad LGBTI en Chile está pasando por un problema muy grave. Los hemos visto en casos de mujeres lesbianas golpeadas o asesinadas en el último tiempo. No necesito exponer mi vida personal ni decir yo soy esto o esto otro para sentirme escuchado. Esto es primero por la causa y después por mí.

En la actualidad, el actor está enfocado en proyecto que sirvan para visibilizar discursos oprimidos y debates urgentes. Eso se ve reflejo en sus próximos trabajos actorales. «En marzo haré una pequeña participación en una película que habla sobre el aborto y ahí interpreto a un médico abortista clandestino. Estoy en otro proyecto que es una web serie que habla de las ITS principalmente en la comunidad LGBTI. Igual actuaré en la próxima película de Claudia Huaiquimilla, “Motín”, que habla -precisamente- de un motín en un centro de detención del Sename y ahí hago uno de los personajes principales. Además, volveré a postular el fondo del proyecto sobre Nicole Saavedra que no salió. Volveré también a postular “La Isla de las Gaviotas», finaliza.

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