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Zurita: «Escribir un libro sobre el CADA excluyéndome es como pretender escribir los Evangelios sin Jesucristo»

Publicado: 12.09.2019

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En 1979, junto a su entonces pareja Diamela Eltit, a los artistas visuales Lotty Rosenfeld y Juan Castillo, y al sociólogo Fernando Balcells, Raúl Zurita fundó el Colectivo de Acciones de Arte CADA. Sus intervenciones de trasfondo político y sociológico se situaron principalmente en el espacio público de la ciudad en plena dictadura. Repartieron leche a pobladores de La Granja, bombardearon Santiago con panfletos poéticos, realizaron una huelga de hambre en una fábrica, y, entre otras acciones, empezaron a ocupar el video como soporte en una época en que apenas había acceso a él. La obra del colectivo dejó huella y sigue siendo estudiada, cobrando cada vez más relevancia. Aquí Zurita recuerda lo que fueron esos años.

-¿Cómo se acabó el CADA? ¿Por qué dejaste de ser parte de él?

Nunca he dejado de ser parte del CADA, ni en esos años ni ahora. El CADA solo terminará, como se plantea en «Una ponencia del CADA» publicada el número único de la Revista Ruptura, cuando las condiciones políticas, sociales y económicas de nuestro presente se reviertan y que, más allá de ser el título de una acción de arte, Para no morir de hambre en el arte signifique que millones y millones de seres humano que atraviesan países y mueren inmolados en las fronteras, ahogados en los mares, tengan ellos y sus hijos, como lo vio Salvador Allende para los niños de Chile, pero pensando en la humanidad entera: medio litro de leche para todos los niños del mundo. Ese fue el sentido del texto central de esa acción, No es una aldea, que fue emitido en los idiomas de las Naciones Unidas.

-Hablabas de negacionismo en el libro Archivo CADA (Ocho Libros), del que presentamos un adelanto ayer.

-El negacionismo es el intento por negar un hecho, una acción o un nombre de algo que sí sucedió y que además es evidente para todos. Es lo que exactamente se hizo conmigo en la publicación a la que nos estamos refiriendo. Me resultaría demasiado duro pensar que hay alguna premeditación al respecto, al menos de mis ex compañeras de ese tiempo feroz, pero me resulta más inexplicable de los tres editores, porque ese negacionismo o es producto de un desconocimiento total del tema, de los hechos y de la historia, o revela algo bastante más condenable que me reservo ahora el derecho a calificar. Porque en suma, discúlpenme, pretender escribir un libro sobre el CADA excluyéndome es como pretender escribir los Evangelios sin Jesucristo.

-¿Cómo conmemoras el 11, tienes algún ritual o rutina? 

Como una inmensa parte de los chilenos, escucho el último discurso de Salvador Allende y lloro, pero el llanto no es un ritual, es solo llanto.

No hay rituales para el dolor absoluto, el único ritual es que a los miles de deudos que claman por sus seres queridos, les fuesen devueltos esos cuerpos, es decir, los cuerpos de sus padres, de sus hijas e hijos, de sus esposos y esposas, para que ellos puedan darles a esos cuerpos el ritual sacrosanto de una sepultura. Esa es la deuda incolmable, infinita, que la barbarie cívico militar de Chile tiene con Chile: devolver esos cuerpos y si muchos de ellos fueron arrojados al mar, pues habrá que vaciar el mar para encontrarlos.

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