La posibilidad de contemplar una cascada desde una cueva escondida, que el artista reconstruye en un cuarto oscuro con proyecciones a muro enfrentadas por los cuatro puntos cardinales, permitiendo al espectador sentir en carne propia el lento transcurrir de un paisaje virgen; la contemplación de un cardumen de peces en las islas Galápagos; o ser testigos de una aurora boreal en Islandia, es lo que ofrece esta exhibición que cierra el domingo. Como un explorador posmoderno, Foschino se interna con su trípode y cámara en locaciones intrincadas de la Antártica, Islandia, Noruega, islas Galápagos, Tenerife o el sur de Chile, con el único fin de lograr escuchar a la naturaleza. Confiesa que en el interín se aburre mucho, pues pueden pasar horas antes de lograrlo, por lo que prefiere salir de excursión solo y llevar todo lo necesario para permanecer en los lugares.
“Al momento de pensar la propuesta curatorial, Dan Cameron fue quien observó que el agua cruzaba muchas de mis obras. No fue una decisión consciente, ya que mi forma de trabajo es perderme en locaciones desconocidas buscando liberarme de expectativas previas. Esa es mi fórmula para encontrar el ritmo inherente de cada espacio: la luz, el sonido, los movimientos me guían en esta búsqueda. Es entonces cuando instalo la cámara en medio de la nada”, señaló el artista con estudios de cine.
Tras dos meses de exhibición y varias visitas guiadas, charlas, talleres y conversatorios organizados a través del Centro de Estudios del Agua, proyecto paralelo ideado en un cuarto acondicionado a un costado de la galería, la última actividad gratuita y abierta al público será el Concierto de agua, este jueves 9 de enero entre las 20 horas y la medianoche. Se presentarán los proyectos: Marineros; Awa de Jean Paul Olhaberry; Tsunamis acústico; Kanku de Andrea Gana; y Sonidos del agua, lectura poética de Maribel Mora Curriao e invitados.