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La noche más fome, desabrida e insulsa hasta ahora; no hubo guatón Correa que la salvara

Por: Don Sergio, jubilado, exjefe de utilería | Publicado: 27.02.2020
La noche más fome, desabrida e insulsa hasta ahora; no hubo guatón Correa que la salvara |
Me puse a sapear las reacciones por la carta de los dinosaurios de la Concertación que llamaron a un acuerdo transversal por la paz. Qué gente más descarada, sin vergüenza. Con esta clase política, cómo se atreven a pedirle cuarto medio a la alcaldesa. Ahí tienes la explicación de todo. Y ahí vi un meme genial, el Che Copete abrazado y llorando, rodeado por los animadores de Viña, pidiendo perdón y diciendo que se reinventó, pero con la cara de Enrique Correa, el dueño de la agencia ImaginAcción para resolver crisis, el inventor del gatopardismo, el gurú del cuatro letras en el ojo.

Aburrido y sin expectativas dada la parrilla de la cuarta jornada de Festival, compuesta por 3 números que prometían poco y nada para un televidente de más de 25 años, dediqué la tarde a revisar reacciones y memes, todo lo que surge alrededor de nuestro suceso veraniego. Pésima idea.

¿Por qué hacen esto? ¿Cómo es posible que haya tan poca creatividad, tanta flojera en los directores de televisión? Décadas con los mismos matinales, siempre la misma tontera, un largo programa de “precalentamiento” a la espera del festival. “La previa”. Este se llama Échale la culpa a Viña, y para peor, lo conducen dos de las menos caristmáticas mujeres de la pantalla chica, dos emblemas de la pesadez femenina, Raquel Argandoña y Fran García Huidobro. A ambas las conocí en mi larga carrera como jefe de utilería. Ninguna es siquiera bien educada. Prepotentes y altaneras es poco para calificarlas. Gente que no saluda, que se cree nacida en no sé qué cuna faraónica, que tira la basura al suelo porque alguien barre. Rotas con plata. Al medio de ellas, la Karen Doggenweiler llega a caer simpática. Qué porquería de programa. Además, con todo lo que circula en las redes sociales, resulta un espacio perdido, sin valor propio, no aporta nada, todo lo que emiten o comentan está ya en otras partes. Sólo agregan sus personalísimos puntos de vista, la mayor parte del tiempo, pura autorreferencia.

¿Qué aderezos disponibles registré entonces? Alberto Plaza está tan picadísimo luego de que ni Vasco Moulián le prestara ropa, que ya ni siquiera tuiteó nada hoy. Su última patinada fue echar de menos los “tiempos lindos” del festival, cuando estábamos en dictadura. Algo de eso han tratado de hacer en las pausas, yendo al backstage, recordando momentos de festivales anteriores. ¿Con qué criterio escogen esos recuerdos? No se entiende mucho. Por ejemplo, repasar la vez que Enrique Iglesias lanzó la gaviota al público, ¿fue como una advertencia, un recordatorio para que no lo vuelva a hacer algún artista despistado? ¿O fue una alegoría a lo que hizo Mon Laferte anunciando que las va a donar? ¿Vamos acaso a volver a ver el Boloccazo, o a Bigote Arrocet cantando Libre? ¿Al Puma Rodriguez diciendo que hay que escuchar la voz del pueblo? ¿Al vocalista de Mister Mister leyendo una aclaración muerto de miedo tras ser reconvenido por la CNI por andar metiéndose en política? La memoria es selectiva. No es inocente.

Otra papita fue Moreira agarrándose con Rafa Cavada, demostrando su nivel de matón de pobla. Le faltó amenazarlo. No te metai conmigo Cavada. Te espero a la salida. Pero entrado ya a la arena política, y en vista de que se inició el período de campaña de cara al plebiscito del 26 de abril, me olvidé de Viña y me puse a sapear las reacciones por la carta de los dinosaurios de la Concertación que llamaron a un acuerdo transversal por la paz. Qué gente más descarada, sin vergüenza. Con esta clase política, cómo se atreven a pedirle cuarto medio a la alcaldesa. Ahí tienes la explicación de todo. Y ahí vi un meme genial, el Che Copete abrazado y llorando, rodeado por los animadores de Viña, pidiendo perdón y diciendo que se reinventó, pero con la cara de Enrique Correa, el dueño de la agencia ImaginAcción para resolver crisis, el inventor del gatopardismo, el gurú del cuatro letras en el ojo. Luego vi otro meme, con texto de Ana Gabriel: “cuánto daría por gritarles nuestro amor”, y la imagen de Piñera tomado de la mano de Cecilia Pérez. Y muerto de risa, me fui a acostar.

Pero antes de dormir, como para no amanecer absolutamente desinformado, eché una mirada al Festival. La Juana se duerme con la tele prendida, si la apagas se despierta. Así que igual no me quedaba otra. Si la Juana estaba durmiendo, era claro por qué. Una multitud de niñas gritaba por este tal Pablo Alborán. Ni un brillo el español, como dicen los jóvenes. Apenas lo correcto, sacar una balada-oreja tras otra y no desafinar. Luego unos humoristas de plaza que si no lograron hacer reír a nadie, al menos se dedicaron a mandar mensajes de apoyo al Chile que despertó, cuadrándose con el ánimo del estallido social. Igual el público estaba tan en modo “adolescente enamorada” que ni siquiera atinó a plegarse bien al cantito de “el que no salta es paco”. A estos cabros los cortaron rápido tras sus gaviotas despertando momentáneamente la furia del monstruo, que pifiaron luego todo el concurso. Pero ya para el número de cierre, la actitud bobalicona del enamorado quinceañero volvió a reinar sin contrapeso. Y apagué la tele sin esperar a ver al muchacho que desafinó ayer en el seudohomenaje a Camilo Sesto. La noche más fome, desabrida e insulsa hasta ahora. Bah, me salió sin querer el apellido de un dinosaurio de los que esperamos se extingan. ¿Qué querrá decir esta coincidencia, qué me querrá decir mi subconsciente?

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