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Revisitando la revolución sandinista a partir de un olvidado cuaderno de viaje

Por: Tomás Henríquez, escritor | Publicado: 28.03.2020
Revisitando la revolución sandinista a partir de un olvidado cuaderno de viaje |
Un viejo cuaderno con apuntes, cartas propias y ajenas, fotografías y artículos escritos a máquina, que Cynthia Rimsky mantuvo parcialmente en el olvido son el punto de partida para «La revolución a dedo» (Ed. Literatura Penguin Random House, 2020), libro en el que intenta reconstruir lo que fue su viaje a la Nicaragua sandinista a mediados de los 80.

Corría 1985 cuando la escritora chilena Cynthia Rimsky, para esa época una joven de 22 años, se lanzó a la carretera rumbo a Nicaragua. Animada por una inédita experiencia revolucionaria iniciada seis años antes, buscaba comprobar lo que decía la literatura. Frente a los horrores de la dictadura chilena, que en ese momento vivía su último gran impulso represivo, la gesta de los sandinistas parecía no solo un inspirador movimiento de vanguardia, sino una alternativa real frente al capitalismo y la barbarie. De ese viaje, acumuló un viejo cuaderno con apuntes, cartas propias y ajenas, fotografías y artículos escritos a máquina, que mantuvo parcialmente en el olvido durante dos décadas, hasta ahora que publica La revolución a dedo (Ed. Literatura Penguin Random House, 2020), libro en el que revisa y comenta dichos documentos, tratando de reconstruir parte de ese viaje. 

En la primera parte —El vacío— la autora narra su estadía, la impresión que le causaron lugares, eventos y anécdotas. Los personajes deambulan entre ese pasado nebuloso y un presente en el que aparecen ya mayores, respondiendo correos que confirman o rectifican detalles y suposiciones de lo que fue. Con distancia e ironía, Rimsky se refiere a sí misma como esa joven de 22 años, acaso con cierta lejanía, incluso desconfianza de las decisiones que va tomando. Ingenuidad, confiesa más tarde, con la que no solo leía sino ejercía la escritura. Sin embargo, no titubea cuando critica a Cortázar, a García Márquez y a otros cronistas del proceso, para la época insignes personalidades del socialismo latinoamericano, que como ella visitaron Managua y conocieron de cerca la realidad de la revolución pero con comodidades que distaban bastante de las pellejerías vividas en su mochileo: “Ellos se bajaron del avión y tuvieron un auto a su disposición, dólares, hoteles, todo oficial. No se les hincharon los pies, no durmieron en el suelo”, dice.

Destaca sobre todo el quiebre en las expectativas de la autora. Porque la realidad con la que se encontró difería bastante de cómo la había imaginado. Nicaragua era un país insoportablemente normal, de calles sin pavimentar, donde la gente vivía el proceso con más ingenuidad que convicción, donde los militares eran los buenos de la película, y lo peor, donde estaba estrictamente prohibido hacer dedo. “No sé cómo entrar en la revolución”, termina por confesar la joven, señalando el que parece su principal fracaso: haber llegado a un país al que no esperaba llegar. 

En la segunda parte La salvada la autora repite la fórmula, ahora con un nuevo viaje que realiza a Nicaragua en 2006. La mujer de 45, otra vez ella misma, vuelve al mismo lugar pero de vacaciones, recorre balnearios, pasea, descansa y reflexiona, esta vez sin la euforia juvenil, y dueña de un escepticismo, que bien podría considerarse desencanto. En ambos relatos la autora mezcla lo que parece una experiencia autobiográfica, una crónica de viaje, matizada por elementos de ficción, y tal como ya lo había hecho en su entrega anterior En obra (Mundana Ediciones, 2018) funciona como díptico, alternando el uso de tiempos en los que la narradora desplaza su punto de vista.

La revolución a dedo es un libro pequeño y sin grandes pretensiones. Lejos de ser una crónica de la épica sandinista, describe un viaje que, hoy bien podría decirse, solo robustece la experiencia de la derrota. Es cierto, cuesta pensar la utopía sin cierto desencanto. Pero la autora no se entrega ni al pesimismo ni a la complacencia. Tampoco se reduce a la nostalgia. Va más allá. Porque en el proyecto escritural de Rimsky parece haber una insistencia más profunda, una preocupación por no dejar marcas, por eludir ciertas convenciones de los géneros, y construir retazos sueltos, fragmentos a veces sin historia, en los que los personajes así como aparecen se van. Una escritura que se resiste a la transparencia, que indaga, rehuye, y se posa en los pliegues de un relato que desafía la ilusión de que la memoria sostiene siempre una imagen quieta de lo que fue. Contra esa certidumbre, la autora exhibe la tachadura sobre la página acusando un error, una omisión o una eventual reescritura. Así, propone la más sensata de las apuestas posibles: sospechar ya no de su archivo, sino de sí misma. Quizás en eso radica su valor. 

La revolución a dedo

Cynthia Rimsky

Ed. Literatura Penguin Random House, 2020

116 Páginas

Precio Referencial: $ 9.500

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