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Carmen Berenguer: «Es muy masculina la presencia de poetas en Chile»

Por: Elisa Montesinos, texto (entrevista realizada junto a Eduardo Gálvez) | Publicado: 24.07.2020
Por estos días un texto sobre el hambre, escrito por la poeta Carmen Berenguer en los 80, ha circulado en redes y se hace muy contingente ahora que se entregan las cajas de alimentos 2.0 y el machi Celestino Córdova junto a otros presos mapuche enfrentan una prolongada huelga de hambre de más de 80 días. Conversamos con ella sobre todo esto, y de su candidatura al Premio Nacional de Literatura, que solo ha obtenido una mujer poeta en toda su historia. Escucha la entrevista completa hoy a las 19 hrs en Radio Manuel Rojas (www.centroculturalmanuelrojas.cl)

Carmen Berenguer tiene una larga relación con la poesía y la crónica, ha «pololeado» también con las artes visuales y la performance. Fue compinche inseparable de Pedro Lemebel y de Pancho Casas, y figura como un personaje fundamental en la simpática novela de este último, Yo, yegua, en que se narran las bambalinas de las Yeguas del Apocalipsis, en el mundo bohemio y cultural de fines de los 80, comienzos de los 90, con caminatas por Bellavista, rencillas literarias y noches interminables en el  bar Jaque Matte, mundo del que Berenguer también fue una protagonista. Su carrera literaria parte en un taller que se daba en la SECH en los 80, vinculada siempre al movimiento de mujeres, a las calles y la vida cultural de Santiago. Participó activamente en la organización del Congreso de Literatura Femenina en 1987, que abrió las puertas para que en Chile se comenzara a valorar la literatura escritura por mujeres con sus propios códigos y diferencias. Algunos años antes, en 1983, publicó su primer libro, Bobby Sands desfallece en el muro, especie de diario poético de un joven del ejército repúblicano irlandés que muere tras una larga huelga de hambre de un grupo de presos del IRA por conseguir el estatus de prisioneros de guerra.

El absoluto rigor del hambre

Las contingencias del estallido y la pandemia han vuelto a dialogar con ese libro. La palabra hambre fue proyectada frente a su casa en Plaza Italia, ahora Plaza Dignidad, provocando resquemores, censura y represión al colectivo Delight Lab, mientras comenzaban las primeras protestas de pandemia. El poema escrito por Berenguer es un texto trabajado en forma visual, en el que la palabra hambre se repite en toda la página: “no era por esnobismo, sino que en una huelga de hambre se sufren muchos cambios psíquicos y se les da vuelta la cabeza. Yo estudié todo eso, la inanición, porque me llamaba la atención cómo alguien puede morir de hambre”. 

-También al decidir ser poeta o escritora te dicen: te vas a morir de hambre

-Siempre, es como una sentencia.

-¿Qué te provoca que tu libro y los poemas en que vas narrando el día a día de esa huelga adquieran esta inusitada vigencia? 

-Son temas recurrentes siempre, el hambre, la pobreza, en países tan injustos como los nuestros, América Latina, África. Los países a los que se les llamaba subdesarrollados. Esa palabra probablemente a los ricachos, a los cuicos, no les agrada tanto, y trataron de recubrirla de un manto de riqueza, ficticio. Pero de todas maneras, un sector de la sociedad se quedó ahí, no pudo repuntar. Y el otro segmento, el subcontratado, el subcontrato del que vive la mayor parte de este país –le llaman clase media, pero en verdad sigue siendo la clase pobre–, por medio de trabajos pudo sustentarse un tiempo, se pudo comprar un autito, y los hicieron endeudados, son los deudores. Cobra mucha fuerza ahora, porque de tener por mucho tiempo una gran fiesta endieciochada en Chile, o aparente, viene este descalabro, y se dan cuenta que de un día para otro no tienen nada. Surge el hambre. Entonces tienen que pedir ayuda. Antiguamente el Estado subvencionaba mucho, pero ahora no. Ahora te mandan una caja de 35 mil pesos, ¿no?, y una caja bastante escuálida. El hambre es algo que vive con nosotros. 

Y la relación con Irlanda y con el poeta irlandés es bastante. Irlanda es un país que ha sido toda la vida dominado por Inglaterra, y allí la gran resistencia religiosa son los católicos de izquierda, es la gente más pobre, son los trabajadores. El IRA se formó así, en forma de rebeldía, de lucha, y este joven pertenecía al IRA. Yo vi esa crónica y cambió mi vida. Yo escribía de mucho antes. En Estados Unidos escribía, me compré una maquinita de escribir de un dólar, después otra un poquito más cara, pero hubo un contexto donde yo pude cambiar estilísticamente mi forma escritural para decir lo mismo. Porque uno dice lo mismo solamente cambiando la forma, y esa forma era el oscurantismo, la cárcel chilena, el ladrillo, el problema de los presos políticos que nunca son considerados como tales, por lo tanto no tienen ningún derecho adentro en la cárcel; tienen que luchar por obtener una organización adentro, y eso es lo que tenía el IRA, estos  jóvenes en Maze lucharon y este joven inició una huelga de hambre y murió.

-Además esto se vuelve más contingente ahora por la huelga de hambre de Celestino Córdova junto a un grupo de presos mapuche

-Esta es una forma de lucha que ahora también se está dando. Hay más de 2 mil presos políticos, muchachos jóvenes, en la cárcel y nadie sabe, la gente no les da pelota. Hay no sé cuántos muchachos que quedaron ciegos, semiciegos. Todo eso queda ahí. La lucha política es así, los espacios los va abriendo la misma lucha.

La Bob Dylan chilena

-Eres candidata por segunda vez al Premio Nacional de Literatura, que solo ha obtenido una mujer poeta en la historia del premio: Gabriela Mistral. Las mujeres han sido dejadas de lado: solo 5 lo han obtenido versus 49 hombres. Pareciera que las poetas han sido aún más invisibilizadas, siendo Chile un país de poetas.

-Chile se dice es un país de poetas y hay una cosa chovinista también con esto. Es muy masculina la presencia de poetas en Chile. Pocas mujeres, y las pocas no existen ni siquiera en el recuerdo. Mueren, absolutamente. Yo tendría que revisar bien la razón fundamental de eso. Porque los poetas, los grandes poetas, siempre están inventando un estilo nuevo, siempre inventan una lengua extranjera, vale decir palabras no reconocibles para nosotros. Eso lo han hecho todos los poetas más reconocidos chilenos, que son una buena cantidad para ser un país tan chico. Son como 20, 30 poetas, los mejores que hemos tenido, que son de excelencia. Los que destacan es porque arman un código poético propio. Pablo de Rokha, ¡qué tiene que ver con Neruda! Nicanor Parra tenía un resabio nerudiano y lo cambia radicalmente desde Poemas y Antipoemas. Neruda, ¡para qué decir! La invención de la lengua y el canto a la Withman, el Canto General, quién ha hecho eso. Y Gabriela Mistral, habla del monte y del espino y de sus árboles, singulariza completamente el lenguaje poético que existía hasta el momento en que ella aparece. De hecho nadie puede escribir como Gabriela Mistral. Y Violeta Parra es una gran gran poeta, poco reconocida, porque ella cantaba sus poemas. Realmente es como un Bob Dylan chileno, algo así. María Eugenia Brito tiene un libro de poesía de mujeres. Antes nunca se había leído a la mujer casi. Hay que hacer una lectura de sus avances, sus aciertos, sus diferencias con la poesía masculina. Eso no se ha hecho todavía.

-El colectivo de autoras feministas AUCH está impulsando la idea de que este año el Premio Nacional sea para una mujer poeta, y apoyan a tres candidatas: Elvira Hernández, Rosabetty Múñoz y a ti. ¿Qué te parece esta campaña?

-A mí no me gusta mucho, no la encuentro interesante porque invisibiliza algo que es primordial y por lo cual una mujer se va a ganar el premio o no: invisibiliza su trabajo literario. Porque el trabajo literario es muy personal, no se escribe apatotado, se escribe de a uno, es uno de los trabajos más solitarios que hay. Entonces, se está apostando a la palabra o al significante mujer, más que escritora. En ese sentido no me parece. Y por otro lado, tenemos que empezar a pensar cómo politizarnos para lograr cosas; no basta con tener un grupo para ser político, sino que hay que realmente actuar. Y por qué nos vamos a negar nosotras a discernir si una persona reúne más las condiciones y optar. Eso es tomar una decisión política al mismo tiempo. Ellas debieron haber apostado por una poeta, no importa que las otras deban esperar, porque las otras inmediatamente van a tener que ir tomando el lugar después. Así funciona la política. No es una cuestión de que vamos a cantar todas en un corro. 

-Hace unos días la SECH envió un comunicado en el que exigía que los escritores y poetas tuvieran más participación en la elección de los premios nacionales. ¿Te parece que los escritores deberían tener más injerencia en la elección del Premio Nacional?

-Cuando se instauró la democracia se sacó a la Sociedad de Escritores del lugar donde estaba anteriormente, un jurado donde ellos tenían representación también. Eso se abolió. No querían que hubiera gente de izquierda ni gente comunista alrededor, así que chao los escritores, y prácticamente nos tienen de hambre porque nos dan el peor trato, el peor lugar. Y nosotros somos un gremio potente, tenemos 15 filiales en todo el país, y tenemos actividad constante de mucha gente en la SECH, somos un lugar muy activo, y siempre hemos sido activos políticamente también. Es muy brutal lo que nos ha pasado. El argumento de ellos es que también hay otras organizaciones a las que les gustaría participar, pero eso no ocurre, ahora parece que lo ampliaron. Entonces, al pensar en un Premio Nacional hay pensar no solamente en ganar o no ganar el premio, sino en cómo están conformados estos lugares. 

-Eres habitante desde hace muchos años en Plaza Italia, hoy plaza de la Dignidad. ¿Cómo se ha potenciado tu escritura con los últimos acontecimientos?

-Desde el 18 de octubre en adelante, que comenzó toda esta revolución o revuelta o estallido, yo estoy viviendo en Plaza Italia y empiezo a escribir lo que voy observando como una crónica o un texto que se va armando entre la prosa, la poesía, de acuerdo a cómo yo iba sintiendo la calle. Armé un librito testimonial, y después me vino un problema grande a la vista porque me afectaron las bombas a los ojos, me vino una conjuntivitis, y me vine a Las Cruces. La pandemia me pilló acá. Ha sido bueno, ¡terminé el libro ayer!

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