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«¡Lucía, Lucía, la olla está vacía!»: Publicación recuerda ollas comunes en dictadura

Por: El Desconcierto | Publicado: 26.08.2020
«¡Lucía, Lucía, la olla está vacía!»: Publicación recuerda ollas comunes en dictadura Olla común en una población de Santiago, 1986. Anónimo |
Pese a que hoy vivimos un contexto político completamente distinto, las ollas comunes que hace 30 años se realizaban en contexto de dictadura hoy se repiten como forma de subsistencia ante el hambre producto de la emergencia sanitaria y de problemáticas sociales históricas que no cesan.

“La catástrofe económica de 1983 convirtió las poblaciones en trincheras de las masivas protestas contra el régimen. La necesidad de sobrevivencia hizo emerger nuevas formas de asociatividad para enfrentar el hambre: ollas comunes”. Es lo que plantea el libro ONG en dictadura. Conocimiento social, intelectuales y oposición política en el Chile de los ochenta, editado por Cristina Moyano Barahona y Mario Garcés Durán (Ediciones UAH). En él se aborda la creación de nuevas ONG a partir de 1978, frente  a la falta de espacios intelectuales y académicos. Entre las prácticas sociales que se destacan, figura el rol de las ollas comunes que sirvieron para atacar la hambruna que se vivía.

La publicación reúne textos de Francisco Del Campo, Renato Dinamarca, Mario Garcés, Enrique Gatica, Danny Monsálvez, Cristina Moyano, Matías Ortiz, Valentina Pachecho, León Pagola y Cherie Zalaquett.

El regreso del hambre 

Cristina Moyano, coautora y editora del libro conversó con El Desconcierto sobre el contexto que se vivía en esos años y la relación de las ollas comunes en dictadura con la actualidad.

-¿Cuáles fueron las motivaciones para realizar el libro ONG en dictadura?

Este es un libro que nace como resultado de un proyecto de investigación Fondecyt, en el que nos proponíamos recuperar el conjunto de prácticas y saberes que se generaron en las ONG durante los años de la dictadura. Entendíamos que allí no sólo se habían reunido profesionales que colaboraron a la reconstrucción del tejido social, sino que además elaboraron a partir de esa práctica de intervención-acción, investigación y reflexiones teóricas que van ser fundamentales para la comprensión de la «nueva sociedad chilena» gestada por la dictadura. 

Dado que las universidades chilenas –lugares que por tradición albergaron a los intelectuales y académicos– fueron intervenidas por la junta militar y reestructuradas en su sentido y función, no podía buscarse allí a los generadores de conocimiento y realizadores de investigación. Posterior a 1978 surgieron las ONG que poblaron este espacio y que dotaron de nuevos bríos a las investigaciones académicas y la intervención social. Fueron diversas tanto en su institucionalidad como en los actores, temas y debates que desarrollaron. 

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-¿Cómo analizas que hoy, 30 años después de la dictadura, prácticas como las ollas comunes hayan vuelto?

-El retorno a las ollas comunes, una clásica y recurrente forma de asociatividad colectiva para asumir los problemas que se generan con las crisis económicas en el mundo popular, da cuenta al menos de tres cuestiones importantes: la solidaridad que se teje entre los pobres; la mantención de un Estado «mínimo», que poco aporta a la solución de la contingencia y particularmente del hambre; y que, en tanto forma de acción social, también permite repolitizar las demandas que se han expresado como críticas al modelo neoliberal. 

-El libro trata de la creación de nuevas ONG por falta de espacios intelectuales y académicos a consecuencia de la dictadura. ¿Consideras que estos espacios continúan jugando un rol importante?   

-Las ONG siguen existiendo pero juegan un rol distinto del que realizaron en dictadura. Hoy las universidades no están intervenidas y la investigación se realiza en esos espacios y en otros centros académicos independientes, bastante desconectada de una práctica de intervención-acción. Hoy tienen otros objetivos. El contexto dictatorial imprimió además un contenido de militancia social comprometida del intelectual, que hoy no existe ni en las ONG ni en las universidades. Es una historia que se trunca en 1990. Con la democracia se abren otros canales y la producción académica se realiza bajo otros procesos y bajo otras lógicas. En ese sentido, ya no podemos considerar a las ONG como intelectuales colectivos que generen saberes para la acción y transformación de la sociedad.

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